¿Qué es una persona tóxica?
Vivimos en una sociedad competitiva que potencia la existencia «vampiros emocionales» que aniquilan nuestra autoestima. Alejarse de las personas tóxicas se ha convertido, hoy, en una necesidad social. La entrada ¿Qué es una persona tóxica? se publicó primero en Ethic.

Evitar a aquellas personas que en algún momento de nuestra vida nos rodean para transmitirnos únicamente una desagradable sensación de toxicidad se ha convertido en una necesidad que llega a provocarnos intensos momentos de angustia. Personas que nos asfixian con sus actitudes egoístas, infantiles, paranoicas o, en general, carentes de empatía. Personas que nos provocan sentimientos desagradables, que no aportan nada positivo a la relación que mantenemos con ellas ni a nuestra propia vida, y a las que nos resulta difícil evitar.
El psicólogo norteamericano Albert J. Bernstein llegó a la fama con sus trabajos como columnista y orador. Una fama que se disparó cuando, en 2012, publicó su ensayo Vampiros emocionales, que inmediatamente se convirtió en bestseller. En su libro, Bernstein llamaba la atención sobre aquellas personas que, estableciendo relaciones absorbentes, logran quitar la energía a todo aquel con que se relacionan. Difíciles de identificar en el primer instante, su toxicidad solo se revela cuando tomamos consciencia de que, tras compartir con ellas nuestro tiempo, nos sentimos estresados, ansiosos, frustrados, agotados o con la autoestima por los suelos.
Según Bernstein, las personas tóxicas se dividen en cinco tipologías. Desde las antisociales hasta las histriónicas, pasando por las paranoicas, las narcisistas y las obsesivo-compulsivas. Todas ellas tienen la nefasta capacidad de aniquilar nuestra energía. Evidentemente, el contexto social en que vivimos, dominado por la competitividad, el individualismo y las ganas de medrar, es el más propicio para la multiplicación de este tipo de personalidades que tanto daño pueden hacernos si les damos entrada a nuestro círculo de relaciones.
Las personas tóxicas se dividen en cinco tipologías: antisociales, histriónicas, paranoicas, narcisistas y obsesivo-compulsivas
En principio, parece sencillo evitar relacionarse con este tipo de personas. Pero no debemos olvidar que están en todos los ámbitos de nuestras vidas, desde la familia al entorno laboral, pasando por el grupo de amigos. Por tanto, para evitarlas es imprescindible, ante todo, saber identificarlas.
Sería una tarea verdaderamente exhaustiva el poder catalogar a esas personas que nos envuelven con sensaciones negativas que no desearíamos sentir, pero hay una serie de características comunes a todas ellas que son fáciles de identificar desde los primeros momentos en que establecemos contacto.
Las personas tóxicas cuentan con una gran capacidad psicológica que les permite advertir los temores de los demás y, de manera inmediata, comenzar a manipularlos. Son hábiles a la hora de presentarse ante el resto como víctimas y, de esta forma, allanar el terreno de la seducción y lograr una máxima atención. Su pericia a la hora de utilizar un doble lenguaje que deforme la realidad y les permita controlar cualquier discurso es la vía principal que siguen para controlar, a su vez, el pensamiento ajeno. Aludiendo a Bernstein, son efectivamente auténticos vampiros, depredadores incapaces de respetar la autonomía ajena y que, por encima de todo, persiguen el objetivo de imponer sus propios criterios. Carecen de sentimiento de culpabilidad y, al contrario, proyectan el mismo en las personas con quienes se relacionan, ya que no tienen principios y, de tenerlos únicamente se adaptan a sus objetivos. Por supuesto, para lograr dichos objetivos cuentan con grandes dosis de paciencia que les permiten establecer estrategias para, poco a poco, sembrar en los demás las dudas sobre las propias capacidades y dirigirles hacia la aniquilación de la autoestima. Pero quizás la forma más fácil de detectarles sea su clara tendencia a la incoherencia entre el discurso que mantienen y su propio comportamiento.
Las personas tóxicas son hábiles a la hora de presentarse ante el resto como víctimas
Con todo esto, y teniendo en cuenta que estamos rodeados por personas de este tipo, debemos hacer el esfuerzo necesario para evitar el daño que nos pueden provocar.
Cuando necesitamos por todos los medios evitar a una persona concreta que nos está vampirizando las emociones, tendríamos que, simplemente, olvidarla y alejarnos de ella, sin más. Pero, por el grado de relación o el tiempo que nos vemos obligados a pasar en su cercanía, no siempre es fácil. Por tanto, tendremos que poner en marcha otros mecanismos para que, poco a poco, podamos mantenernos a salvo de su influencia negativa.
Entre dichos mecanismos se encuentra uno imprescindible: no conceder a esa persona la importancia que requiere. Para ello necesitamos no polemizar ni empatizar con ella. Esto nos ayudará a prestar mayor atención al resto de personas que nos rodean y cuya compañía sí nos hace bien. A la hora de evitar a esta persona, es también necesario actuar con la máxima cautela. Esto implica que no debemos contarle nuestras cuestiones íntimas, ni tampoco hablar de ella cuando no está presente. De esta manera, lograremos sacarla de nuestra mente y alcanzar el necesario alejamiento, aunque sea emocional.
La vida actual nos presenta demasiadas preocupaciones que requieren de calma y perspectiva. Evitar a todas aquellas personas que no nos aportan más que quebraderos de cabeza o desequilibrios emocionales nos ayudará a mantener esa calma.
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