Signos de agotamiento del método libertario

El Presidente se expuso a derrotas y contratiempos a fuerza de actuar por impulso; el insólito episodio Trump resaltó aún más la emergencia financiera; debate interno: ¿se necesitan cambios?

Abr 6, 2025 - 02:23
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Signos de agotamiento del método libertario

El manual político de Javier Milei tuvo desde el principio una sola página. Bajar la inflación, en un país desquiciado por la suba de precios, le daría un dominio irrefutable de sus rivales, a los que podría dominar sin negociar. Las encuestas le dieron la razón. Un sistema político roto se amoldó al humor social y se dividió entre conversos libertarios, colaboradores sumisos y enemigos impotentes.

Fue lindo mientras duró.

Ante la primera tormenta seria que amenaza el proceso de desinflación, Milei enfrenta el peligro en la soledad a la que lo condena el método que eligió para ejercer el poder. El arrojo que hasta hace unos meses parecía abrirle todas las puertas ahora lo induce a derrotas y contratiempos impensados. La “casta” que se apichonaba ante su empuje se atreve a desafiarlo. Los mercados, a los que creía haber enamorado, lo castigan con dosis ingratas de desconfianza.

La última semana, pródiga en traspiés, avivó en el propio seno del Gobierno la discusión sobre si es necesario un replanteo en los métodos. El fracaso en el Senado que cerró el camino a la Corte para Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, la polémica por el discurso presidencial sobre Malvinas y el fallido viaje relámpago a Palm Beach para buscar una foto con Donald Trump comparten como rasgo común la improvisación, la falta de planeamiento estratégico y la sobreestimación de las capacidades propias. Nada que no se hubiera visto en el caso $LIBRA, en la proclama antiliberal de Davos y en la forma en que se comunicó el acuerdo en ciernes con el Fondo Monetario Internacional (FMI).Milei, con Jorge Macri y Martín Menem, en el acto por el 2 de abril

Milei terminó 2024 con la promesa de que “a partir de ahora solo vienen buenas noticias” y abrió 2025 con un mensaje en redes en el que auguraba “tiempos felices para la Argentina” porque “lo peor ya pasó”. La perspectiva de una guerra comercial, que se materializó esta semana, enturbió el clima casi desde el mismo momento en que se vislumbró que Trump volvía a la Casa Blanca dispuesto a sacudir el mundo.

Bajo amenaza, el gobierno libertario se mostró decidido a sostener el “ancla política” que significa el dólar planchado y la inflación a la baja. Resiste a fuerza de cepo y de reservas lo que llama “una cruzada devaluadora”, a la espera de que el acuerdo con el FMI devuelva el sosiego. Le toca hacerlo con su minoría parlamentaria, sin aliados permanentes y en el umbral de una sucesión de elecciones planteados como de vida o muerte.

Al menos así las entiende Milei. “Es al revés de lo que muchos dicen: no es que quiera acomodar la economía para ganar, sino que cree que no será posible ordenar definitivamente las variables si primero no muestra fortaleza en las urnas”, traduce un funcionario que entra casi a diario a la Casa Rosada.

El fiasco de Mar-a-Lago

Werthein, con el secretario de estado de Estados Unidos, Marco Rubio

La ansiedad financiera llevó a Milei a tirarse el piletazo de viajar a Estados Unidos en busca de una reunión informal con Trump. El episodio completo es un retrato de época. El canciller Gerardo Werthein tenía el martes una cita de alta relevancia en Washington con el secretario de Comercio, Howard Lutnick, en la antesala del anuncio de la nueva política arancelaria de Trump. Y se vio también con el secretario de Estado, Marco Rubio. El objetivo no confesado de esa misión era conseguirle a Milei una bilateral en la Casa Blanca con el presidente de los Estados Unidos. Un gesto con el que se pretendía acelerar el acuerdo con el FMI en las condiciones que necesita el Gobierno y aliviar la presión de los mercados.

A Milei le llegó una oferta alternativa. No había disponibilidad para el Salón Oval, pero podía intentar un encuentro informal si iba a Mar-a-Lago, el club privado-residencia de Trump en Palm Beach donde el jueves (como ocurre casi todas las semanas) se celebraba una gala de recaudación de fondos. El presidente de los Estados Unidos tenía previsto pasar a última hora, antes de irse a dormir.

Solo faltaba encontrar una justificación oficial para la aventura que requería un vuelo de 9 horas por tramo a cargo del maldito Estado. Quiso el destino que el evento en la mansión de Trump consistiera en buscar dinero para una iniciativa en la que está asociada Natalia Denegri, la presentadora argentina radicada en Florida, de excelentes contactos en círculos conservadores de la comunidad latina.Milei, en Mar-a-Lago; a su lado, Natalia Denegri

Se trata del proyecto Make America Clean Again (MACA), que promueve acciones de limpieza en ciudades afectadas por desastres climáticos y otras desgracias. Además de Denegri, lo motorizan el pastor de origen salvadoreño Glenn Parada y la organización We Found the Blue, cuya misión es conseguir donaciones para departamentos de policía y para la recolección de basura en condados con necesidades.

Una rápida gestión alumbró de improviso el premio “León de la LIbertad”, que en su primera entrega recayó sobre Milei. Hecho a medida.

El “Ball Room” de Mar-a-Lago era un festival de magnates con aspiraciones sociales, oportunistas a la pesca de contactos para hacer negocios y hasta portadores ocultos de mensajes diplomáticos para Trump. Milei se zambulló en ese ambiente como una celebridad.

Lo que ocurrió después entra en una nebulosa sin explicaciones. Milei recibió un poliedro de acrílico de manos del militar retirado John Rourke y el pastor Parada. Dio un discurso en el que prometió adaptarse a lo que pida Trump en términos comerciales y volvió a su mesa a esperar la cita prometida con el presidente. Pero pasaban las horas y el anfitrión no llegaba. Los miembros de la comitiva argentina –Milei, su hermana Karina, el ministro de Economía, Luis Caputo, y el canciller Werthein- se fueron en medio de escenas de fastidio con los organizadores. Se enteraron de que Trump se había demorado en una escala anterior por la pinchadura de una rueda del helicóptero presidencial. Y entendieron que la reunión (o sea, la foto) no ocurriría.Milei recibe el premio

Parada expresó su molestia: “Cien por cien estaba planeado –dijo el viernes el hombre que le dio el premio a Milei-. Terminando el evento vi que el Presidente se había ido al hotel. El responsable de llevárselo no estuvo bien. Lo vemos mal. Estaba todo planeado para que se vieran”.

Según su relato, Trump llegó cerca de la medianoche. Otro de los anfitriones lo presentó desde el estrado, pero se armó un tumulto en la puerta y el presidente optó por no entrar al salón y retirarse a sus aposentos. “Si Milei hubiera estado se habrían reunido”, insistió Parada. ¿Realidad o una excusa por haber ofrecido algo que no estaba en sus manos?

El fracaso estaba consumado. Milei se tuvo que conformar con publicar un compilado de fotos en la que los asistentes le pedían selfies. Quedó con los pulgares acalambrados. “Como un rockstar”, tuiteó Luis Caputo, testigo de la fiesta en plena turbulencia financiera.