Por qué China tiene más chances de ganar en la guerra comercial con Trump

La Casa Blanca ha calculado erróneamente el equilibrio de fuerzas en su guerra arancelaria con China.

Abr 14, 2025 - 17:34
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Por qué China tiene más chances de ganar en la guerra comercial con Trump

En caso de duda, utilice mayúsculas. "NADIE está 'saliendo del apuro'", insistió Donald Trump el domingo, en una confusa aclaración a un anuncio anterior de que Estados Unidos eximiría de aranceles a los celulares y la electrónica de consumo. A su vez, esa exención fue un cambio en la política de la semana pasada, cuando anunció aranceles "recíprocos" del 145% sobre todos los bienes procedentes de China -que era en sí mismo un aumento dramático a las tasas anunciadas unos días antes. ¿Me siguen?

Un observador casual podría pensar que todos estos cambios repentinos en la política arancelaria son una prueba del caos en la Casa Blanca. Los seguidores de Trump discrepan. Bill Ackman, un financista, elogió un anterior y brusco giro de 180 grados como "brillantemente ejecutado... de manual, El arte de la negociación [un libro escrito por Trump]".

Los seguidores más acérrimos del presidente siguen insistiendo en que es un maestro estratega. Los que sugieren lo contrario corren el riesgo de ser acusados del síndrome de distanciamiento de Trump.

Desgraciadamente, yo todavía padezco este síndrome. (La vacuna ha sido prohibida).

Para mi mente febril, parece que Trump tiene una mano mucho más débil de lo que pensaba en la partida de póker de aranceles que está jugando con China. Cuanto más tarde Trump en aceptarlo, más perderán él y EE.UU.

La premisa de partida de Trump y sus guerreros comerciales es que China está automáticamente en desventaja en un conflicto sobre aranceles. Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, argumentó que China está "jugando con un par de dos... Nosotros les exportamos una quinta parte de lo que ellos nos exportan a nosotros, así que es una mano perdedora para ellos".

Los fallos de la lógica de Trump y Bessent se explican lúcidamente en un reciente artículo de Adam Posen en Foreign Affairs. Como señala Posen, el hecho de que China exporte mucho más a EE.UU. que al revés es en realidad una fuente de influencia para ellos, no una debilidad.

EE.UU. no compra productos chinos por caridad. Los estadounidenses quieren lo que fabrica China. Por eso, si esos productos se encarecen o desaparecen de las góndolas, los estadounidenses sufrirán las consecuencias.

La importancia de la agonía sobre los celulares es que Trump finalmente ha tenido que reconocer tácitamente algo que siempre ha negado: los aranceles los pagan los importadores, no los exportadores.

Más de la mitad de los celulares que se venden en EE.UU. son iPhones y el 80% de ellos se fabrican en China. Los estadounidenses se quejarán a gritos si suben más del doble de precio. El "Día de la Liberación" no debía significar la liberación de sus smartphones.

Los teléfonos y las computadoras son los candidatos más obvios a una rebaja. No son ejemplos aislados. Trump tendrá que esperar que no sea un verano caluroso porque cerca del 80% de los aparatos de aire acondicionado del mundo se fabrican en China; junto con tres cuartas partes de los ventiladores eléctricos que importa EE.UU. Sin duda, la Casa Blanca querrá que la guerra comercial haya terminado para Navidad porque el 75% de las muñecas y bicicletas que importa EE.UU. también se fabrican en China.

¿Todo esto se puede fabricar en EE.UU.? Es posible. Pero llevará tiempo montar nuevas fábricas y los productos finales serán más caros.

Trump odia los malos titulares y querrá que desaparezcan. Así que en lugar de soportar el impacto de la escasez y la inflación, es probable que sume más y más artículos a la lista de bienes exentos de aranceles.

En estas circunstancias, China puede permitirse jugar a la espera. Pero si Beijing decide ponerse agresivo, tiene algunas herramientas poderosas que puede desplegar. China fabrica casi el 50% de los ingredientes de antibióticos de los que dependen los estadounidenses. El F35, la columna vertebral de la Fuerza Aérea estadounidense, necesita componentes de tierras raras procedentes de China. Los chinos son también los segundos mayores propietarios extranjeros de bonos del Tesoro estadounidense, lo que podría ser importante en un momento en que el mercado está bajo presión.

Incluso si la administración Trump puede encontrar una categoría de importaciones que nadie en EE.UU. vaya a extrañar, parece poco probable que pueda infligir un daño que cambie las reglas del juego en China.

El mercado estadounidense solo representa alrededor del 14% de las exportaciones chinas. Joerg Wuttke, ex director de la Cámara de Comercio Europea en Beijing, sostiene que los aranceles estadounidenses son "inconvenientes, pero no van a ser una amenaza para la economía...". Es una economía de u$s14.000 a u$s15.000 millones y las exportaciones a EE.UU. ascienden a u$s550.000 millones.

La Casa Blanca sigue sugiriendo nostálgicamente que el presidente Xi Jinping debería levantar el teléfono y llamar. Pero con Trump en retirada precipitada, no hay ningún incentivo para que el líder chino hable, y mucho menos pida clemencia.

Un sistema autoritario -férreamente controlado por el Partido Comunista Chino- también está probablemente mejor preparado para absorber un periodo de dolor político y económico que EE.UU., donde las turbulencias económicas se traducen rápidamente en presión política.

Xi es perfectamente capaz de cometer sus propios errores. La gestión china de la pandemia de Covid-19 lo demostró. Pero los chinos llevan mucho tiempo preparándose para un enfrentamiento comercial con EE.UU. y han meditado bien sus opciones. En cambio, la Casa Blanca está improvisando.

Trump tiene las de perder. Tarde o temprano tendrá que retirarse. ¡El arte de la negociación!