Malov: una viola 'da spalla' entre Bach y Haendel

Sergey Malov llegó a Sevilla hace 10 años de la mano de la OBS y nos dejó con la boca abierta. Traía el instrumento por el que ha sido conocido en todo el mundo desde entonces, no porque antes no se supiera de él sino porque Malov lo puso en su sitio gracias a su buen hacer y, muy especialmente, para ese corpus inaccesible para la mayor parte de los chelistas que son las suites para violonchelo solo de Bach . Y venía esta vez con él, pero cotejándolo con su estricto contemporáneo Haendel , en un mano a mano precisamente de seis piezas, en donde podíamos equiparar los caminos tan distintos seguidos por ambos grandes maestros que nacieron con sólo meses de diferencia y sin embargo construyeron sus carreras muy alejados. Malov parecía expresar desde un principio quién le parecía el ganador de la contienda, al presentar a Bach para comenzar y terminar el programa, dejando en medio a Haendel. Y ya desde el inicio de la ‘Sonata para viola da gamba y clave obligado nº1’ en Sol mayor BWV 1027 de Bach nos parecía que el sonido de su instrumento no lo recordábamos así; se podrá decir que desde 2015 la memoria falla, pero es que volvió en 2021 y su sonido nos seguía impresionando. Esta vez nos sonaba más oscuro, menos definido, más seco, aunque no menos expresivo, y además la misma sonata lo llevaba a que disfrutásemos de los graves más intensos que permite el instrumento, mientras que la clavecinista buscaba el registro de laúd en el teclado superior (aprovechamos de dejar constancia de que se trataba del extraordinario clave nuevo de Alejandro Casal , que tanto celebramos en su estreno y que era esta la segunda vez que lo oíamos desde entonces). La ‘ Sonata para violín y continuo’ Op.1 nº14 en La mayor HWV 372 sirvió como toma de contacto con su violín (creemos que lo oíamos por primera vez, a pesar de que él en realidad es violinista). El encuentro también diríamos que fue extraño, tal vez por una interpretación diríamos que irregular -lo que no quiere decir que inadecuada, sino de trazo y color cambiante-, aunque se mostró muy pendiente de efectos de pregunta y respuesta, buscando quizá la dualidad de dos instrumentos. El ‘Allegro’ final se planteó de desarrollo muy rápido, preciso, perfectamente articulado, como todos los que a lo largo de la noche repitió como broche de cada pieza. La ‘Sonata para viola da gamba y clave obligado nº2’ en Re mayor BWV 1028 continuó en la misma tónica, si acaso algo más virtuosista en el ‘Allegro’ que cerraba la primera mitad. Tras el descanso esperábamos quizá un cambio, y nos pareció que lo hubo con la ‘Sonata para clave concertado y viola da gamba o viola da spalla’ en Do mayor , que propuso el clave y aceptó el violonchelo/viola ‘da spalla’, desde un sonido más flexible y fútil, y sin embargo más corpulento, que se esforzaba en seguirle el juego al clave. Seguramente el ‘Allegro’ que cerraba la sonata alcanzó una velocidad endiablada que nuevamente le había propuesto el clave. Antes, en el ‘Adagio’, lo encontramos verdaderamente conmovedor, de expresividad bastante versátil y sonido más pulido. En la ‘Sonata para violín y continuo’ en Mi mayor Op.1 nº15 HWV 373 pareció algo más homogéneo, aunque al afrontar la última obra del programa, la ‘Sonata para viola da gamba y clave obligado nº3’ en Sol menor BWV 1029 , de gran fractura, nos pareció que el instrumento ganaba en anchura e imponía melodías contundentes a un clave que ‘a priori’ debía mantenerse en régimen de igualdad, para una obra en la que el contrapunto está muy presente y exige un alto nivel de equilibrio entre las voces. No sabemos qué ocurría, pero necesitamos a este músico privilegiado que viene siempre que tiene algo interesante que contarnos.

