Rebeca Díez, logopeda autista: "Debería haber más logopedas en hospitales, en atención primaria y en colegios"

La logopedia es una disciplina que va mucho más allá de ayudar a las personas a pronunciar bien las palabras o en los problemas del habla, como la dislalia...

Mar 6, 2025 - 14:08
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Rebeca Díez, logopeda autista: "Debería haber más logopedas en hospitales, en atención primaria y en colegios"

La logopedia es una disciplina que va mucho más allá de ayudar a las personas a pronunciar bien las palabras o en los problemas del habla, como la dislalia o la disartria. Se trata de una disciplina sanitaria que ayuda a tratar y trabajar desde áreas fundamentales para la vida como la deglución, ayudando a personas que presentan disfagia (dificultad para tragar), hasta trastornos del lenguaje (TEL), presente, por ejemplo, en trastornos el desarrollo como retrasos madurativos o en algunos casos de autismo.

Los logopedas son, por tanto, profesionales altamente capacitados que ayudan, cada día, a mejorar la calidad de vida de niños, adolescentes y adultos que enfrentan desafíos tanto comunicativos como funcionales.

Rebeca Díez es una de esas personas que, en su día a día, ayuda a personas, especialmente niños, a mejorar su calidad de vida, sobre todo a niños con autismo y aquellos que necesitan de terapia miofuncoinal, aquella destinada a la prevención y rehabilitación de las disfunciones o desequilibrios de los músculos orofaciales.

Además, es autista, una condición que, según nos cuenta, no solo le ayuda ser mejor logopeda, sino que le ha ayudado para mejorar sus propias habilidades comunicativas.

Rebeca, que ahora tiene 32 años, descubrió hace poco que era TEA, pero siempre había notado que había algo distinto en ella, "el proceso ha sido largo y tedioso", asegura, "enfrentarte al proceso de diagnóstico y remover muchas cosas del pasado, se hace costoso. A día de hoy no me arrepiento porque esto ha hecho que esa Rebeca que se sentía fuera de lugar, encontrara uno".

Toda la vida ‘enmascarando’

Sin saberlo, Rebeca había estado toda la vida enmascarando su condición para encajar en un mundo que ni siquiera entendía, "me desdibujaba para sentirte aceptada, porque sentir que hay una barrera entre tú y el resto de personas fue complejo. Parece un cliché, pero en Primaria sentí el rechazo de mis compañeros y compañeras de clase, era la 'rara', y conforme iba creciendo, iba imitando comportamientos de las personas, de las películas sobre todo y fui camuflando", confiesa.

Y así llegó a la vida adulta, hasta que, tras estar trabajando con su psicóloga, especializada en mujeres autistas, Sandra, ha conseguido "desenredar mis adversidades para con la sociedad", tener "amistades más sólidas y sanas, una pareja que me conoce y me quiere tal y como soy, mi familia que es maravillosa. Todo ello hace que se vaya ganando seguridad y fuerza".

Sentí el rechazo de mis compañeros, era la 'rara', y conforme iba creciendo, iba imitando comportamientos

Aun así, reconoce que ha sido "agotador tratar de convivir en un mundo hecho para neurotípicos. Y ya no solo hablo siendo autista, siendo cualquier persona con cualquier discapacidad, visual, auditiva, motora, intelectual… Realmente la sociedad se adapta poco. No solo tenemos que hacer un mayor esfuerzo y trabajo, sino que muchas veces parece que no es suficiente, y eso es bastante frustrante… espero que poco a poco pueda ir cambiando, porque no hablo de dar facilidades, sino de equidad y dar recursos necesarios para poder optar a las mismas oportunidades".

Logopeda, gracias a Dr. House

Rebeca reconoce que en el colegio y en el instituto nunca fue una gran estudiante, pues asegura que la educación tradicional no era lo suyo, "mi cerebro aprende cuando realmente conecta ideas y comprende en profundidad lo que quiere decir un texto. También soy muy visual y, si no lo veo, me cuesta entenderlo, por eso un método tradicional de enseñanza donde tu aprendes a memorizar todo, pues no era nada motivante", confiesa.

