Reseña: Las voces bárbaras, de Leopoldo Brizuela
Singulares retratos biográficos

Trabajar con archivos supone una expansión en la percepción, y a la vez una especie de desconfianza, que tiene que ver con aceptar la posibilidad de un camino divergente y también incompleto. No hay tarea archivística sin una dinámica política.
Una de las vetas en la obra del escritor y traductor Leopoldo Brizuela (1963-2019) tuvo que ver con darle sentido a esas presencias múltiples, que van de voces –como sus libros de conversaciones con Mercedes Sosa o Leda Valladares– hasta documentos, como su último trabajo de recuperación de autores en la Biblioteca Nacional.
En los veinte retratos que conforman Las voces bárbaras habitan un ejercicio biográfico y ensayístico, que explora zonas poco trabajadas en las trayectorias de cantantes y escritores, lagunas, misterios o máscaras que activan otros viajes. Cuando piensa en la sexualidad de Gardel, por ejemplo, aquello que resalta es su ficción y de qué manera su voz se libera y nos atraviesa. La potencia del canto, que abrasa como gesto performático, ocupa un lugar relevante en Brizuela, desde la fadista Amália Rodrigues, Niní Marshall o Atahualpa Yupanqui, que no solo son referentes en géneros populares, sino también en su versatilidad.
El corpus de semblanzas también está influido por el contacto, por la afectación que genera su amistad con distintas personalidades como Idea Vilariño, María Elena Walsh, Elvira Orphée o Sara Gallardo, donde no solo enarbola su mapa sentimental, sino que además reivindica sus proyectos, con la certeza trascendental de que puede haber agudeza en el amor.
Las voces bárbaras
Por Leopoldo Brizuela
Ed. Bonaerenses
123 páginas, $ 9100