Lurdes Calzado, tras tener un ictus con 33 años: "Cualquier persona puede sufrir uno, tenga la edad que tenga"
Lurdes Calzado participa en la campaña 'Ponle cara al ictus', para concienciar sobre una enfermedad que afecta cada año a 120.000 personas en España.

Apenas la mitad de la población, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), sabría reconocer los síntomas de un ictus, a pesar de que es una de las principales causas de muerte y discapacidad en nuestro país. Más conocimiento sobre estos síntomas significaría menos muertes y menos secuelas, por eso, la SEN junto con RTVE han firmado un acuerdo para lanzar juntos la campaña 'Ponle cara al ictus', una serie de vídeos para ayudar a reconocer de manera muy visual y con casos reales los síntomas del ictus y saber cómo actuar ante ellos.
Además de visibilizar los principales síntomas del ictus, la campaña quiere recordar que ante cualquier indicio de ictus, es fundamental llamar al 112, incluso si solo se experimenta un único síntoma o si estos desaparecen rápidamente.
La protagonista de la campaña es Lurdes Calzado que tuvo un ictus con 33 años y, más de un año después se sigue recuperando de las secuelas que tiene desde entonces, como la dificultad para realizar ciertas expresiones faciales (en un solo lado de la cara) o para hablar, que además de ser secuelas habituales en el ictus, son dos de las principales señales que nos pueden estar avisando de que estamos sufriendo esta enfermedad, "por desgracia, mi abuela también tuvo un ictus, y vivió durante 11 años en silla de ruedas, así que conocía bien lo que era", cuenta Lurdes.
Sin embargo, y a pesar de conocer perfectamente la enfermedad, Lurdes no pudo llamar al 112, "estaba sola en casa, teletrabajando y me empezó a dar un fuerte dolor de cabeza. Anteriormente, había ido al neurólogo porque tenía migrañas con aura, y me dijo que si me dolía mucho la cabeza que me tomara un ibuprofeno. Así que, esa mañana eso hice. Pero después, a eso de las 12h, me empecé a encontrar muy mal, y ya no me pude levantar de la silla. Vomité tres veces, y me quedé sentada en la silla hasta las 15h que llegó mi marido. Tenía el móvil y el ordenador delante, pero no sabía usarlos. No podía ni hablar, ni escribir". Lurdes tenía 33 años recién cumplidos, ni fumaba ni bebía y hacía deporte, algo que quiere recalcar para eliminar el falso mito de que solo afecta a personas mayores.
La importancia de un diagnóstico precoz
Aunque Lurdes no pudo reaccionar y lo ideal es haber llamado al 112 al identificar los síntomas, su marido sí lo hizo nada más entrar por la puerta, "llamó y dijo directamente que me había dado un ictus, enseguida tenía en mi casa la ambulancia para llevarme al Hospital 12 de Octubre. En mi caso los síntomas eran muy claros y la atención telefónica que recibimos no tuvo ninguna duda a pesar de mi edad. Mi diagnosticaron un ictus isquémico, con afasia (dificultades en el habla) y hemiplejía (parálisis en la parte derecha del cuerpo). Y, ahora, me tienen que operar del corazón también, porque tengo una CIA (comunicación intraauricular".
Tenía el móvil y el ordenador delante, pero no sabía usarlos. No podía ni hablar, ni escribir
Lurdes pasó inmediatamente a la UCI, la operaron y pasó hospitalizada 15 días. Comenzó la rehabilitación en el hospital hasta que me dieron la plaza en el CEADAC (Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral) durante un año. Desde entonces, continúa recuperándose, pero en una clínica privada, donde continúa con fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional y neuropsicología".
Como reconoce, las secuelas que aún tienen son muchas, y además de estar, literalmente, "llenita de dolores", sigue reaprendiendo cosas tan básicas como andar, "por la calle, voy andando con una férula que impide que se me tuerza el tobillo. Parezco un pato mareado", bromea, "con el brazo derecho voy más lenta, y tengo todavía mucha espasticidad y rigidez. Me han pinchado bótox (toxina botulínica) en la pierna y en el brazo tres veces, pero con todo y con eso, mi brazo no da tregua. Siento que mi cabeza ahora va mucho más lenta, hablo mucho más despacio y no puedo hacer dos cosas al mismo tiempo".
Mirando el futuro… y con ganas de reivindicar
Todas estas secuelas han impedido a Lurdes retomar la vida que tenía antes del ictus, "ahora mismo no puedo trabajar, tengo la incapacidad permanente absoluta, pero cuando haya avanzado más en mi rehabilitación, me gustaría estudiar el máster de psicología general sanitaria, porque mi sueño sería trabajar como psicóloga clínica", confiesa.
Y a nivel de apoyo, cuenta con ayuda de padres y amigos sigue con su marido, Jose, y no renuncia a sus planes de ser madre, "antes de darme un ictus estábamos buscando, pero todavía somos jóvenes y quizá algún día tengamos esa oportunidad".
Aunque con resignación y reconociendo que tiene días malos, Lurdes está aprendiendo a vivir con su nueva situación, "no queda otra", insiste, "tengo todavía mucho miedo a caerme y a romperme algún hueso, pero las ganas de seguir con la rehabilitación me pueden, y siento que cada día estoy mejor. Aunque a veces, me desespero y me frustro. Tengo días en los que me da por llorar, pero me apoyo en mis familiares y amigos y, enseguida, se me van todas las penas".
Lurdes quiere que, de su participación en ‘Ponle cara al ictus’ la gente se quede con varios mensajes, sobre todo el de la importancia de reconocer los síntomas del ictus y cómo actuar ante ellos, “hay que llamar rápidamente al 112, puedes salvar una vida”.
También quiere dar visibilidad a esta grave enfermedad, sobre todo a casos como el suyo, porque como quiere dejar claro, "cualquier persona puede sufrir un ictus, tenga la edad que tenga. En mi caso, soy una chica sana, hacía deporte, no bebía ni tampoco fumaba. Pero me tocó a mí, y ya no se puede cambiar eso. Diría también que, ante cualquier signo de ictus, por muy pequeño que sea, llamen al 112, porque cada minuto cuenta", insiste.
Tampoco se olvida de reivindicar la importancia de una rehabilitación que no llega a todos como debería, "dado que cada año, en España, se producen más de 100.000 nuevos casos de ictus, pediría que abrieran más plazas públicas en los centros de rehabilitación, porque de forma privada son excesivamente caros y no todo el mundo puede acceder a ellos".
A pesar de todo, quiere terminar con un "mensaje de esperanza para aquellas personas que han sufrido un ictus, y a sus familiares quiero decirles que, aunque a veces sea duro, con trabajo y con voluntad, todo se consigue".