Me he subido al Xiaomi SU7 Ultra. Es la prueba definitiva de que China ya juega en otra liga
El Salón del Automóvil de Shanghai 2025 es un hormiguero de ejecutivos occidentales con cara de preocupación. He recorrido sus ocho pabellones para confirmar lo que ya intuía: China ha dejado de ser el copión aplicado para convertirse en el alumno aventajado. Y pocos modelos lo ejemplifican mejor que el SU7 Ultra de Xiaomi, que me hizo pasar más tiempo con él del que tenía previsto: El necesario para hacer la larga cola de curiosos que queríamos subirnos a él... ...y el que pasé frente a su volante. No es solo un coche atractivo y endiabladamente rápido (supera los 350 km/h), es la materialización de un fenómeno que cuestiona nuestra comprensión del orden mundial. ¿En qué momento una empresa que hace unos años se limitaba a vender móviles baratos y presumía sin tapujos de estar plagiando a Apple ha creado un coche que supera al Porsche Taycan Turbo GT? El SU7 Ultra en todo su esplendor y en uno de sus colores seña de identidad. Imagen: Xataka. La insignia de Xiaomi sobre el morro no es igual en este modelo que en los demás: es de oro de 24 quilates. Y no es solo ostentación asiática, que también, sino la firma de un fabricante que sabe que ha creado algo especial. Eso sí, pese a que su peso es tan escaso que no pasa de los 30 dólares de valor, ya hay casos de robos. La insignia de oro y fibra de carbono sobre el morro. Imagen: Xataka. Al tocarlo, ante el ceño fruncido de uno de los asistentes de la marca que custodian el coche, noto la transición entre el metal y la fibra de carbono que reposa bajo la insignia. Nada cruje, nada cede. Como en los mejores GT europeos, pero con detalles que cuentan otra filosofía de diseño. En Xataka Me he subido al coche de Xiaomi y ahora voy a echar de menos el Xiaomi SU7 Max cada vez que me suba al mío El habitáculo destroza los prejuicios de cualquiera. Incluso de, ejem, un entusiasta de Apple que miraba a los Redmi con compasión. Los asientos envolventes con detalles en rojo (opcionalmente, en amarillo o negro) abrazan mi cuerpo. El volante, que claudica ante la moda de achatarlo en su base, incluye controles hápticos. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. La integración con HyperOS, que no puedo probar porque uso iOS, va más allá de lo esperado: el asistente ha cambiado su mirada torva por ojos afables para explicarme que el coche entiende quién eres y se adelanta a tus necesidades antes de que las expreses. En algún momento podremos probarlo de verdad, y no solo subirnos fugazmente a él, y lo pondremos a prueba. Y hablando de móviles: admite doble carga inalámbrica de hasta 50W. Un recordatorio sutil de que estamos ante un fabricante que domina varias industrias a la vez. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. Imagen: Xataka. El contraste con el SU7 base es evidente. Y un recordatorio: el Ultra no es solo un "más allá", sino un replanteamiento de lo que debe ser un eléctrico deportivo, con énfasis en esto último. Cuando lo pongamos a prueba en movimiento no solo probaremos las promesas de HyperOS, también sus capacidades de conducción autónoma (como su detección de obstáculos o su sistema anticolisión, que ignora la presión del acelerador para evitar impactos), sus Pirelli P Zero, sus frenos Brembo carbocerámicos o su alerón de fibra de carbono. Y quizás hasta el suelo reforzado con ese material "resistente a balas" que tanto han promocionado. Un laboratorio de ideas transformado en coche. El paciente asistente volvió a torcer el gesto cuando le dije que también eso me encantaría probarlo. Just kidding, le dije antes de despedirme de él y darle las gracias por sus explicaciones y temple zen. Me marché viendo cómo el siguiente en la cola (rasgos occidentales, por cierto) se subía al SU7 Ultra sin disimular su entusiasmo. Este coche no solo confirma que China ya juega en otra liga, también nos obliga a preguntarnos si dentro de diez años nosotros seguiremos jugando al mismo deporte. El tiempo dirá. Haz como nosotros en este viaje y man

