La verdad del exoplaneta K2 18b: ni se ha encontrado vida ni probablemente ‘el mayor indicio de actividad biológica’

¿Vida en el exoplaneta 2K-18b? No. ¿Indicios de actividad biológica? Sí. Pero hay demasiadas dudas respecto al estudio que lo plantea.

Abr 19, 2025 - 21:06
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La verdad del exoplaneta K2 18b: ni se ha encontrado vida ni probablemente ‘el mayor indicio de actividad biológica’
Rénder artístico de K2 18b | A. Smith, U. Cambridge

El 17 de abril, la Universidad de Cambridge (Reino Unido) presentaba “el mayor indicio de actividad biológica fuera del sistema solar” jamás detectado antes. Posible vida extraterrestre en un exoplaneta (un planeta más allá de Neptuno o Farout) a más de 120 años luz, llamado K2 18b. Presenta una química que –al menos en la Tierra– suele provenir de procesos biológicos. El profesor Nikku Madhusudhan confirmaba ese día en The Astrophysical Journal Letters la presencia “huellas químicas del dimetilsulfuro (DMS) y/o disulfuro de dimetilo (DMDS) en la atmósfera del exoplaneta K2 18b”. Gases que asociamos a ciertas formas marinas terrestres.


El estudio y el comunicado de Cambridge, acompañado de un vídeo reportajeado, han desatado el entusiasmo. Pero también han levantado más de una ceja entre la comunidad astrobiológica. Primero, porque en ningún momento se confirma la existencia de vida en el exoplaneta K2 18b. Y después, porque de acuerdo con algunos astrónomos como Ryan MacDonald, el equipo de Cambridge podría haber hecho algo de ingeniería estadística.

Han presentado como alta la probabilidad de que el hallazgo NO sea casual (”3 sigma, en términos técnicos”). Pero… en realidad no es tan alta. Vamos, que podría ser casual perfectamente. Por partes.

El exoplaneta K2 18b, un sub-neptuniano dos veces más grande que la Tierra

  • El exoplaneta K2 18b fue descubierto en 2015 gracias al observatorio espacial Kepler. En 2023, el nuevo telescopio James Webb pudo observarlo mejor. Orbita una estrella enana roja y está a una distancia de ella que, teóricamente, haría posible la vida en su superficie.

  • Hay indicios de agua. ¿Líquida como para albergar vida? No lo sabemos. En 2019 se pensó que la había en estado gaseoso, en su atmósfera. Es un buen comienzo para hablar de vida, pero no suficiente. Además, aquello se desmontó porque ese supuesto vapor resultó ser metano (CH4). Lo cual, paradójicamente, es prometedor. Este es un gas que también ligamos a la vida en la Tierra.

  • Seguramente K2 18b sea un mundo helado, pero… ¿y si no está helado este exoplaneta? Desde 2023, Nikku Madhusudhan cree que puede haber lagos o un océano líquido en alguna parte. Y ahí es donde emergerían gases como el dimetilsulfuro, como producto del metabolismo de alguna criatura. Es lo que pasa con la vida de los océanos terrestres, donde el dimetilsulfuro es producido sobre todo por el fitoplancton.

¿Cómo saben qué hay a 120 M de años luz?

Espectrografía de K2 18b por JWST


Las personas que hacen astronomía pueden saber qué química hay en un exoplaneta observando los colores que se ven cuando pasa por delante de su estrella. La espectroscopía permite detectar un mini de cerveza en el graderío de un estadio, como lo oyes. En el espacio, cada color corresponde con un elemento químico. El telescopio James Webb es bueno en eso.

Las afirmaciones y cifras que no cuadran de la química de K2 18b

Hay aspectos que pueden sonar muy enrevesados pero que desmontan un poco la afirmación de Cambridge. Si no eres una persona familiarizada con conceptos de bio-astroestadística, quédate con tres claves que desinflan la teoría de la vida en K2 18b:

  • Apenas hay estudios de este planeta para comparar. Y aunque esta revista ha sido revisada por pares, no es de las de mayor impacto en astronomía. No quiere decir que se publique mala ciencia, pero los datos son limitados. Pasó con la (falsa) fosfina de la vida de Venus. Y hay debate con el metano de Marte.