Esto cambio cuando encontró su vocación, y sin saberlo, pues ello solo tenía claro quería dedicarse a ayudar a personas con alguna adversidad o dificultad, "me hubiera gustado estudiar medicina ya que me fascina todo el paradigma que engloba el ser humano. El cerebro y cómo funciona nuestro sistema nervioso central y periférico, pero descubrí la logopedia", explica.

Y la descubrió gracias al Dr. House, la que por entonces era una de sus series favoritas, "en un capítulo se presentó el caso de un niño autista sin comunicación oral, algo que me fascinó y sobrecogió simultáneamente. Fue cuando empezó mi 'obsesión' por aquello que, sin saber bien por qué, me removía tanto, el autismo. Mi profesora de psicología del instituto, me hablo de la logopedia y que ella creía que se me daría bien, así que ahí me lance y la verdad es que ha sido una gran decisión.

Aunque sea una profesión muy poco valorada para lo importante que es", cuenta, "lo que más el atrajo fue poder acompañar a diferentes tipos de infancias en sus procesos más difíciles y poder involucrarme en que realmente se investigue que es lo que les sucede y brindarles la atención sanitaria que se merecen".

La carrera no tuvo nada que ver con las etapas educativas anteriores, y se motivo muchísimo, "de repente hablaban de cosas que me interesaban, que despertaban esa curiosidad y hacía que quisiera investigar más. Actualmente, me paso mis ratos libres haciendo cursos y estudiando cosas que me fascinan y realmente lo disfruto… cosa que si se lo contaras a la Rebeca de 10 años no te creería porque para ella el cole era un lugar gris, hostil y aburrido".

El trabajo, otro gran reto

La etapa de estudiar logopedia fue mucho más fácil que la que tuvo que enfrentar después, "lo más difícil para mí siempre ha sido la interacción social con mis iguales y no meterme donde no me llaman cuando veo alguna injusticia, y esto, siendo asalariada, es un poco complejo. Jamás he entendido las jerarquías y si he visto o vivido algo que es injusto o ilegal, no he sido capaz de callarme".

Por eso, su primera etapa laboral no fue muy bonita, pues afectó mucho a su salud mental, "empecé trabajando de falsa autónoma en un centro donde los niños y niñas poco les importaban, solo les importaba facturar y para mí eso me generaba mucha ansiedad. Termine regular con los dueños, pero en este mundo se abusa mucho de las necedades de las familias y de los peques, cuesta mucho encontrarse con profesionales que realmente estén comprometidos".

Esta experiencia le llevó a montar algo por su cuenta, "encontrar trabajo ha sido una odisea, y como mi salud mental se veía desbordada, monté mi propia clínica, Kōkua logopedia, y soy muy feliz, porque, atiendo a las familias con respeto y compromiso. Siempre soñé en crear un espacio familiar, respetuoso con las infancias atípicas y con los procesos de cada familia. También hago colaboraciones con diferentes profesionales y trato de crear una red de profesionales que tengan una dinámica similar a la mía. Actualmente me siento muy a gusto con las personas que me rodean y puedo hablar el mismo código sin necesidad de enmascaramientos y eso da mucha paz"

Encontrar trabajo ha sido una odisea, y como mi salud mental se veía desbordada, monté mi propia clínica

Desde entonces, trata sobre todo a niños, y se ha especializado en autismo y en terapia miofuncional, "son los dos perfiles de personas que puedo acompañar desde la primera infancia. Son puzles complejos de resolver y eso hace que mi cerebro este constantemente buscando cosas nuevas. Ahora con el tema de los frenillos sublinguales estoy a tope, investigando, estudiando y haciendo 'piña' con diferentes profesionales, odontólogos, fisios, ORL, Cirujanos pediátricos, Terapeutas Ocupacionales… y la lucha por el derecho a una educación digna para las personas autistas con el movimiento al que pertenezco con mis dos compañeras Beck y Ana, Defensa del alumnado Autista".

