Sor Geneviève, así es la monja amiga del Papa que se ha saltado el protocolo y a la que muchos odian
En la capilla ardiente, donde cardenales y obispos desfilaban con solemnidad para rendir el último homenaje al papa Francisco, se vivió una escena tan insólita como conmovedora. Sor Geneviève, una monja de 81 años, íntima amiga de Bergoglio, se abrió camino hasta posicionarse en uno de los laterales del féretro y, desafiando el rígido ceremonial, se detuvo, entre lágrimas, en una profunda oración durante unos largos minutos para despedirse de su gran amigo. Su presencia, que estuvo cargada de devoción y afecto, no fue nadie capaz de interrumpirla. Un gesto de amor que ha dejado una huella imborrable entre todos los que han podido disfrutarla. Sola y entre lágrimas, la 'enfant terrible', como la apodó cariñosamente el pontífice, entró discretamente en la Basílica de San Pedro, donde yacía el cuerpo del difunto Papa, saltándose así, todo el protocolo, ya que las puertas de la basílica solo contemplaban la asistencia de las autoridades eclesiásticas. A Sor Geneviève y al papa Francisco les unía una profunda y larga amistad, tejida con hilos de bondad, cercanía y ternura. Al conocer la historia de esta singular religiosa, se hace evidente que estos valores eran el corazón de su vínculo. Y es que Sor Geneviève, la única monja que ha tenido el privilegio de despedirse personalmente del santo padre, vive nada menos que en una caravana en un circo de Roma junto a otra compañera religiosa, Anna Amelia Giacchetto. Desde hace 56 años, la religiosa de la Orden de las Hermanitas de Jesús, se dedica a asistir a colectivos que a veces la sociedad discrimina, a mujeres transexuales, homosexuales, feriantes y personas que viven de la prostitución, a los que acompañaba a audiencias papales. Con los años, se convirtió en un enlace para facilitar los encuentros del Papa con líderes de derechos humanos y con la comunidad de las mujeres trans. Jorge Bergoglio, caracterizado por haber ejercido un papado revolucionario en el que siempre se pronunció en temas sociales y humanos, encontró en ella una gran aliada. De la misma manera que la monja le iba a visitar, él en muchas ocasiones se acercó al circo para conocer la realidad de los feriantes y de las personas transexuales que viven al margen de la sociedad en Roma. Así lo narró Sor Geneviève en una entrevista con los medios vaticanos: "Incluso una fue asesinada poco después de conocer al Papa. Se habían tomado una foto juntos, se la llevé y él rezó por ella". Devoción por los más necesitados: el odio de los sectores más conservadores La íntima amiga del papa Francisco se ha convertido en un vínculo indispensable entre los colectivos más desfavorecidos y la ayuda que estos necesitan. En uno de los muchos actos solidarios de los que ha sido protagonista, se encuentra cuando durante la pandemia del coronavirus, contactó con el párroco de Torvaianica, Andrea Conocchia, para buscar ayuda del cardenal limosnero del Vaticano, Konrad Krajewski, para apoyar a las personas de la comunidad trans y a las personas que trabajaban en las...
En la capilla ardiente, donde cardenales y obispos desfilaban con solemnidad para rendir el último homenaje al papa Francisco, se vivió una escena tan insólita como conmovedora. Sor Geneviève, una monja de 81 años, íntima amiga de Bergoglio, se abrió camino hasta posicionarse en uno de los laterales del féretro y, desafiando el rígido ceremonial, se detuvo, entre lágrimas, en una profunda oración durante unos largos minutos para despedirse de su gran amigo. Su presencia, que estuvo cargada de devoción y afecto, no fue nadie capaz de interrumpirla. Un gesto de amor que ha dejado una huella imborrable entre todos los que han podido disfrutarla. Sola y entre lágrimas, la 'enfant terrible', como la apodó cariñosamente el pontífice, entró discretamente en la Basílica de San Pedro, donde yacía el cuerpo del difunto Papa, saltándose así, todo el protocolo, ya que las puertas de la basílica solo contemplaban la asistencia de las autoridades eclesiásticas. A Sor Geneviève y al papa Francisco les unía una profunda y larga amistad, tejida con hilos de bondad, cercanía y ternura. Al conocer la historia de esta singular religiosa, se hace evidente que estos valores eran el corazón de su vínculo. Y es que Sor Geneviève, la única monja que ha tenido el privilegio de despedirse personalmente del santo padre, vive nada menos que en una caravana en un circo de Roma junto a otra compañera religiosa, Anna Amelia Giacchetto. Desde hace 56 años, la religiosa de la Orden de las Hermanitas de Jesús, se dedica a asistir a colectivos que a veces la sociedad discrimina, a mujeres transexuales, homosexuales, feriantes y personas que viven de la prostitución, a los que acompañaba a audiencias papales. Con los años, se convirtió en un enlace para facilitar los encuentros del Papa con líderes de derechos humanos y con la comunidad de las mujeres trans. Jorge Bergoglio, caracterizado por haber ejercido un papado revolucionario en el que siempre se pronunció en temas sociales y humanos, encontró en ella una gran aliada. De la misma manera que la monja le iba a visitar, él en muchas ocasiones se acercó al circo para conocer la realidad de los feriantes y de las personas transexuales que viven al margen de la sociedad en Roma. Así lo narró Sor Geneviève en una entrevista con los medios vaticanos: "Incluso una fue asesinada poco después de conocer al Papa. Se habían tomado una foto juntos, se la llevé y él rezó por ella". Devoción por los más necesitados: el odio de los sectores más conservadores La íntima amiga del papa Francisco se ha convertido en un vínculo indispensable entre los colectivos más desfavorecidos y la ayuda que estos necesitan. En uno de los muchos actos solidarios de los que ha sido protagonista, se encuentra cuando durante la pandemia del coronavirus, contactó con el párroco de Torvaianica, Andrea Conocchia, para buscar ayuda del cardenal limosnero del Vaticano, Konrad Krajewski, para apoyar a las personas de la comunidad trans y a las personas que trabajaban en las...
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