La noche en que Hattie McDaniel rompió una barrera para los afroamericanos en los Oscar mientras la discriminaban teniéndola en una mesa apartada

Racismo - Tras recibir el premio, la actriz no pudo asistir a la fiesta junto a sus compañeros porque el local no permitía la entrada a personas negras, lo que convirtió su triunfo en una experiencia agridulceLa mujer que inspiró 'Jolene' trabajaba en un banco y coqueteaba constantemente con el marido de Dolly Parton Era la única persona negra en una sala llena de trajes y lentejuelas. No tenía sitio asignado junto a los demás nominados, pero sí un discurso que nadie más había leído. El premio lo alzó con las manos firmes, aunque el lugar entero parecía recordarle que no pertenecía allí. Todo había sido una excepción: su presencia, su victoria, su momento. Aquel aplauso no borró el cartel de segregación que colgaba del techo. Una celebración sin sitio para la protagonista de la noche La noche del 29 de febrero de 1940, la ceremonia de los Oscar se celebró en el restaurante Coconut Grove del hotel Ambassador, en Los Ángeles, un lugar que mantenía estrictas normas raciales. El productor David O. Selznick tuvo que solicitar un permiso especial para que Hattie McDaniel pudiera entrar. Se lo concedieron, pero bajo condiciones. Ella y su acompañante se sentaron en una mesa aparte, lejos de sus compañeros de reparto. Su agente, William Meiklejohn, se unió a ellos en ese rincón aislado. Con un vestido azul y gardenias en el pelo, subió al escenario cuando anunciaron su nombre como ganadora del premio a Mejor Actriz de Reparto por su papel de Mammy en Lo que el viento se llevó. No utilizó el discurso que le había preparado Selznick. En lugar de eso, leyó el texto que había escrito junto a su amiga Ruby Berkley Goodwin. En ese momento en el que todos la miraban, McDaniel prefirió reivindicar a las personas negras: “Espero sinceramente ser siempre un orgullo para mi raza y para la industria cinematográfica”. Mammy fue un papel que la catapultó pero también la encasilló Tras recibir el galardón, no pudo unirse a sus compañeros para celebrarlo. Acudieron a un club que no permitía la entrada a personas negras, lo que la dejó fuera de la celebración. A pesar de todo, se mantuvo firme en su decisión de aceptar papeles como el que la llevó al Oscar, aunque para algunos miembros de la comunidad afroamericana suponía una representación estereotipada. Frente a las críticas por aceptar papeles de este tipo, McDaniel solía responder con una lógica pragmática: “Prefiero actuar de sirvienta y ganar 700 dólares semanales que ser una sirvienta y ganar 7”. Años antes de aquel premio, la actriz ya había hecho giras con espectáculos de vodevil y parodias racistas donde incluso actuaba con la cara pintada de blanco. Al llegar a Hollywood, dejó atrás ese personaje provocador para encadenar papeles de sirvienta sin acreditar. Hattie McDaniel recibió muchas críticas por aceptar de buen grado papeles supuestamente degradantes Mientras otros actores afroamericanos rechazaban esos trabajos, McDaniel apostó por dotarlos de más personalidad. La historiadora Jill Watts, autora de Black Ambition, White Hollywood, subraya esa decisión con una observación concreta: “Está intentando salirse del encorsetamiento de los guiones”. Su carrera no volvió a alcanzar ese nivel de reconocimiento. Aunque había debutado en la radio en 1947 como protagonista de The Beulah Show, convirtiéndose en la primera actriz negra con su propio programa en Estados Unidos, su imagen quedó asociada de forma casi inseparable a Mammy. Algunos teatros afroamericanos boicotearon la película, y la NAACP mostró su rechazo público. La actriz, sin embargo, continuó trabajando en la industria con los papeles que le ofrecían. “Llevo 11 años luchando por abrir oportunidades para nuestro grupo en la industria y he intentado dar prestigio a mi raza teniendo siempre una conducta ejemplar tanto dentro como fuera de la pantalla” Los deseos incumplidos de una pionera a la