Además de todo esto, tiene otra actividad bastante original, la de perito judicial de la Liga de fútbol, "trabajo con un detective privado experto en lenguaje no verbal. Mi parte consiste en peritar a través de lectura labiofacial lo que dicen los jugadores o los aficionados del público cuando hay algún conflicto", cuenta.

Las ‘ventajas’ de ser una terapeuta autista

A pesar de que está muy feliz, reconoce que se sigue enfrentando a desafíos a diario, pues debe hablar con personas nueva constantemente, "la parte más difícil de mi trabajo es la parte de interacción social. A mí me cuesta comprender o leer a las personas y necesito que haya transparencia. Yo creo que las familias que pasan por Kōkua pueden decir de mí que soy muy sincera y que pido lo mismo de manera bidireccional. Con los niños y niñas es más sencillo, porque un o una peque, siempre son sinceras, no hay dobles intenciones, hay transparencia y me siento mucho más cómoda. Con las personas adultas me resulta más difícil, y eso me hace estar alerta constantemente, y termino el día agotada".

Un esfuerzo que, sin duda, le merece la pena, "la logopedia es mi trabajo, mi hobby y mi interés especial y eso se nota".

Esta es la parte más complicada de ser una logopeda autista, condición que, por otro lado, cree que le hace ser mejor en muchos aspectos, como especializarse mucho, "cuando a un autista le gusta algo, lo estudia tanto y profundiza tanto que hasta que no sacia todas las incógnitas no se queda a gusto. Mi interés especial, ese que se dice que tenemos las personas autistas, es la logopedia, sobre todo el autismo y todo lo que tenga que ver con miofuncional, frenillos sublinguales, dificultades en la lactancia…"

También cree que el autismo tambien le hace ser muy sensible emocionalmente, "soy híperempatica, por lo que muchas veces las emociones de las personas que vienen y las historias personales me 'afectan' con mayor intensidad, y suelo humanizar mucho el proceso, algo que creo que las familias agradecen".

Y la logopedia, ¿en qué le ha ayudado a ella? Está segura de que en mucho, "tengo más estrategias comunicativas, me conozco más, conozco mejor cómo procesa la información mi cerebro y así puedo ir trabajando sobre ello y planificar las técnicas que más se pueden ajustar a mi. Para mí, en autismo, lo que más hay que trabajar desde logopedia es la pragmática, el uso del lenguaje en todos los aspectos, siempre digo que de nada me vale tener mucho vocabulario si realmente no puedo expresar lo que siento o pienso".

Gracias a la logopedia, tengo más estrategias comunicativas, me conozco más y conozco mejor cómo procesa la información mi cerebro

Para acabar, le preguntamos a Rebeca qué le gustaría reivindicar por el Día de la logopedia, y, aunque reconoció que son muchas cosa, quiso destacar sobre todo, que se valore más una profesión que ayuda tanto a la gente, "es una profesión sanitaria, que solo la puede ejercer una logopeda titulada universitaria y especializada en un área, por eso las personas hay que asegurarse de que la persona que esta con sus hijos e hijas es una logopeda colegiada".

Los logopedas, como quiere resaltar, "acompañamos procesos desde la primera infancia hasta la senectud. Nos dedicamos a diversas áreas, como la comunicación, tanto oral como escrita, voz, terapia miofuncional desde lactantes trabajando disfunciones orofaciales en la succión-deglución-respiración, como la rehabilitación de los frenillos sublinguales, hasta masticación, maloclusiones generadas por disfunciones orofaciales, funciones ejecutivas… Por todo lo que ayudan creo que es imprescindible que haya más logopedas en hospitales, en atención primaria y en colegios…"

Y en cuanto al autismo, cuyo día mundial también se aproxima, le gusaría pedir que "se dejara de estigmatizar, no es una enfermedad, no es algo que con terapias se cure o con dietas alimentarias. Es una condición del neurodesarrollo que hay que saber acompañar, comprender y respetar, para que las personas autistas no sigan siendo segregadas. Que, desde pequeños y pequeñas, puedan tener derecho a las mismas oportunidades de manera equitativa con los apoyos que sean necesarios".