Los ateos del mundo lloran la muerte de Francisco

El último servicio prestado involuntariamente por el papa Francisco a un ateo ha sido morirse coincidiendo con el lanzamiento y promoción del libro de Javier Cercas 'El loco de Dios en el fin del mundo', cuyo autor, pese a declararse explícitamente "ateo, anticlerical, laicista militante, racionalista contumaz e impío riguroso", aceptó gustoso la propuesta del Vaticano incorporarse al séquito papal del viaje a Mongolia de 2023 y escribir un libro sobre Francisco. Cercas solo puso esta condición: tener un encuentro de unos minutos con el papa para preguntarle por la resurrección de la carne y llevarle a su anciana madre, católica estricta, la respuesta del vicario de Cristo. La muerte de Francisco a primera hora de la mañana de este 21 de abril que acaba de dejar atrás las tormentas de la Semana Santa sin duda va a favorecer las ventas de 'El loco de Dios en el fin del mundo', el libro donde Cercas se acerca a Cercas tras haberse alejado peligrosamente de él en su exitosa pero convencional trilogía policíaca 'Terra Alta'. Si los papas hacen milagros, el prodigio postrero de Francisco bien pudiera haber sido este libro donde un ateo declarado traza con mano severa y corazón compasivo el más vivo retrato que quizá se haya hecho nunca de un papa mientras aún vivía. El milagro de Francisco sería haber inspirado a Cercas un libro que aplaudirán con pareja intensidad los católicos y ateos que todavía no han sucumbido a los malsanos efluvios de la exacerbación y el sectarismo que son la seña de identidad de nuestro tiempo. Viene este exordio a cuenta de ofrecer una prueba más de esa singularidad del papa Bergoglio que ayudaría a explicar por qué su muerte la lloran todos los ateos del mundo, pero solo una porción de los cristianos. Muchos ateos sentían a Francisco más cercano que muchos católicos, y no, claro está, porque el pontífice fuera un descreído como ellos, sino porque no advertían en la fe de Francisco una amenaza, una denigración o un reproche a su propia falta de fe. Mientras que Francisco no parece que hubiera enviado nunca al infierno a un ateo bueno, muchos católicos no habrían pestañeado antes de enviarlo a él al más profundo averno. ¿Y por qué? ¿Por hereje?, ¿por cismático?, ¿por réprobo? Nada de eso. Lo habrían condenado simplemente porque les parecía un poco rojo, evidenciando ellos mismos sin pretenderlo hasta qué punto la política ha devorado a la fe, de modo que, a la postre y paradójicamente, los cristianos más auténticos que van quedando resultan ser ¡¡¡los ateos!!!, defensores como 'el rojo Francisco' de una fraternidad con los desvalidos que no habría desagradado al Galileo, pero sí disgusta, irrita e incomoda a no pocos de quienes, en España sin ir más lejos, ocupan en su nombre las más altas magistraturas de la Iglesia. Es sabido que incluso un conservador tan ilustrado, indulgente y cortés como Luis Alberto de Cuenca, al serle pedida en una entrevista televisiva una definición del papa...

Abr 21, 2025 - 18:24
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Los ateos del mundo lloran la muerte de Francisco
El último servicio prestado involuntariamente por el papa Francisco a un ateo ha sido morirse coincidiendo con el lanzamiento y promoción del libro de Javier Cercas 'El loco de Dios en el fin del mundo', cuyo autor, pese a declararse explícitamente "ateo, anticlerical, laicista militante, racionalista contumaz e impío riguroso", aceptó gustoso la propuesta del Vaticano incorporarse al séquito papal del viaje a Mongolia de 2023 y escribir un libro sobre Francisco. Cercas solo puso esta condición: tener un encuentro de unos minutos con el papa para preguntarle por la resurrección de la carne y llevarle a su anciana madre, católica estricta, la respuesta del vicario de Cristo. La muerte de Francisco a primera hora de la mañana de este 21 de abril que acaba de dejar atrás las tormentas de la Semana Santa sin duda va a favorecer las ventas de 'El loco de Dios en el fin del mundo', el libro donde Cercas se acerca a Cercas tras haberse alejado peligrosamente de él en su exitosa pero convencional trilogía policíaca 'Terra Alta'. Si los papas hacen milagros, el prodigio postrero de Francisco bien pudiera haber sido este libro donde un ateo declarado traza con mano severa y corazón compasivo el más vivo retrato que quizá se haya hecho nunca de un papa mientras aún vivía. El milagro de Francisco sería haber inspirado a Cercas un libro que aplaudirán con pareja intensidad los católicos y ateos que todavía no han sucumbido a los malsanos efluvios de la exacerbación y el sectarismo que son la seña de identidad de nuestro tiempo. Viene este exordio a cuenta de ofrecer una prueba más de esa singularidad del papa Bergoglio que ayudaría a explicar por qué su muerte la lloran todos los ateos del mundo, pero solo una porción de los cristianos. Muchos ateos sentían a Francisco más cercano que muchos católicos, y no, claro está, porque el pontífice fuera un descreído como ellos, sino porque no advertían en la fe de Francisco una amenaza, una denigración o un reproche a su propia falta de fe. Mientras que Francisco no parece que hubiera enviado nunca al infierno a un ateo bueno, muchos católicos no habrían pestañeado antes de enviarlo a él al más profundo averno. ¿Y por qué? ¿Por hereje?, ¿por cismático?, ¿por réprobo? Nada de eso. Lo habrían condenado simplemente porque les parecía un poco rojo, evidenciando ellos mismos sin pretenderlo hasta qué punto la política ha devorado a la fe, de modo que, a la postre y paradójicamente, los cristianos más auténticos que van quedando resultan ser ¡¡¡los ateos!!!, defensores como 'el rojo Francisco' de una fraternidad con los desvalidos que no habría desagradado al Galileo, pero sí disgusta, irrita e incomoda a no pocos de quienes, en España sin ir más lejos, ocupan en su nombre las más altas magistraturas de la Iglesia. Es sabido que incluso un conservador tan ilustrado, indulgente y cortés como Luis Alberto de Cuenca, al serle pedida en una entrevista televisiva una definición del papa...