Reseña: Memory Lane, de Patrick Modiano y Pierre LeTan
En busca de otro tiempo perdido

Las novelas de Patrick Modiano (Francia, 1945) miran de manera obsesiva al pasado, con un personaje –de aires más o menos huérfanos– intentando focalizar entre las neblinas del recuerdo la concreción de aquello que ya no está. La juventud perdida suele ser la piedra de toque. Los protagonistas, desvalidos, observan más a los otros que a sí mismos.
Memory Lane, un viejo relato breve del siempre breve Modiano (es de 1979), tiene la curiosidad agregada de interactuar con ilustraciones de Pierre Le-Tan (1950-2019), conocido artista franco-vietnamita con el que colaboró también en Muñequita rubia.
En el libro –con su tono de canción, que reverbera en el título– el testigo-narrador veinteañero observa a un conjunto de personajes en busca de entender “qué química misteriosa” lleva a que determinados individuos se agrupen para terminar, tarde o temprano, por dispersarse. El grupo que frecuenta de casualidad –una pareja más o menos acomodada, pero con deudas; un estadounidense a la deriva, un decorador y su amado actor, etc.– pasa por bares y propiedades de campo o símiles, con liviandad. La impresión de quien cuenta es la de ser él mismo un outsider que los une. Diez años después, al volver a París, descubrirá que ya nada de eso existe y que su propia juventud está llegando a su final. Los dibujos de LeTan no son caprichosos: funcionan, con su elegancia soñadora y sus ambientes vacíos, como un flash de esa memoria seca a la que todo parece írsele entre los dedos, pero sobre todo agregan texto al relato: los epígrafes, pequeño detalle, no figuran en la prosa de la novela.
Memory Lane
Por Patrick Modiano y Pierre Le-Tan
Anagrama
Trad.: Emilio Manzano
86 páginas, $ 22.500