Ramiro Arzuaga, el ambientador de las celebrities
Responsable de los casamientos y festejos más glamorosos, cuenta el detrás de escena de su trabajo

Cuando hace unos años vio por televisión el festejo de cumpleaños de Mirtha Legrand, Ramiro Arzuaga se imaginó cómo lo hubiera ambientado él, que había decorado tantos eventos de famosos, había viajado por el mundo, organizado infinidad de cursos y talleres y hasta había mostrado su estilo para celebrar en programas de televisión. Y como asegura que cree en la ley de atracción, al año siguiente fue la propia Marcela Tinayre, hija de la diva de los almuerzos, quien lo convocó para organizar el festejo. Desde entonces y hasta hace algunos días, Ramiro pasó a ser el encargado absoluto de armar las celebraciones de Mirtha. Deseo cumplido.
Hijo de una profesora de geografía y un bioquímico célebre de Arrecifes. cuenta que casi fue arquitecto, que también trabajó como productor de estrellas latinas en espectáculos musicales en California y hasta fue camarero por hora en hoteles de lujo. Finalmente, se transformó en el ambientador favorito de las bodas y festejos más famosos. Y desde ese lugar, asegura, busca la novedad y actualización constantes: cursos, viajes y capacitaciones son parte de su día a día.
–Decidiste apostar a la ambientación y a los eventos. ¿Cómo te insertaste en ese mundo?
–Tenía mucha gente conocida y empecé haciendo eventos chicos, hasta que en 2008 me salió un evento grande de Tupperware de México en el Sheraton. En ese mismo año se hizo una muestra en el Hotel Plaza que se llamaba Open House donde diferentes ambientadores decoraban distintos espacios. No era conocido entonces, pero la gerenta del hotel, que sabía de mí, me convocó a esa muestra donde estaban los mejores de la Argentina y donde la gente votaba su espacio preferido. ¡Y el mío fue el elegido! Ahí arranqué y no pare más.
–Y luego llegaron los casamientos de famosos. ¿Cuál fue el primero?
–Mi despegue fue en 2010 cuando me convocó Bárbara Diez, a quien yo le había dejado mi porfolio para hacer el casamiento de Juliana Awada y Mauricio Macri, que era jefe de Gobierno de la Ciudad, en Costa Salguero. Fue un placer hacerlo, Juliana sabía bien lo que quería: todo blanco y sobrio. Así, de total desconocido, pasé a estar en todos los noticieros y revistas. En 2014, hice el de Wanda Nara y Mauro Icardi en Sans Souci. Fue en invierno y la ceremonia se hizo en el parque con una pérgola espectacular llena de rosas; pusimos una alfombra para que la gente no pisara el pasto donde tracé sus iniciales, W y M, con pétalos de rosas blancas. A Dalma Maradona llegué porque trabajo mucho con su mamá, Claudia. Ella me pidió todo natural y fue una búsqueda ardua para no usar nada derivado de animales ni del petróleo. Después vino el de Cholo Simeone y Carla Pereyra en el Alvear Icon, el de Sol Pérez y el de Flor Peña en un viñedo en Cafayate, Salta. El de Nicole Neumann tuvo su cuota de estrés, porque era en el campo y estaba lloviendo. Paró la noche anterior, pero tuvimos que entrar las cosas con un tractor. Y el de Alan Faena fue épico: cinco días de festejos en diferentes lugares. La comida de bienvenida en el Palacio Paz, después una comida en casa de Alan y el cuarto día la ceremonia en el templo. Todos los días interveníamos la entrada del hotel para que se viera diferente: 10 mil rosas rojas, globos, fanales con vidrio y agua. ¡Fue una locura!
–¿Son difíciles los famosos a la hora de la ambientación?
–No son difíciles, la exigencia pasa por mi lado, porque estoy muy expuesto y sé que ese evento va a ser muy fotografiado. Me presiono para que todo salga increíble, porque lo que salga mal también va a verse mal en la prensa.
–¿Tenés libertad al trabajar?
–Tengo bastante libertad porque ya estoy posicionado y la gente me busca porque le gusta lo que hago. Voy a sus casas, miro el estilo de cada uno. La fiesta tiene que hablar de ellos. Igualmente, siempre chequeo con el cliente. Nada se hace sin su aprobación. Un evento es algo efímero, pero que lleva horas de armado, nada puede estar librado al azar y no puede haber nada peor que llegar a tu fiesta y que no te guste.
–¿Lo peor que te pasó en un evento?
–Se cortó la luz. ¡No podía encender las arañas! Recién cuando la gente estaba por entrar al salón pudimos conectarlas. Y después están las contingencias climáticas que son incontrolables. Las lluvias torrenciales: por más carpa que haya siempre se empieza a inundar y todo se vuelve un caos.
–¿Qué es lo que nunca ponés en una ambientación?
–Nunca pondría algo minimalista o tranquilo. Cuando me dicen que quieren algo “rústico”, ya me suena feo.
–¿Tuviste algún pedido bizarro?
–Miles, pero uno que recuerdo fue el cumpleaños de 70 de una señora que quería la temática del Far West. Era en una casa espectacular, así que puse una carpa enorme y las mesas las decoré con botas texanas. Quedó increíble y parecía un bar de cowboys, pero reconozco que me costó al principio.
–¿Las últimas tendencias?
–Por suerte se usa mucho el tema del color. Volvieron el verde inglés, el bordó, el azul marino. Mucho tapizado en pana e iluminaciones más tenues y oscuras con arañas de cristal; también los pisos espejados.
–Hay toda una historia detrás del imponente petit hotel en Recoleta donde vivís.
–Sí. Estaba a la venta hacía varios años. Yo vivía a siente cuadras y pasaba todo el tiempo. Un día lo vi publicado. Salía cinco millones, imposible, pero llamé a la inmobiliaria, entré a verlo y me enamoré. Entonces le hice una propuesta a los dueños. Que me iba a encargar de restaurarlo, decorarlo y ambientarlo para que lo vieran divino los posibles compradores. Primero les pareció una idea descabellada, pero finalmente aceptaron. Desde hace ya cuatro años que vivo en “la casa de mis sueños” y desde el día que me mudé empecé a hacer una suerte de reality en mis historias de Instagram, mostrando cada paso de la restauración , todo el proceso de cambio, los problemas con los que me encontraba y todo lo nuevo que le iba agregando hasta convertirla en Casa Arzuaga. El año pasado la decoración que le hice por Navidad fue viral en TikTok.
–Hace poco ambientaste el festejo de cumpleaños de Mirtha Legrand. ¿Cómo la conociste?
–A Mirtha la conocí hace un montón, cuando hice la ambientación de un homenaje para ella. Le habían encantado unos faroles y flores que yo había usado, así que al otro día le mande a su programa unos faroles con una carta manuscrita. Ella mostró la carta y el regalo al aire y dijo: “Miren este chico Ramiro Arzuaga lo que me mandó”. Después su hija Marcela me invitó a su programa, Las Rubias, y cuando Mirtha y Goldie, su gemela, cumplieron 91 años, me llamó para organizar el festejo. Así empecé a hacerle los cumpleaños a las dos, hasta que Goldie falleció y seguí con los de ella sola. Sé lo que le gusta y lo que no. Colores pasteles, rosas, verde agua y nada rojo. Desde hace unos años le hago unos abanicos intervenidos que ama; este año los hice con fotos en blanco y negro de sus películas y la frase que dice “ya soy una leyenda”.