Plan, programa, presupuesto

La seguridad que se establece para proteger a quienes desempeñan tareas de gobierno tiene como principal efecto colateral su aislamiento. Aunque los protegidos...

Abr 24, 2025 - 07:40
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Plan, programa, presupuesto
¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

La seguridad que se establece para proteger a quienes desempeñan tareas de gobierno tiene como principal efecto colateral su aislamiento. Aunque los protegidos quieran deambular por los espacios públicos al final los de seguridad imponen su ley para que acaben haciéndolo envueltos en una red que necesariamente les aísla de la gente de a pie, de modo que la comunicación queda interferida cuando no invalidada. Pudiera pensarse que están en medio de la plaza pública, pero en realidad permanecen por completo aislados. Como recordábamos hace una semana en la columna Llamamiento por Europa, el poeta Gabriel Celaya nos conmina en su poema España en marcha, para lanzarnos a cuerpo gentil a la calle diciéndonos: "¡A la calle!, que ya es hora/ de pasearnos a cuerpo/ y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo".

Así en la calle, de incógnito, encontré hace unos días al general José Enrique de Ayala y volví a confirmar la exactitud del aforismo que dictaba el pintor y diseñador Onésimo Anciones a los jóvenes que se iniciaban en el oficio periodístico a quienes echaba a la calle diciéndoles que "las noticias no venían a la redacción, que las noticias estaban en los bares". Y, así, junto al bar contiguo cambié impresiones con el mencionado general sobre la urgencia subrayada de incrementar los gastos en defensa. Coincidíamos ambos en advertir la exigencia que impulsan nuestros socios de la UE y nuestros aliados de la OTAN para que multipliquemos los gastos en defensa, de modo que lleguen a sumar hasta el 3% de nuestro PIB. Pero también en que deberíamos saber bien en qué y cómo hemos de gastar para evitar la senda de los gastos inútiles y no incurrir en despilfarros sin sentido, escarmentados como venimos de los abusos a que nos llevaron las adquisiciones de mascarillas y vacunas.

El general Ayala hablaba de la triada "plan, programa, presupuesto" como esquema elemental que garantiza la racionalidad del gasto. Claro que si de lo que se trata es tan solo de guardar las apariencias, nada como un contable habilidoso que cambie la denominación de las partidas de modo que haga pasar como gastos de defensa los empleados en cualquier otra materia, los de la Guardia Civil, los del cuerpo de bomberos, los de los socorristas de piscina, los de regulación del tráfico rodado, los de conservación del patrimonio histórico artístico de los acuartelamientos, los de enseñanzas de idiomas, los de vigilancia contra incendios forestales, los de cría caballar o los del vicariato general castrense. En todo caso, habría que desactivar algunas contradicciones que se observan entre la alta valoración institucional que merecen las Fuerzas Armadas y el menor prestigio que se concede a la profesión castrense.

Por ejemplo, es de general aceptación que la reforma militar está considerada como la más ambiciosa de todas las emprendidas en la administración del Estado, de modo que los militares de carrera se mantienen en continuo estado de evaluación, atendiendo al mérito y capacidad, y quien se gradúa en la Academia Militar y recibe despacho de teniente con el número 1 de la promoción, para nada tiene garantizado seguir encabezándola cuando llega el ascenso a capitán. El lugar en el escalafón varía según los cursos que cada uno haya seguido y donde haya tenido sus destinos durante ese periodo. Pero abogados del Estado, notarios, registradores y tutti quanti mueren con el número indeleble que obtuvieron en la oposición, aunque no hayan dado palo al agua desde entonces. Mientras, se recomienda la lectura del estudio que los profesores Rafa Martinez y Marién Durán han dirigido bajo el título Repensando el papel de las Fuerzas Armadas españolas ante los nuevos desafíos a la seguridad, que acaba de editar el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Atentos.