A estas alturas de la vida puedo decir sin temor alguno a equivocarme que he sido muy afortunado por todas esas mujeres junto a las que crecí y con las que he compartido mis momentos más felices. También saben de mis sombras, que las hubo, y que con su abrazo me ayudaron a superar. Son mis abuelas, mi madre, mis tías, mi mujer, mi suegra, mi prima, mi cuñada, mi sobrina, mis amigas y mi hija. A todas las admiro profundamente, no sólo por su capacidad para templar los tiempos y restarle dramatismo a los agobios banales, sino por su enorme ejemplo de valentía, su capacidad de superación y ese don inherente para hacer que la montaña más alta se...
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