Montoya: ¿Nueva masculinidad o toxicidad?

Todos somos Montoya, el concursante de La isla de las tentaciones experto en romperse la camisa. Sus excelentes dotes para el running en la playa lo convirtieron...

Mar 11, 2025 - 07:13
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Montoya: ¿Nueva masculinidad o toxicidad?

Todos somos Montoya, el concursante de La isla de las tentaciones experto en romperse la camisa. Sus excelentes dotes para el running en la playa lo convirtieron en meme con el que todos nos partimos de risa. Lo comentó hasta la mismísima Whoopi Goldberg y, a lo tonto, el chaval ahora hace publicidad para Netflix USA. Además, se ha apuntado como estrella a otro reality de la casa, Supervivientes, y los que le quedan. Vamos, que es Montoya el que se está riendo de todos.

El caso es que, al mismo tiempo que sus cuernos se hacían virales y le iban lloviendo los contratos, esa parte del feminismo más woke que se manifiesta por separado y a todo le pone la puntilla del machismo abrió en redes un debate donde parecía que no lo había: ¿Las lágrimas de Montoya son un ejemplo de nuevas masculinidades o representan la perpetuación de los varones tóxicos?

A juzgar por los corazones que le llueven en Instagram, en donde va camino de los 700.000 seguidores (más que la población de toda Navarra), ha colado lo de que es uno de esos hombres que tras los pectorales depilados tiene su corazón. Montoya no parece haber crecido con aquella canción de Miguel Bosé que decía que los chicos no lloran y al final hizo llorar a muchos más por creer que no podían hacerlo. Su discurso emocional, pese a que lo lanzó a gritos, le ha alejado para el público de las versiones de cornudos clásicos que se lían a guantazos.

La cosa es que también se podría hacer otra lectura. El llanto de Montoya igual no es tan vulnerable porque de lo que tira es de victimismo. Y la empatía que ha generado refuerza la idea en la sociedad, sobre todo en la más joven que le sigue, de que las mujeres son manipuladoras, mentirosas y malvadas. Que las hay, por mucho que diga Irene Montero, igual que siempre ha habido hombres que lloran.

Pero el caso es que un estudio de Ashley Madison, la aplicación de citas para casados, determinó que un 42% de mujeres ha sufrido una infidelidad frente al 35% de los hombres. Cuadra con lo que escucho en el programa de Sonsoles en el que colaboro. Tiene el apostolado de que las señoras vayan a contar las infidelidades que han sufrido por sus maridos, aunque a mí me sale reivindicar los hombres cornudos, que haberlos haylos. La realidad es que ellos tienen el teléfono del programa igual de abierto y no llaman, no sé si por falta de historia o vergüenza.

Cualquiera de las dos opciones contaría que hay algo generacional que igual Montoya ha venido a cambiar. No creo que sea la masculinidad, esa siempre ha sido de todos los colores. Hay tíos llorones y otros que son más de apretar los dientes, y los dos modelos valen. A ver si al final va a resultar que lo de cerrar el manual de la buena mujer era para abrir el del buen hombre. Además, que lo de este chico tiene más que ver con el guion. Romper camisas o cocos en islas tiene poco que ver con la sociología y mucho con el espectáculo.