El Salón del Automóvil de Shanghai 2025 es un hormiguero de ejecutivos occidentales con cara de preocupación. He recorrido sus ocho pabellones para confirmar lo que ya intuía: China ha dejado de ser el copión aplicado para convertirse en el alumno aventajado.
Y pocos modelos lo ejemplifican mejor que el SU7 Ultra de Xiaomi, que me hizo pasar más tiempo con él del que tenía previsto:
- El necesario para hacer la larga cola de curiosos que queríamos subirnos a él...
- ...y el que pasé frente a su volante.
No es solo un coche atractivo y endiabladamente rápido (supera los 350 km/h), es la materialización de un fenómeno que cuestiona nuestra comprensión del orden mundial. ¿En qué momento una empresa que hace unos años se limitaba a vender móviles baratos y presumía sin tapujos de estar plagiando a Apple ha creado un coche que supera al Porsche Taycan Turbo GT?

La insignia de Xiaomi sobre el morro no es igual en este modelo que en los demás: es de oro de 24 quilates. Y no es solo ostentación asiática, que también, sino la firma de un fabricante que sabe que ha creado algo especial. Eso sí, pese a que su peso es tan escaso que no pasa de los 30 dólares de valor, ya hay casos de robos.

Al tocarlo, ante el ceño fruncido de uno de los asistentes de la marca que custodian el coche, noto la transición entre el metal y la fibra de carbono que reposa bajo la insignia. Nada cruje, nada cede. Como en los mejores GT europeos, pero con detalles que cuentan otra filosofía de diseño.
El habitáculo destroza los prejuicios de cualquiera. Incluso de, ejem, un entusiasta de Apple que miraba a los Redmi con compasión. Los asientos envolventes con detalles en rojo (opcionalmente, en amarillo o negro) abrazan mi cuerpo. El volante, que claudica ante la moda de achatarlo en su base, incluye controles hápticos.





La integración con HyperOS, que no puedo probar porque uso iOS, va más allá de lo esperado: el asistente ha cambiado su mirada torva por ojos afables para explicarme que el coche entiende quién eres y se adelanta a tus necesidades antes de que las expreses. En algún momento podremos probarlo de verdad, y no solo subirnos fugazmente a él, y lo pondremos a prueba.
Y hablando de móviles: admite doble carga inalámbrica de hasta 50W. Un recordatorio sutil de que estamos ante un fabricante que domina varias industrias a la vez.






El contraste con el SU7 base es evidente. Y un recordatorio: el Ultra no es solo un "más allá", sino un replanteamiento de lo que debe ser un eléctrico deportivo, con énfasis en esto último.
Cuando lo pongamos a prueba en movimiento no solo probaremos las promesas de HyperOS, también sus capacidades de conducción autónoma (como su detección de obstáculos o su sistema anticolisión, que ignora la presión del acelerador para evitar impactos), sus Pirelli P Zero, sus frenos Brembo carbocerámicos o su alerón de fibra de carbono.
Y quizás hasta el suelo reforzado con ese material "resistente a balas" que tanto han promocionado. Un laboratorio de ideas transformado en coche. El paciente asistente volvió a torcer el gesto cuando le dije que también eso me encantaría probarlo. Just kidding, le dije antes de despedirme de él y darle las gracias por sus explicaciones y temple zen.
Me marché viendo cómo el siguiente en la cola (rasgos occidentales, por cierto) se subía al SU7 Ultra sin disimular su entusiasmo. Este coche no solo confirma que China ya juega en otra liga, también nos obliga a preguntarnos si dentro de diez años nosotros seguiremos jugando al mismo deporte. El tiempo dirá.
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Me he subido al Xiaomi SU7 Ultra. Es la prueba definitiva de que China ya juega en otra liga
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por
Javier Lacort
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