Precios de los autos: frenos en los aumentos, marchas atrás y un cliente que no perdona si siente que lo van a... embromar
Con la apertura del cepo y la flotación del dólar entre bandas, la mayoría de las automotrices priorizó sus objetivos comerciales a su bottom line. Ninguna, además, quiso cargar con el lastre de frenar a un mercado en recuperación

Era todo incertidumbre. Mensajes y audios de WhatsApp que iban y venían. Notificaciones que sonaban -una detrás de la otra- y cascadeaban sobre la pantalla sin pausa pero con prisa. El Ministro de Economía, Luis Caputo, había anunciado que la Argentina, finalmente, después de más de cinco años, liberaría el cepo, esa mancha para la inversión que parecía imposible de borrar, como el descenso para un equipo de fútbol. Sin embargo, pese a la dimensión positiva de esa buena noticia, quedó eclipsada por la otra novedad: un nuevo régimen monetario, un sistema de flotación libre entre bandas, cuyo techo, $ 1400, representaba una depreciación del 40% sobre la cotización que el dólar oficial había tenido hasta apenas horas antes, durante ese tenso viernes.
"¿Qué hacemos?", le preguntaban todos: tropa propia, concesionarios... Como si él lo supiera: tener la última decisión no siempre significa tener todas las respuestas. Este era uno de esos casos, como muchos otros previos, en los que, si salía bien, era toda suya; si salía mal, también. Hasta ahora -CEO con varios años ya en la función- mal no le fue. Con sus aciertos (muchos) y yerros (más de los que gustarían). Se la volvió a jugar. Agarró el iPhone y respondió: "Nada: seguimos igual".
Fue de los primeros pilotos de la industria automotriz que, en ese fin de semana de vértigo hasta la apertura del mercado del lunes, decidió no subir su lista de precios. Terminales líderes, como Ford y Toyota, picaron en punta para -ese mismo viernes- aclarar que no subían precios, ni frenaban facturación, incluso, pese a que el dólar -en las primeras horas de su "Liberation Day" (lunes 14)- había escalado a $ 1260 (cerró a $ 1230). Al día siguiente, cuando quedó claro que distaba mucho de ser el fin del mundo -más bien, lo contrario-, se plegaron otras, como General Motors y Renault. También lo haría Stellantis (Fiat, Peugeot, Citroën y RAM), que, preventivamente, había clavado el freno en las ventas a su red comercial. La única que marchó a contramano resultó Volkswagen, con un ajuste preventivo del 3,6% que provocó un destello de rebelión en la granja de sus concesionarios. Alguno, de hecho, se encabritó contra el que se apuró para cuidar su queso y subió un 15% para cubrirse, según narró el colega Horacio Alonso.
Especímenes de olfato sensible, los vendedores son los primeros en tener los sentidos aguzados para detectar el peligro. Instinto natural de supervivencia. Con el recuerdo fresco de la hibernación forzada de un año atrás por el derrumbe de ventas, huyen de cualquier peligro que amenace con frenar la recuperación que el mercado experimenta desde mediados de 2024, con un revigorizado impulso desde enero. En el primer trimestre, los patentamientos crecieron 90,2%, a 161.229 unidades, informó la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara). Fue la mejor marca en siete años.
El mercado volvió a enriquecerse con la oferta de productos importados. Además, estabilidad macro y baja de tasas mediante, la financiación pisa fuerte: hoy, cerca de la mitad de las ventas de 0 km es a crédito; en volumen, casi 130% más que un año atrás. Incluso, gente sufrida, con más de un trabajo para llegar a fin de mes, testimonió en televisión cómo, en estos días, pudo hacerse de su coche nuevo gracias a esta situación, financiando hasta el 60% de la operación.
En ese contexto, la mayoría de las automotrices priorizó sus "ambiciosos objetivos comerciales" (sic del mensaje de una marca a su red) que el bottom line (al menos, el mensual). Nadie quiso cargar el lastre de ser quien averíe ese motor. Esta vez, priorizan la Q sobre la P en la ecuación de ingresos. Hoy, el mercado es de oferta, ya no de demanda, como se habían acostumbrado en los últimos años.
"El cliente no es bol... Si siente que lo vas a embromar, te castiga y se va a otra marca", se sincera otro CEO. "Si, el año pasado, esperaba que los precios bajaran porque se había reducido un impuesto, ahora, no habría perdonado al que hubiese jugado a la defensiva, trasladándole el costo de la eventual devaluación", explica. Flashback: el 1º de septiembre, empezó a regir la reducción de 10 puntos en el impuesto PAIS. Si bien los vehículos que estaban en ese momento en los salones habían sido facturados el mes previo -es decir, con el tributo-, Toyota fue la primera que bajó precios, con la promesa de una futura compensación a sus concesionarios, que asumieron ese costo financiero. Lo propio ocurrió en diciembre, cuando el PAIS dejó de regir y, también, en enero, cuando el Gobierno alivió -en la mayoría de los casos, totalmente- el peso del impuesto interno y ya fueron muchas más terminales las que no quisieron perderse ese envión.
El viernes, los importadores se subieron a la onda verde. "Las 23 marcas de vehículos nucleadas en Cidoa acompañan las nuevas medidas del Gobierno en referencia al tipo de cambio y NO modifican ninguno de sus precios", anunció. El "NO" en mayúsculas es original del comunicado de la entidad, en la que figuran marcas como BMW, Alfa Romeo, KIA y Hyundai.
La historia tuvo un último capítulo el martes. Volkswagen retrotrajo el aumento. Algo que aplaudieron muchos de sus concesionarios -en especial, los de mayor volumen de operaciones y años, muchos años, en el negocio- y el propio Caputo. "De esta manera, ninguna automotriz subió precios", escribió Toto en su cuenta de X. "Como siempre, la competencia favorece a los consumidores", celebró.