Abr 7, 2025 - 02:48
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Malov: una viola 'da spalla' entre Bach y Haendel
Sergey Malov llegó a Sevilla hace 10 años de la mano de la OBS y nos dejó con la boca abierta. Traía el instrumento por el que ha sido conocido en todo el mundo desde entonces, no porque antes no se supiera de él sino porque Malov lo puso en su sitio gracias a su buen hacer y, muy especialmente, para ese corpus inaccesible para la mayor parte de los chelistas que son las suites para violonchelo solo de Bach . Y venía esta vez con él, pero cotejándolo con su estricto contemporáneo Haendel , en un mano a mano precisamente de seis piezas, en donde podíamos equiparar los caminos tan distintos seguidos por ambos grandes maestros que nacieron con sólo meses de diferencia y sin embargo construyeron sus carreras muy alejados. Malov parecía expresar desde un principio quién le parecía el ganador de la contienda, al presentar a Bach para comenzar y terminar el programa, dejando en medio a Haendel. Y ya desde el inicio de la ‘Sonata para viola da gamba y clave obligado nº1’ en Sol mayor BWV 1027 de Bach nos parecía que el sonido de su instrumento no lo recordábamos así; se podrá decir que desde 2015 la memoria falla, pero es que volvió en 2021 y su sonido nos seguía impresionando. Esta vez nos sonaba más oscuro, menos definido, más seco, aunque no menos expresivo, y además la misma sonata lo llevaba a que disfrutásemos de los graves más intensos que permite el instrumento, mientras que la clavecinista buscaba el registro de laúd en el teclado superior (aprovechamos de dejar constancia de que se trataba del extraordinario clave nuevo de Alejandro Casal , que tanto celebramos en su estreno y que era esta la segunda vez que lo oíamos desde entonces). La ‘ Sonata para violín y continuo’ Op.1 nº14 en La mayor HWV 372 sirvió como toma de contacto con su violín (creemos que lo oíamos por primera vez, a pesar de que él en realidad es violinista). El encuentro también diríamos que fue extraño, tal vez por una interpretación diríamos que irregular -lo que no quiere decir que inadecuada, sino de trazo y color cambiante-, aunque se mostró muy pendiente de efectos de pregunta y respuesta, buscando quizá la dualidad de dos instrumentos. El ‘Allegro’ final se planteó de desarrollo muy rápido, preciso, perfectamente articulado, como todos los que a lo largo de la noche repitió como broche de cada pieza. La ‘Sonata para viola da gamba y clave obligado nº2’ en Re mayor BWV 1028 continuó en la misma tónica, si acaso algo más virtuosista en el ‘Allegro’ que cerraba la primera mitad. Tras el descanso esperábamos quizá un cambio, y nos pareció que lo hubo con la ‘Sonata para clave concertado y viola da gamba o viola da spalla’ en Do mayor , que propuso el clave y aceptó el violonchelo/viola ‘da spalla’, desde un sonido más flexible y fútil, y sin embargo más corpulento, que se esforzaba en seguirle el juego al clave. Seguramente el ‘Allegro’ que cerraba la sonata alcanzó una velocidad endiablada que nuevamente le había propuesto el clave. Antes, en el ‘Adagio’, lo encontramos verdaderamente conmovedor, de expresividad bastante versátil y sonido más pulido. En la ‘Sonata para violín y continuo’ en Mi mayor Op.1 nº15 HWV 373 pareció algo más homogéneo, aunque al afrontar la última obra del programa, la ‘Sonata para viola da gamba y clave obligado nº3’ en Sol menor BWV 1029 , de gran fractura, nos pareció que el instrumento ganaba en anchura e imponía melodías contundentes a un clave que ‘a priori’ debía mantenerse en régimen de igualdad, para una obra en la que el contrapunto está muy presente y exige un alto nivel de equilibrio entre las voces. No sabemos qué ocurría, pero necesitamos a este músico privilegiado que viene siempre que tiene algo interesante que contarnos.