La pesadilla detrás de las oscuras fiestas sexuales 'porta potty’ de Dubái
En los misteriosos encuentros, donde se invitan a influencers o modelos que terminan siendo víctimas de violencia, el “no” no existe

Aunque los clubs liberales o espacios que se alquilan en nuestras ciudades para fiestas de intercambio de pareja (te sorprenderías), se convierten en celebraciones centradas en el placer de los participantes, la idea de reunirnos para aunar diversión y sexo no es nueva.
Las fiestas donde se buscaba dar placer a todos los sentidos se pueden remontar a la Edad Antigua y los restos arqueológicos de hace siglos, griegos o romanos, dan buena prueba de ello: un festín de genitales, música, comida y vino.
En mi experiencia, a diferencia del estigma que rodea los eventos para swingers, lo cierto es que el ambiente de respeto y consideración ante las preferencias de quienes asisten, va por delante de todo y, si no te sientes a gusto (por lo que sea), la opción de coger la puerta e irte está siempre disponible.
Idealmente esos deberían ser los requisitos de cualquier juerga, más aún si incluyen un contacto íntimo con otra persona. Pero, ¿qué pasa cuando no se dan estas características, cuando no hay transparencia, no valen los "no" y tu voluntad o deseos desaparecen por completo?
Pues que nos encontramos ante un escenario de violencia sexual, que es como debemos empezar a llamar a un término que se ha popularizado este mes de abril: las fiestas porta potty. Poco sabemos, de manera deliberada, de estas fiestas quienes no pertenecemos a la élite económica, ya que son fiestas exclusivas para poderosos hombres dubaitís.
A través de agencias o reclutadoras, se ponen en contacto con modelos de OnlyFans o influencers de diferentes partes del mundo para invitarlas a su país y darles no solo altas sumas de dinero, sino también una experiencia de lujo. La cara B, que no se menciona en estas propuestas supuestamente idílicas, es a qué van a verse obligadas a hacer en esas fiestas.
Experiencias sexuales extremas, prácticas violentas, degradaciones… Cualquiera puede hacerse una idea de qué es lo más 'suave' que puede suceder cuando, después de que en abril de 2022 se viralizara un vídeo de un millonario defecando sobre una de las modelos que habían acudido, se han bautizado como "porta potty", fiestas "baño portátil".
Este mes se ha vuelto a poner el foco en este tipo de prácticas -por llamarlas de alguna manera-, con el caso de la modelo María Kovalchuk, que habría confirmado no solo que siguen teniendo lugar, sino a qué se exponen las participantes.
Y es que la modelo de OnlyFans apareció con unas heridas casi mortales al borde de la muerte. Lo último que se sabía de ella es que iba a acudir a una fiesta en un hotel el 9 de marzo y no se supo nada hasta que apareció, 10 días después, moribunda en el arcén de una carretera con los huesos de la columna vertebral, los brazos y las piernas, rotos.
¿Fiesta o tortura medieval?
Cuando que te usen de retrete es lo más ligero que te puede suceder en estas 'fiestas' que, por lo que cuentan en redes sociales, chicas que han participado, están más cerca de cualquier relato de torturas de la Inquisición, es el momento de señalar que no puede haber espacios de supuesto disfrute donde entra en duda no ya solo el bienestar físico y mental, sino la supervivencia.
El problema según Radha Stirling, la directora de Detenidos en Dubái, es que se ha creado esta fantasía gracias a las imágenes de redes sociales de otras modelos o influencers que van a la ciudad de Emiratos Árabes Unidos con la idea de que van a vivir una experiencia de lujos, según comentaba a Daily Star.
"Tras la imagen cuidadosamente cuidada de la ciudad se esconde una realidad en la que las víctimas, en particular las mujeres, quedan sin protección ni justicia", ya que como la propia directora afirmó al medio, ni siquiera las víctimas de estas fiestas pueden denunciar lo que ha sucedido.
"Las embajadas británica y australiana han advertido a las mujeres víctimas de agresiones violentas y sexuales que abandonen cualquier plan de denunciar el delito, ya que podrían acabar en prisión", su única alternativa es huir del país. Pero, ¿cuántas de esas mujeres habrían asistido de saber de antemano que podían necesitar cirugía reconstructiva o terapia por el resto de su vida para superar el trauma de la experiencia?
Si no saben a lo que van porque no hay transparencia, si es en un país donde no se pone por delante la justicia de la víctima, si se sigue pensando que el dinero compra el cuerpo, la voluntad, el deseo y la vida, pero sobre todo prima la impunidad de quienes ostentan el poder, no estamos hablando de libertad sexual, sino de explotación enmascarada bajo el brillo del lujo.
No es una fantasía cuando una parte se siente coaccionada, asustada o debe aguantar el dolor. Si en una fiesta alguien se divierte mientras la otra persona piensa en sobrevivir, no es un encuentro sexual, es violencia. Y por mucho que la vendan como exclusiva o glamurosa, sigue oliendo a lo mismo que su mote indica: un baño portátil donde la dignidad de las mujeres no existe.