La villa 21-24, el barrio popular que Francisco más recorrió y donde lo recuerdan como a uno de los suyos

Así fue la despedida del Papa en la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, donde Bergoglio caminaba los pasillos y abrazaba a los más humildes

Abr 21, 2025 - 20:57
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La villa 21-24, el barrio popular que Francisco más recorrió y donde lo recuerdan como a uno de los suyos

Lorenzo “Toto” de Vedia agitó el mantel blanco para cubrir con un solo movimiento todo el altar de mármol de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la villa 21-24, una de las zonas más complejas de la ciudad en el barrio de Barracas. En sus ojos francos se veía el dolor por la noticia que había llegado desde Roma.

“Pongamos los bancos ahí y un parlante allá”, decía De Vedia a los ayudantes de la parroquia. La muerte del papa Francisco disparó el armado de una misa improvisada a las 9.30. Faltaban pocos minutos para que llegaran los alumnos de escuelas del barrio para rezar por la memoria de un hombre que estuvo entre ellos y visitó con frecuencia la villa hasta el día en el que se transformó en Sumo Pontífice. El padre Lorenzo

“Hoy tenemos a un aliado más en el cielo. Era parte de nuestra familia. Venía acá, precedía algunas misas. Era considerado el Papa de la villa por la gente del barrio. En lo personal, estuvo conmigo cuando me sentí en crisis y siempre agradeció por el trabajo que hacemos todos acá”, describió De Vedia, mientras recibía a los fieles que se acercaban para orar.

Como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio respaldó con firmeza el movimiento de curas villeros, un trabajo que había iniciado el padre Carlos Mugica décadas antes. No fue una postura simbólica: caminó los barrios, escuchó y acompañó. Muchos vecinos de la villa 21-24 tenían un vínculo cercano con Jorge Bergoglio

Para De Vedia, fue un aliado clave en ese proceso. En aquel entonces existía una distancia marcada entre la Iglesia oficial y la que trabajaba en las villas, y el rol de Bergoglio fue clave para empezar a acercarlas. Y aunque se movía con soltura en ámbitos académicos o políticos, parecía sentirse más a gusto entre la gente más humilde. Su presencia en los barrios no era ocasional, sino parte de una vocación que lo conectaba con los sectores más postergados. De hecho, solía decir que prefería sentarse en la mesa de los pobres porque “sirven la comida y comparten el corazón”.

“Mi padre murió cuando yo era joven y Jorge ocupó ese lugar en mi vida. Yo soy acompañante terapéutico y tenemos hogares para personas con adicciones. Con Jorge salíamos a recorrer las calles, como decía él, a buscar a la `gente rota´. Se sentaba con la gente, comía con ellos. La gente lo seguía, la gente salía de la droga gracias a su apoyo”, destacó Anselmo Díaz, de 49 años, un vecino del barrio que se acercó esta mañana a la parroquia. Bergoglio solía visitar el barrio para ayudar a los más humildes

Cerca de las 9.20 los alumnos de las escuelas del barrio llegaron y colmaron los bancos de madera. Ellos no conocieron a Bergoglio, pero muchos escucharon hablar de él en sus casas.

“Quiero que les quede grabado en su corazón que, si bien estamos tristes porque falleció, sabemos que está vivo en el cielo. El papa Francisco que murió esta mañana, ahora está con Dios”, dijo De Vedía. “Está con mi abuelo”, le respondió uno de los chicos de jardín de infantes. “Por supuesto”, afirmó el párroco, que luego propuso un fuerte aplauso en homenaje a Francisco y pidió que todos levantaran el pulgar, tal como lo hacía el Sumo Pontífice cuando saludaba a la multitud para transmitir “buena onda”.

Lidia Valdiviezo, de 50 años, acompañaba la misa desde la puerta de la parroquia. En el celular tiene una foto de su padre junto a Francisco. Ella escuchaba a De Vedia y se secaba las lágrimas. “Este era el sueño del Papa. Una capilla, una escuela y un club. El barrio avanzó mucho gracias a él. Creo que como ya no podía estar tan cerca de la gente y besar los pies de los pobres, él prefirió partir”, señaló la mujer. En colectivo llegaba Jorge Bergoglio habitualmente hasta el barrio para encontrarse con los vecinos

Bergoglio era de bajo perfil. “Siempre me gustó usar el transporte público: es una manera de estar entre la gente, de sentir su calidez y sus preocupaciones”, sostuvo en una entrevista con un medio italiano, en la que contó que una de las cosas que más extrañaba desde que se convirtió en papa era viajar en transporte público. “En la actualidad, es uno de los hábitos que más extraño”, dijo.

Tenía la posibilidad de contar con un auto oficial y chofer, como correspondía a su cargo de arzobispo, pero nunca hizo uso de ese privilegio. En los primeros días de su papado, una imagen suya recorrió el mundo: se lo veía, aún como arzobispo de Buenos Aires, viajando en un vagón lleno de gente de la línea A del subte. Eran instantes que lo hacían feliz. No llevaba celular, simplemente porque no tenía. Y solía aprovechar esos trayectos para entablar conversación con quien tuviera cerca.Decenas de alumnos de las escuelas de la villa 21-24 se acercaron a la parroquia para orar por el papa Francisco

“Cada vez que venía preguntaba ‘¿Dónde está mi viejita?’ para saber dónde me encontraba y saludarme. Una vez yo no estaba y luego me dijo que temía que me hubiera ido con el Señor. Siempre fue un hombre presente en el barrio, que recordaba a todos y que venía con gran humildad y con ganas de ayudar a los que menos tienen”, recordó Gregoria Cáceres, quien está al frente de varios comedores comunitarios de la zona.

Desde que la Iglesia lo eligió como Sumo Pontífice, Bergoglio no pudo volver a caminar las calles irregulares de la villa 21-24. Sin embargo, entre las casas de material corre un recuerdo fresco sobre aquel hombre que frecuentaba el barrio. Muchos hoy lloran a un papa, pero aquí están despidiendo a un amigo. Un compañero que se bajaba del colectivo con su atuendo clerical y levantaba a los chicos que dormían en la calle luego de una noche de consumo.