Mantener encendido el “motor biológico” puede atenuar los efectos de la sequía

La variabilidad climática obliga a utilizar buenas prácticas basadas en la rotación y en los cultivos de cobertura, entre otras herramientas

Feb 16, 2025 - 12:23
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Mantener encendido el “motor biológico” puede atenuar los efectos de la sequía

La sequía que recrudeció en gran parte del país desde diciembre hasta hace unas semanas creó una situación hídrica deficitaria en suelos y cultivos que preocupa a los productores agropecuarios. Los informes climáticos indican que las condiciones de La Niña, que aparecieron en diciembre, generen escasez de precipitaciones que afecten a las zonas de cultivos extensivos y que se espera que persistan hasta el otoño, seguidas de una posible transición a condiciones neutras. El Servicio Meteorológico Nacional advierte que el verano 2025 está marcado por sucesivos domos de calor, que afectan al menos a 12 provincias argentinas. Estas olas de altas temperaturas, combinadas con la escasez de lluvias, intensificarán la sequía en las regiones más afectadas.

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En vastas regiones del país en los últimos años, los cultivos agrícolas y pasturas se vieron perjudicados por el estrés hídrico, lo cual representa un desafío significativo para la agricultura argentina, con consecuencias negativas directas para productores y para la economía nacional. Frente a la situación descripta, es posible implementar medidas y prácticas de adaptación que permitan reducir los efectos negativos de la sequía sobre la producción de cultivos y pasturas.

A pesar de lo crítico del año en curso, se puede observar que en los suelos bien manejados la incidencia relativa de la sequía es menor como causal de disminución de los rendimientos. Para ello es necesario mejorar la calidad del proceso productivo mediante la utilización de buenas prácticas de manejo del suelo, basándonos en dos claves. La primera de ellas consiste en convertir el espacio poroso del suelo en un verdadero silo de agua, almacenándola en períodos más húmedos para poder cederla cuando falte. La segunda, se refiere a reducir el proceso evaporativo manteniendo una buena cobertura de rastrojos sobre el suelo.

Los sistemas radicales son fundamentales para la estructuración del suelo y este aspecto puede controlarse mediante la elección de la rotación. El cultivo de maíz al igual que las gramíneas en general, provee abundante cantidad de rastrojos lo cual asegura cobertura y un elevado flujo de carbono al suelo. Sus sistemas radicales poseen elevada capacidad estructurante, que conduce a mantener un suelo bien estructurado y poroso. Se deben planificar rotaciones con la mayor diversificación de cultivos posible de tal forma de mantener continuamente sistemas radicales vivos que aseguren una óptima actividad biológica en el sistema. El flujo abundante de carbono genera una activa zona de descomposición en superficie y subsuperficie, en la cual las raíces y los productos de la actividad biológica, contribuyen significativamente a la formación de agregados estables y un sistema poroso balanceado en el suelo, de importancia fundamental para la captación y almacenamiento de agua en el perfil.Siembra directa de maíz

Para que el sistema poroso del suelo funcione a pleno en profundidad en su triple rol de circulación, almacenamiento de agua y aireación, se debe mantener cubierta la superficie con rastrojos de cultivos. Cuando la cobertura es escasa por falta de rotaciones adecuadas, disminuye la infiltración del agua de lluvia y aumentan las pérdidas por evaporación. En estas circunstancias, el impacto de las gotas de lluvia produce la ruptura de los agregados superficiales del suelo, lo cual genera la dispersión y orientación de las partículas más finas de limo y arcilla, produciendo la oclusión o sellado de los poros al penetrar dichas partículas en el suelo. Mediante la materia orgánica proveniente de los residuos de cultivos, la acción de insectos y lombrices, más la de las raíces de los cultivos, se genera en forma descendente una trama de poros de vital importancia para fracturar la estructura laminar densificada a que normalmente tienden los suelos bajo siembra directa. Este verdadero “motor biológico” que funciona con la materia orgánica como combustible, contrarresta el proceso de compactación que tiende a producirse especialmente por el tránsito de la maquinaria agrícola.

Lapso

Los períodos entre cultivos es conveniente ocuparlos con cultivos de cobertura tales como cereales de invierno, vicia y tréboles. Estos cultivos brindan cobertura, aumentan la infiltración del agua de lluvia, a la vez que reducen la amplitud térmica del suelo superficial y con ello la tasa de evaporación. Es importante el momento de secado del cultivo de cobertura debiendo ser antes de la espigazón en cereales de invierno y de la floración en leguminosas, a los efectos de evitar el máximo período de consumo de agua. Estos cultivos contribuyen a diversificar la rotación, hecho que con los años de aplicación, se traduce en una mayor conservación del agua, mejor control de malezas y una mejora de las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. En lotes con pendientes suaves resulta fundamental efectuar la siembra en dirección transversal a las mismas, mientras que en aquellos con pendientes empinadas y/o de mucha longitud, será conveniente efectuar la siembra en contorno con terrazas, a los efectos de mejorar la infiltración del agua en el suelo. Estas prácticas deberán complementarse con siembras escalonadas y diversificación de cultivos en la rotación, a los efectos de disminuir al mínimo posible el impacto de los períodos de mayor criticidad en cuanto a escasez de lluvias.

La variabilidad climática que se viene acentuando año tras año, está produciendo cambios en parámetros climáticos tales como temperatura y precipitación que están impactando fuertemente sobre los suelos y la producción. Las grandes llanuras productivas de nuestro país son áreas de elevada incertidumbre ambiental, particularmente relacionada con procesos de déficit hídricos que condicionan la estabilidad de los rendimientos físicos y económicos de las empresas agropecuarias. Debemos considerar seriamente que esta situación no es otra cosa que parte de una variabilidad climática que se ha transformado en una “constante”.

El autor es miembro de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria