Yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Lucas, 10,38. Lucas y Juan nos muestran en tres ocasiones a Marta como anfitriona de Jesús aunque, modestamente, creo que fueron muchas más, puede que, incluso antes de Betania, en Galilea. Sólo así se entenderían esos diálogos con Jesús rebosantes de la confianza que nace de la convivencia y de los ratos de tertulia. Permanentemente atareada y pendiente de todos los detalles, una corriente de simpatía me hacía justificarla cuando escuchaba la lectura del evangelio en el que Jesús la reprende con dulzura. Al fin y al cabo, si su hermana María siempre se llevaba la mejor parte, era gracias a...
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