Mujeres en la ciencia: una cuestión de equidad y una oportunidad para transformar el conocimiento

Apenas un tercio de los investigadores en el mundo son mujeres y solo el 12% integra las academias científicas nacionales, según la Unesco. Estos datos muestran que, aunque hemos avanzado en la participación científica, seguimos enfrentando barreras estructurales y culturales que limitan nuestro desarrollo pleno.No se trata sólo de alcanzar una paridad numérica, sino que es fundamental hacerlo en jerarquía de roles. Lo que se viene demostrando, por ejemplo, en el campo de la investigación médico científica, es que, al acceder a espacios de decisión, las mujeres estamos logrando cambiar la dinámica de trabajo y liderazgo, adoptando enfoques más inclusivos y menos jerárquicos. Nuestro compromiso con la equidad y la justicia social también se refleja en las temáticas de investigación que priorizamos, incluyendo la salud pública, el impacto ambiental y la inclusión social. El paradigma clásico de la investigación en enfermedades, impulsado por el mercado, está empezando a coexistir con una visión más humanista, sistémica y transversal de la salud, alineada con la Agenda 2030. Se trata de un giro hacia una ciencia menos antropocéntrica y más biocéntrica, en la que la interdependencia relacional y el cuidado emergen como principios básicos. Así, cada vez se necesitan más los equipos multidisciplinarios para abordar los desafíos más complejos. Y en este viraje, las mujeres estamos haciendo aportes claves.Sin embargo, los sesgos de género, tanto explícitos como implícitos, continúan limitando el acceso al financiamiento, las posiciones de liderazgo y la visibilidad. De acuerdo a datos de la Unesco, las mujeres suelen recibir becas más modestas y enfrentar mayores obstáculos para publicar sus hallazgos en revistas de prestigio. A su vez, la doble carga de responsabilidades, entre el trabajo profesional y las tareas de cuidado, sigue siendo una realidad que restringe tiempo y energía para la investigación. A esto se suma la falta de redes de apoyo y de referentes femeninas en espacios de decisión. Aún así, lo que tenemos por delante es una oportunidad, no sólo para las mujeres sino para transformar el modo en que se hace ciencia. La visión heterárquica, que reemplaza la estructura vertical por una red colaborativa, permite integrar diversidad de enfoques y disciplinas, fomentando un abordaje más creativo y eficaz. Y las mujeres, con cualidades que marcan una tendencia a modelos de liderazgo más cooperativos y horizontales, como la empatía y capacidad de escucha, protagonizamos la adopción de esta nueva manera de producir conocimiento. Es momento de que el poder empiece a ser entendido como una potencia y no como una dominación. Por lo tanto, promover la participación equitativa en la ciencia es una cuestión de justicia, pero además de calidad científica y de evolución de nuestra sociedad. Necesitamos políticas institucionales que garanticen igualdad de oportunidades y fomenten espacios de reflexión y acción para construir un “nuevo pacto social” en la ciencia. Para ello, es vital también que los hombres reconozcan y cuestionen los privilegios de género que han modelado la cultura académica y científica.El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que se celebra hoy nos recuerda los desafíos que aún debemos enfrentar. Por otro lado, implica una invitación a pensar cómo queremos que sea la ciencia del futuro: una ciencia que no sólo nos ayude a entender el mundo, sino que se ocupe de cuidarlo y sostenerlo en equilibrio. Y para eso, necesitamos más mujeres haciendo y decidiendo en la ciencia, con plena participación y liderazgo en la construcción del conocimiento que definirá el siglo XXI.Médica epidemióloga, doctora en Ciencias Sociales y coordinadora del Área de Salud Poblacional de la Secretaría de Investigación de la Universidad Hospital Italiano

Feb 11, 2025 - 07:22
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Mujeres en la ciencia: una cuestión de equidad y una oportunidad para transformar el conocimiento

Apenas un tercio de los investigadores en el mundo son mujeres y solo el 12% integra las academias científicas nacionales, según la Unesco. Estos datos muestran que, aunque hemos avanzado en la participación científica, seguimos enfrentando barreras estructurales y culturales que limitan nuestro desarrollo pleno.

No se trata sólo de alcanzar una paridad numérica, sino que es fundamental hacerlo en jerarquía de roles. Lo que se viene demostrando, por ejemplo, en el campo de la investigación médico científica, es que, al acceder a espacios de decisión, las mujeres estamos logrando cambiar la dinámica de trabajo y liderazgo, adoptando enfoques más inclusivos y menos jerárquicos.

Nuestro compromiso con la equidad y la justicia social también se refleja en las temáticas de investigación que priorizamos, incluyendo la salud pública, el impacto ambiental y la inclusión social. El paradigma clásico de la investigación en enfermedades, impulsado por el mercado, está empezando a coexistir con una visión más humanista, sistémica y transversal de la salud, alineada con la Agenda 2030. Se trata de un giro hacia una ciencia menos antropocéntrica y más biocéntrica, en la que la interdependencia relacional y el cuidado emergen como principios básicos. Así, cada vez se necesitan más los equipos multidisciplinarios para abordar los desafíos más complejos. Y en este viraje, las mujeres estamos haciendo aportes claves.

Sin embargo, los sesgos de género, tanto explícitos como implícitos, continúan limitando el acceso al financiamiento, las posiciones de liderazgo y la visibilidad. De acuerdo a datos de la Unesco, las mujeres suelen recibir becas más modestas y enfrentar mayores obstáculos para publicar sus hallazgos en revistas de prestigio.

A su vez, la doble carga de responsabilidades, entre el trabajo profesional y las tareas de cuidado, sigue siendo una realidad que restringe tiempo y energía para la investigación. A esto se suma la falta de redes de apoyo y de referentes femeninas en espacios de decisión.

Aún así, lo que tenemos por delante es una oportunidad, no sólo para las mujeres sino para transformar el modo en que se hace ciencia. La visión heterárquica, que reemplaza la estructura vertical por una red colaborativa, permite integrar diversidad de enfoques y disciplinas, fomentando un abordaje más creativo y eficaz. Y las mujeres, con cualidades que marcan una tendencia a modelos de liderazgo más cooperativos y horizontales, como la empatía y capacidad de escucha, protagonizamos la adopción de esta nueva manera de producir conocimiento.

Es momento de que el poder empiece a ser entendido como una potencia y no como una dominación. Por lo tanto, promover la participación equitativa en la ciencia es una cuestión de justicia, pero además de calidad científica y de evolución de nuestra sociedad. Necesitamos políticas institucionales que garanticen igualdad de oportunidades y fomenten espacios de reflexión y acción para construir un “nuevo pacto social” en la ciencia. Para ello, es vital también que los hombres reconozcan y cuestionen los privilegios de género que han modelado la cultura académica y científica.

El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que se celebra hoy nos recuerda los desafíos que aún debemos enfrentar. Por otro lado, implica una invitación a pensar cómo queremos que sea la ciencia del futuro: una ciencia que no sólo nos ayude a entender el mundo, sino que se ocupe de cuidarlo y sostenerlo en equilibrio. Y para eso, necesitamos más mujeres haciendo y decidiendo en la ciencia, con plena participación y liderazgo en la construcción del conocimiento que definirá el siglo XXI.

Médica epidemióloga, doctora en Ciencias Sociales y coordinadora del Área de Salud Poblacional de la Secretaría de Investigación de la Universidad Hospital Italiano