Las consecuencias psicológicas del divorcio

La inestabilidad emocional es normal durante un tiempo, ya que se pierde una fuente importante de apoyo emocional. Además, implica renunciar a un proyecto de vida compartido y a expectativas comunes. La entrada Las consecuencias psicológicas del divorcio se publicó primero en Ethic.

Mar 31, 2025 - 16:24
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Las consecuencias psicológicas del divorcio

Durante mucho tiempo estuvimos distanciados y nuestra comunicación era mínima. El estrés relacionado con los hijos, las rutinas diarias y las demandas del trabajo nos desgastó por completo. Fui infiel. Las dificultades económicas y nuestras diferencias sobre cómo educar a nuestros hijos nos alejaron. El carácter de mi pareja, sumado a la constante presencia de su familia política, me resultaban insoportables. La adicción que él sufría y su negativa a recibir tratamiento profundizó aún más nuestra distancia. Sufrí un infarto, una experiencia que él no supo gestionar emocionalmente, lo que incrementó mi desconfianza. Tomé la decisión de divorciarme, reconociendo que me había estado engañando a mí mismo hasta que logré aceptar mi verdadera orientación sexual… Muchos que han pasado o están pasando por un divorcio pueden identificarse con alguna de estas causas. A menudo, las parejas intentan gestionar estos problemas durante años sin éxito y, en ocasiones, una última discusión se convierte en el desencadenante.

Como señala Álvaro Iráizoz Reclusa, aunque comprender las razones del divorcio es importante a nivel personal, desde 2005 en España no es necesario justificarlo legalmente. Basta con haber transcurrido tres meses desde el matrimonio para solicitarlo. Según las estadísticas, el mayor porcentaje de divorcios ocurre entre los 40 y 50 años, justo cuando las personas suelen estar involucradas en la crianza de los hijos.

El proceso de divorcio requiere una enorme capacidad de adaptación y esfuerzo. La forma en que se afronta depende de varios factores, como quién toma la decisión. El escritor Juan Manuel de Prada comentaba resignado que él no se había divorciado, sino que lo habían divorciado. Cuando la demanda de divorcio sorprende a uno de los dos, la reacción emocional es intensa. En otros casos, ambos están de acuerdo. A veces, la persona que se considera víctima también quería divorciarse, pero no se atrevía a dar el paso. Otras veces, la víctima se da cuenta con el tiempo de que estaba en negación. Factores como la personalidad de cada uno, el apoyo social y el historial de relaciones previas influyen en la forma de afrontar el divorcio. Las creencias sobre el matrimonio y lo que implica divorciarse también juegan un papel importante. Por ejemplo, alguien que crea que el matrimonio debe ser para toda la vida, al encontrarse con una solicitud de divorcio sobre la mesa, se asustará de tal manera que probablemente culpará a su pareja de provocar un daño irreparable en sus hijos.

Muchas veces, cuando llega finalmente el divorcio, se atraviesan emociones similares a las de un duelo

Cada divorcio es único y el impacto emocional depende de las circunstancias, las estrategias de afrontamiento y el contexto de la relación. Es inevitable que el proceso conlleve cierto nivel de estrés, como se muestra en la película Historia de un matrimonio de Noah Baumbach. Antes de tomar la decisión final, muchas veces existe una profunda confusión sobre si el divorcio es lo correcto, lo que puede llevar a prolongar una situación insostenible. Cuando finalmente llega el divorcio, se atraviesan emociones similares a las de un duelo: tristeza, miedo, incertidumbre, frustración, ira, rencor, resentimiento, desengaño, decepción, alivio y la tan esperada aceptación. Reconocer y gestionar las emociones es crucial para transitar este proceso de manera sana. El problema no es sentir emociones como el rencor, sino cómo se reacciona ante ellas.

La inestabilidad emocional es normal durante un tiempo, ya que se pierde una fuente importante de apoyo emocional. Además, implica renunciar a un proyecto de vida compartido y a expectativas comunes. Enfrentarse a cambios tan grandes, como mudarse o modificar el entorno social, genera preocupación. En muchos casos, el divorcio también implica un cambio significativo en la situación económica, lo que puede generar aún más ansiedad. En casos complicados, los conflictos legales y la división de bienes generan altos niveles de estrés debido a las decisiones difíciles que deben tomarse. La redistribución de roles también puede ser difícil de asimilar, aumentando la incertidumbre. Libros como El periodista deportivo de Richard Ford reflejan de manera profunda las complejidades del proceso de cambio en la vida personal.

