Se cruzaron varias veces sin notarlo hasta que hicieron match en un app de citas y la duda no tardó en llegar: “¿Qué somos?”
Se cruzaron en la adolescencia pero no lo supieron hasta que años después empezaron a compartir la vida, y las sorpresas que tenía para ellos

Natalia es de La Plata, cuando tenía 12 años practicaba patín artístico con otras chicas de su edad. En el grupo había dos hermanas que no eran amigas de ella, pero tampoco se llevaban mal, mantenían una relación de esas que te unen en una actividad pero no mucho mas. Claro, las decisiones tomadas y las vueltas de la vida, o de cupido mejor dicho, pueden depararnos varias sorpresas algunos años más tarde.
Las aplicaciones de cita: la puerta al amor
En julio de 2016 Natalia venía de una relación informal que la tenía cansada, desanimada y decidióterminarla. Para ese entonces la aplicación de citas Happn había desembarcado con éxito en el país y decidió bajarla a su celular, soltera y sin apuro no tenía nada que perder. Podía darle, y darse, una nueva oportunidad.
Su perfil no tardó en mostrarle resultados: Natalia, 24 años, hizo match con Pablo, 22 años, también de La Plata y enseguida comenzaron las coincidencias que los llevarían a continuar con la conversación día tras día. Pablo llevaba varios años soltero y le gustó hacer match con Natalia, pero como quienes participan de estas herramientas bien lo saben, en las aplicaciones de citas no se le cierra la puerta a nadie y ambos chateaban en paralelo con otras personas.
Traspasar la pantalla
Con la naturalidad y fluidez de la era de cupido tecnológico, intercambiaron números de teléfono y siguieron hablando con mayor comodidad por WhatsApp. Todo seguía su curso hasta que ambos coincidieron en que era el momento de traspasar las pantallas de los celulares y verse personalmente. Natalia en ese entonces salía del trabajo a las once de la noche, no fue un impedimento para Pablo que no podía invitarla a cenar, pero si a tomar juntos unas cervezas.
Fueron a un bar cercano y entre cervezas que iban y venían al compás de la charla, el bar cerró en un horario aún temprano para la feliz futura pareja. Pablo, astuto, se autoinvitó al departamento de Natalia a tomar un café, y fue en la intimidad de su casa donde se dieron el primero de cientos de besos.
“¿Qué somos?”
Con el visto bueno del match real, la química entre ambos no se podía esconder y dejaron de usar la aplicación del celular para hablar solo entre ellos y verse con más frecuencia.
Empezaron a darse cuenta de que cupido venía tramando el plan desde hacía muchos años atrás: aquellas dos hermanas que eran compañeras de patín artístico de Natalia eran las hermanas de Pablo, no sería exagerado pensar que alguna vez él la hubiera visto patinar. Como si esto fuera poco Natalia se tomaba muchas veces el colectivo en la esquina de la casa de Pablo, pero nunca se habían llamado la atención.
Pasaron dos meses desde el día en que se conocieron y Natalia empezó a sentirse un poco inquieta. Necesitaba ponerle un nombre a la relación o al menos saber que era formal y no una relación similar a la anterior. Entonces se le ocurrió el plan que nunca falla aunque todos lo conocemos: usó a sus amigas de excusa. En una salida Natalia no dudó en preguntarle a Pablo: “¿Qué somos? Porque mis amigas quieren saber”, y así formalizaron su noviazgo. Durante el primer año surgieron algunos viajes juntos a Tandil, Mendoza, Miami y México.
El vencimiento del alquiler
Faltaban pocos meses para que a Natalia se le venciera el contrato de alquiler, llevaba un año de feliz relación con Pablo pero su cabeza estaba ocupada la mayor parte del día por el interrogante de a donde se iría a vivir. El tema no tardó en ser una de muchas charlas en la pareja, y ambos decidieron que la opción de mudarse al departamento de Pablo era la más acertada, ¿Por qué no?
Con la convivencia en marcha decidieron ir por todo y comenzaron a buscar la llegada de un nuevo integrante a la familia. A los meses la feliz noticia llegó, pero con la alegría de un bebé comenzar a buscar un lugar más grande donde vivir fue una necesidad. Una que anunciaba un nuevo comienzo. Se mudaron a una casa y cuando apenas había pasado un mes de vida de su hija, una madrugada, al volver a la casa encontraron todo dado vuelta: les habían robado. A pesar del mal trago inicial, el afecto de ambas familias y los amigos no tardó en llegar; todos los ayudaron a recuperarse. Una desagradable situación externa que sirvió para fortalecerlos como familia. Una prueba superada.
Un período de sorpresas
En noviembre del 2019 planificaron un viaje a Punta Cana con su hija y dos parejas amigas. Natalia ignoraba que Pablo tenía un plan especial que haría de aquel viaje un momento perfecto e inolvidable: el día del cumpleaños de Natalia le propuso casamiento. Su sonrisa no dejaba espacio para dudas: los detalles en el matrimonio seguían ofreciendo fuego al amor.
Para fines de 2020 llegó la noticia de un nuevo embarazo de Natalia, dentro de un contexto de pandemia difícil la felicidad los invadía, estaban buscando con ansias un hermano para su hija. Por el covid no dejaron que Pablo ingresara a las ecografías, entonces fue Natalia sola quien en la primera ecografía recibió la impactante noticia de que tenía dos bebés en su panza, no entendía nada y no se decidía entre si reír o llorar. Al salir le contó la noticia a Pablo pero no le creyó hasta que leyó el informe él mismo. En junio del 2021 nacieron los mellizos para coronar esta familia de cinco de puro amor. Algo que no imaginaba aquellas tardes en las que camino a sus clases de patín compartía horas sobre ruedas con las futuras tías de sus hijas. Esa tarde, Cupido seguro reía.
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