  • Ese DMS puede ser ”otra especie molecular que se hace pasar por biomarcador”, afirma desde el Imperial College el astrofísico David Clements. De hecho, confirma el astrobiólogo y químico Carlos Briones (CAB-INTA-CSIC) que el DMS se puede sintetizar sin necesidad de seres vivos. Y no es tan extraño en el cosmos. “No es en sí un biomarcador”.

  • ¿Hay algo de truco estadístico en el paper de Madhusudhan? Lo siguiente es un poco técnico, pero es la clave de por qué la comunicación de este descubrimiento está más cerca de ser un hype que un hecho.

¿“Hackeo estadístico”?: Los 3 sigma de la discordia

Para entender qué significan los sigma en estadística, el bioestadístico Stephen Burgess (también de la Universidad de Cambridge, pero ajeno a este estudio) pone un ejemplo: si lanzas una moneda diez veces y en la mitad de las ocasiones sale cara y en otras cinco sale cruz, hablaríamos de un sigma 0. Es decir, que está ocurriendo lo esperable. Lo típico, porque las probabilidades de que salga cara o cruz son 50%-50%. Al contrario, si las diez veces sale cara, algo raro pasa. Es muy improbable que sea pura casualidad. Hablamos entonces de un sigma muy alto. En general, 5. Dicho de otro modo: “Esto (casi) no puede ser casual”.

  • ¿3 sigma es un indicio alto? Vamos con el dato concreto de K12 18b: “Las observaciones han alcanzado el nivel de significación estadística de 3 sigma; existe una probabilidad del 0,3 % de que se produjeran por casualidad”. Muy bajas (porque el valor sigma es alto) ¿Alto? Esto dicen desde Cambridge. Pero Burgess cree que “5 sigma sería un umbral más estricto —equivale a lanzar una moneda 20 veces seguidas y obtener el mismo resultado cada vez–”. En Física, se dice que algo es cuando se alcanzan los 5 sigma. Pero en astronomía se usa otra expresión estadística. El factor de Bayes. Esto se complica.

  • No son realmente 3 sigma: Ryan MacDonald ve gato encerrado en el estudio de Madhusudhan. Él participó en el análisis de las primeras observaciones que el Observatorio Espacial James Webb hizo del exoplaneta K2 18b. Entonces se habló también de dimetilsulfuro o de disulfuro de dimetilo. Pero la probabilidad de que la observación fuese casual era muchísimo mayor. Dicho de otro modo: 1 sigma, lejos de 3. No quiere decir que aquel fuese el dato bueno. Esto viene a confirmar que hacen falta más observaciones como para lanzarse a decir que hay claros signos de actividad biológica en K2 18b, cree MacDonald. Pero es que, además, este astrónomo interpreta que su colega ha hecho un “hackeo de datos para obtener la cifra mágica de 3 sigma”.

    Olvidemos los sigma. El factor Bayes que realmente le sale al equipo de Cambridge es 2,62. MacDonald apunta que para que haya realmente evidencia de algo, ese número tiene que ser superior a 12. Por debajo de 3, directamente no hay nada. Madhusudhan presenta una especie de fórmula de conversión de ese Bayes en sigma. Ahí es donde emerge el sigma 3. MacDonald propone una metodología alternativa que desmontaría a su colega Madhusudhan en un paper que seguramente vea la luz en los próximos meses. Su borrador se puede leer aquí.

Dicho esto, todavía es perfectamente posible que haya dimetilsulfuro o disulfuro de dimetilo. Y que sean producto de actividad biológica. El estudio “es un paso en la dirección correcta”, cree David Clements. “Esta supertierra se considera potencialmente habitable y de hecho se ha convertido en uno de los mejores candidatos para la búsqueda de vida fuera del sistema solar”, apunta por su parte Briones en el SMC de España.

“Es evidente que, tanto los científicos como la población general, esperamos noticias sobre la detección de otros seres vivos más allá de esta canica azul. Nos gustaría no estar solos en el universo. Pero hemos de ser prudentes y pacientes”. Quizás encontremos vida extraterrestre más cerca. En el espacio y en el tiempo.

Fuentes