Peter Pan: pesadilla en la tierra de Nunca Jamás o cómo llevar un clásico al cine de terror clase B
Como pasó con Winnie The Pooh o Cenicienta, ahora es el turno de otro personaje infantil clásico que es revisitado entre baños de sangre y asesinos seriales

Peter Pan: pesadilla en la tierra de Nunca Jamás (Peter Pan’s Neverland Nightmare, Estados Unidos/2025). Dirección: Scott Chambers. Guion: Scott Chambers. Fotografía: Vince Knight. Música: Greg Birkumshaw. Edición: Dan Allen. Elenco: Martin Portlock, Megan Placito, Kit Green, Peter De Souza-Feighoney, Teresa Banham, Olumide Olorunfemi, Campbell Wallace, Nicholas Woodeson, Hardy Yusuf. Duración: 89 minutos. Calificación: apta para mayores de 16 años. Distribuidora: BF Paris. Nuestra opinión: buena.
Sí, es lo primero que uno piensa: otra película más de terror con personajes clásicos popularizados por Disney. Como ya hemos dicho varias veces, esto de aprovechar que los derechos de estos pasan a dominio público para convertir a íconos infantiles en asesinos despiadados, ya es prácticamente un subgénero dentro del terror.
Cenicienta, Winnie The Pooh, hace poco Mickey; la fórmula parece ser siempre la misma y las películas también. Sin embargo, no es tan así. Pasado el prejuicio inicial, pueden encontrarse en Peter Pan: pesadilla en la tierra de Nunca Jamás, algunos detalles que la diferencian del resto y hasta incluso la elevan por sobre propuestas similares. Eso sí, quienes no disfruten de salir del cine bañados en sangre, ni se molesten.
Luego de una introducción a libro abierto (recurso ya utilizado en Winnie The Pooh, miel y sangre), donde se ofrece una versión menos edulcorada de la fantasía de Peter Pan, los Niños Perdidos y el País de Nunca Jamás, la acción se traslada a un circo. Un hombre pintado como un payaso -de inequívoca inspiración en el Joker de Batman-, elige entre el público a su nueva víctima. Es Peter Pan, y su misión es secuestrar chicos para “llevarlos al País de Nunca Jamás”. Para lograr su objetivo da rienda suelta a su primera matanza hiper sangrienta, no apta para espíritus sensibles, con la madre del nene como víctima. Enseguida, la acción se traslada quince años en el futuro, y aparecen los buenos de la historia: Wendy, John y Michael; sí, los mismos personajes del cuento de J.M. Barrie. Este último como potencial víctima, y su hermana, como aquella que tendrá en sus manos el deber de salvarlo.
Lo primero que diferencia a esta película de otras con personajes infantiles en plan psycho killer, es que se han molestado en construir un guion, lineal sí, pero con todo lo que un fanático puede esperar del género. Es más, si uno cambiara los nombres de los protagonistas, la película igualmente funcionaría como la historia de un secuestrador y asesino de niños. Que una trama tan sórdida se base en la conocida historia de Peter Pan, le suma un ingrediente repulsivo, que va muy bien como reinterpretación del texto original.
Otro acierto, relacionado directamente con la construcción del relato, es que la heroína protagonista se aleja del arquetipo que se ha impuesto en el género desde hace varias décadas. En el film, el objetivo de Wendy es salvar a su hermano y salvarse ella, no se corre de ahí ni siquiera cuando mueren frente a sus ojos su círculo más íntimo. Nada de tratar de salvarlos y quedar expuesta ante el asesino: ella se esconde esperando la mejor oportunidad para enfrentarlo, recuperando aquello de “soldado que escapa, sirve para otra guerra”. Y también hay que destacar la reversión de Campanita, inesperada pero muy acorde con lo turbio de la idea general.
Y hasta acá lo positivo, quizás se le podría sumar una puesta en escena efectiva, aunque limitada, pero nada más. En el rubro actuaciones, del primero al último, el elenco deja muchísimo que desear; gritan muy bien, eso sí, pero nada más. Es cierto que estas producciones de poco presupuesto y orgullosamente inspiradas en los films gore clase B de los años 80, nunca se han preocupado demasiado por el casting. Pero en el resultado se nota mucho, distrae y molesta.
En el país de los ciegos, el tuerto es rey, y parece que Nunca Jamás debe quedar cerca de ahí. Porque con muy poco, pero con un rumbo definido, Peter Pan: pesadilla en la tierra de Nunca Jamás, se coloca un par de escalones más arriba de lo visto en el subgénero hasta el momento. Una propuesta más cercana a La masacre de Texas, que a la de un asesino cualquiera, que se limita a ir matando por ahí con la impunidad de portar un nombre famoso.