En esta ciudad somos cortoplacistas, y no precisamente porque estemos acostumbrados a la velocidad en el desarrollo de los proyectos. Quizás por eso somos así, en contraposición con el largoplacismo de las administraciones, que en 25 años sólo han terminado un tercio de la segunda ronda de circunvalación, una línea de las cuatro del metro, un tranvía de dos kilómetros, o llevan más de tres años para ejecutar menos de la mitad de la ampliación del puente del Centenario. Y todo ello sin que hayan abierto aún las Atarazanas de Vázquez Consuegra. El cortoplacismo es una seña de identidad del sevillano como símbolo de rebeldía ante los problemas irresolutos. Y no por impaciencia porque aquí, si algo tenemos, son unas...
Ver Más