Sobre la presencialidad en la oficina
Volver o no volver a la oficina, cuánto, cómo, se ha vuelto un tema crítico en las organizaciones. Lograr acuerdos sobre cómo trabajar se ha convertido en uno de los mayores desafíos tanto para las organizaciones como para cada uno de sus equipos.

Ir a la oficina. No sé. Es mucho tiempo de traslado, además, en mi casa trabajo mejor. Si necesitan algo, me mandan un mensaje y listo. Me gusta manejar mis tiempos personales. Al final, el trabajo lo hago y aprovecho mejor mi tiempo. Con el equipo nos mensajeamos todo el tiempo. Estoy siempre conectado. Es más cómodo.
Ir a la oficina. Sí, obvio. Somos un equipo, nos tenemos que ver las caras, pasan cosas cuando nos encontramos. Se vive mejor la cultura, hay más intercambios, más innovación. El cara a cara es importante. Nos organiza mejor el trabajo y no todo es con la computadora o el teléfono. Además, me deprime ver la oficina vacía todo el tiempo.
Creo que la pregunta sobre la presencialidad en el lugar de trabajo es hoy un desafío adaptativo para las organizaciones, es decir, no es sencillo abordarlo porque hay muchos valores en tensión y esos valores son todos relevantes. En este tipo de desafíos, la clave es el aprendizaje, encontrar una solución que incluya a los actores involucrados para sostener esa tensión de forma productiva.
Para poder profundizar en un desafío adaptativo, hay dos preguntas clave: quiénes son los actores (afectados por el desafío) y cuáles son sus intereses y pérdidas, que también se pueden pensar como valores puestos en juego.
En general, cuando uno conversa y trata estos temas en las organizaciones los valores que, en general, se tensionan son, del lado del empleador (o jefes): la productividad, cuidar la cultura, la responsabilidad (a veces es el disfraz del control); y del lado del empleado: bienestar personal y tener libertad (a veces es el disfraz del no quiero que me controlen).
Productividad. El trabajo remoto es una tendencia en todo el mundo, es el mayor cambio en las dinámicas de trabajo de las últimas décadas, impulsado por las tecnologías que lo habilitan y por la pandemia del COVID, que fue un testeo a nivel global de que se puede. Acá depende del tipo de trabajo, del seniority de la persona, de la industria. Pero si el trabajo remoto está bien diseñado, no hay datos de que afecte la productividad en sí misma.
Cultura. Hay que encontrarse, juntarse para vivir los valores de la organización. En el encuentro de las personas se vive mejor la cultura. El cara a cara es insustituible. En estas frases creo que hay algo de nostalgia de un pasado que conocemos, dónde se desarrollaron muchos de los que ahora son los jefes.
¿Las nuevas generaciones lo ven igual? ¿Hay que estar todos los días para vivir la cultura? Claramente, el cara a cara es algo importante y crítico para estar conectados, pero no es el único medio. La cultura de una organización se juega en las interacciones de las personas, lo presencial habilita cosas que lo virtual no hace, pero no es el único medio para vivir la cultura.
Responsabilidad (a veces, es el disfraz del control). Si vienen, trabajan; si no vienen, hacen lo que quieren. Ese mantra suena detrás de muchos argumentos. Creo que hay mucho de que los jefes necesitan ver que la gente va al trabajo. Verlos en sus puestos de trabajo. Es algo casi instintivo. Venís a las 9, te vas a las 5. Trabajás. Te quedas en tu casa, hacés yoga, te vas al médico en horario de trabajo, vas a buscar a los chicos al colegio. No trabajás. Creo que acá, si vamos por la responsabilidad real, hay que pensar en otra cosa. El control tiene patas cortas y la responsabilidad, a veces muy largas.
Bienestar Personal. El autocuidado es un valor de época; también el cuidar a los empleados. Encontrar un equilibrio, manejar los tiempos. Cuál es el mix óptimo. La empresa me paga el gimnasio, pero no tengo tiempo de ir. Quién sabe más del bienestar personal, ¿la empresa o la persona?
Libertad (a veces, es el disfraz de no quiero que me controlen). Esta idea, de moda además en la actualidad, es la música de fondo de mucho de lo que dijimos. La libertad no es un rasgo individual en las relaciones de trabajo, es algo que se construye en la relación, está en el medio de la relación de dos personas (o más), que se respetan, que comparten valores, que tienen acuerdos y que pueden repensarlos de forma sana y productiva con conversaciones.
En síntesis, cuando en una situación hay tantos valores en juego, la clave para que la conversación sea productiva es tener ambientes sanos, una cultura del encuentro. Esas relaciones sanas dependen mucho de la calidad de las relaciones. Seguramente esas relaciones haya que cultivarlas, a veces de forma presencial, pero otras de forma virtual. El trabajo híbrido, o dicho de otra forma la flexibilidad con responsabilidad, vino para quedarse, es una realidad.
El problema, más que si vamos a la oficina o si nos quedamos en casa, es aprender a tener conversaciones productivas sobre lo que necesitan la organización y las personas para desarrollarse de forma sustentable. De vez en cuando, estos temas que levantan polvareda nos hacen ver que no trabajamos en lo importante por mucho tiempo.