Si hay hijos de por medio, el estrés se intensifica debido a la preocupación por su bienestar emocional y al conflicto interno entre el alivio y la culpa por los efectos que el divorcio pueda tener en ellos. La sensación de fracaso personal puede afectar la autoestima, especialmente si se está demasiado pendiente de lo que piensan los demás. La autoestima fluctúa y puede verse afectada por momentos de duda o inseguridad. Además, resulta difícil aislarse del entorno, ya que siempre existen versiones del conflicto que pueden generar más presión. El estrés psicológico derivado del divorcio puede tener consecuencias a largo plazo en la salud mental y física de las personas más vulnerables, y en algunos casos, enfermedades preexistentes como adicciones o depresiones pueden intensificarse.

El estrés psicológico derivado del divorcio puede tener consecuencias a largo plazo en la salud mental

Especialistas como la psicóloga María Galdeano y la psiquiatra Marta Navas recomiendan afrontar el divorcio de manera saludable. Es esencial rodearse de familiares, amigos cercanos y personas de confianza, ya que ciertos apoyos tóxicos pueden dificultar aún más la situación. Buscar ayuda profesional antes o después del divorcio es clave cuando el malestar psicológico es abrumador o cuando la nueva logística es difícil de manejar. También cuando se siente que no se llega a todo, que los hijos están sufriendo o cuando uno recibe de su entorno mensajes contradictorios. La terapia puede ayudar a descubrir que la relación no era tan satisfactoria como se pensaba.

Es importante evitar comportamientos autodestructivos, como el abuso de sustancias o el aislamiento, ya que estos solo empeoran la situación. Asimismo, no se debe culpar al otro por todo. Establecer una escala de prioridades y ajustar las expectativas puede ayudar a reducir la frustración y la sensación de fracaso. Si hay niños involucrados, es crucial mantenerlos alejados del conflicto, no utilizarlos como armas contra el otro progenitor ni como intermediarios. Lo que más les afecta es un ambiente cargado de tensiones, discusiones y críticas hacia el otro progenitor, lo que les genera sentimientos de confusión y soledad. Tampoco es recomendable competir por el amor de los hijos. Esta recomendación es válida también para padres que se divorcian cuando los hijos ya son adultos jóvenes.

Contar con un abogado especializado en derecho de familia que inspire confianza y comparta valores similares es fundamental para evitar sufrimiento adicional. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 78,9% de los divorcios en España son de mutuo acuerdo. En casos conflictivos, es mejor que un abogado se encargue de los asuntos más delicados, evitando la confrontación directa. Limitar el contacto con la otra parte a lo estrictamente necesario y evitar compararse con otros divorcios puede ayudar a reducir tensiones.

Después del divorcio, es común sentir una liberación inicial que puede llevar a tomar decisiones precipitadas; aunque también es cierto que uno tiene derecho a actuar temporalmente como un adolescente, sobre todo, si lleva tiempo reprimiéndose. Es importante tomarse el tiempo para adaptarse a la nueva vida y no apresurarse a rehacer la vida sentimental. Para muchos, aprender a gestionar la soledad, especialmente cuando hay custodias compartidas, es un desafío importante. El tiempo adecuado para reconstruir una nueva relación depende de cada persona, y aunque la idea de «tener derecho a rehacer mi vida» es válida, se debe considerar el impacto que tiene en los hijos y respetar sus tiempos de adaptación.

Las personas que logran superar el divorcio de manera saludable o se han divorciado «bien» suelen mencionar que este proceso les ayudó a fortalecer su autoestima y a volverse más resilientes ante otros desafíos, como se refleja en el libro Sus ojos miraban a Dios de Zora Neale Hurston. Incluso después del divorcio, se siguen felicitando en Navidad y están pendientes de la salud y del bienestar de los padres, del trabajo, etcétera, desde el cariño y el respeto mutuo. El divorcio, para estas personas, fue una oportunidad para descubrir lo que no querían en una relación, y las nuevas oportunidades de pareja que surgieron les permitieron entender mejor sus necesidades emocionales. Además, no temieron a la soledad antes de conformarse con una relación que no funcionaba.

Divorciarse es una adversidad de la vida; pero el verdadero drama no es divorciarse, sino divorciarse mal. La humildad es esencial para que el proceso sea menos doloroso. El tiempo, la paciencia y las buenas y sanas decisiones ayudarán a que todos los miembros puedan acomodase a la nueva situación.

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