May 4, 2025 - 14:37
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La noche en que Hattie McDaniel rompió una barrera para los afroamericanos en los Oscar mientras la discriminaban teniéndola en una mesa apartada

La noche en que Hattie McDaniel rompió una barrera para los afroamericanos en los Oscar mientras la discriminaban teniéndola en una mesa apartada

Racismo - Tras recibir el premio, la actriz no pudo asistir a la fiesta junto a sus compañeros porque el local no permitía la entrada a personas negras, lo que convirtió su triunfo en una experiencia agridulce

La mujer que inspiró 'Jolene' trabajaba en un banco y coqueteaba constantemente con el marido de Dolly Parton

Era la única persona negra en una sala llena de trajes y lentejuelas. No tenía sitio asignado junto a los demás nominados, pero sí un discurso que nadie más había leído. El premio lo alzó con las manos firmes, aunque el lugar entero parecía recordarle que no pertenecía allí. Todo había sido una excepción: su presencia, su victoria, su momento. Aquel aplauso no borró el cartel de segregación que colgaba del techo.

Una celebración sin sitio para la protagonista de la noche

La noche del 29 de febrero de 1940, la ceremonia de los Oscar se celebró en el restaurante Coconut Grove del hotel Ambassador, en Los Ángeles, un lugar que mantenía estrictas normas raciales. El productor David O. Selznick tuvo que solicitar un permiso especial para que Hattie McDaniel pudiera entrar.

Se lo concedieron, pero bajo condiciones. Ella y su acompañante se sentaron en una mesa aparte, lejos de sus compañeros de reparto. Su agente, William Meiklejohn, se unió a ellos en ese rincón aislado.

Con un vestido azul y gardenias en el pelo, subió al escenario cuando anunciaron su nombre como ganadora del premio a Mejor Actriz de Reparto por su papel de Mammy en Lo que el viento se llevó.

No utilizó el discurso que le había preparado Selznick. En lugar de eso, leyó el texto que había escrito junto a su amiga Ruby Berkley Goodwin. En ese momento en el que todos la miraban, McDaniel prefirió reivindicar a las personas negras: “Espero sinceramente ser siempre un orgullo para mi raza y para la industria cinematográfica”.

Mammy fue un papel que la catapultó pero también la encasilló

Tras recibir el galardón, no pudo unirse a sus compañeros para celebrarlo. Acudieron a un club que no permitía la entrada a personas negras, lo que la dejó fuera de la celebración. A pesar de todo, se mantuvo firme en su decisión de aceptar papeles como el que la llevó al Oscar, aunque para algunos miembros de la comunidad afroamericana suponía una representación estereotipada. Frente a las críticas por aceptar papeles de este tipo, McDaniel solía responder con una lógica pragmática: “Prefiero actuar de sirvienta y ganar 700 dólares semanales que ser una sirvienta y ganar 7”.

Años antes de aquel premio, la actriz ya había hecho giras con espectáculos de vodevil y parodias racistas donde incluso actuaba con la cara pintada de blanco. Al llegar a Hollywood, dejó atrás ese personaje provocador para encadenar papeles de sirvienta sin acreditar.

Hattie McDaniel recibió muchas críticas por aceptar de buen grado papeles supuestamente degradantes

Mientras otros actores afroamericanos rechazaban esos trabajos, McDaniel apostó por dotarlos de más personalidad. La historiadora Jill Watts, autora de Black Ambition, White Hollywood, subraya esa decisión con una observación concreta: “Está intentando salirse del encorsetamiento de los guiones”.

Su carrera no volvió a alcanzar ese nivel de reconocimiento. Aunque había debutado en la radio en 1947 como protagonista de The Beulah Show, convirtiéndose en la primera actriz negra con su propio programa en Estados Unidos, su imagen quedó asociada de forma casi inseparable a Mammy. Algunos teatros afroamericanos boicotearon la película, y la NAACP mostró su rechazo público.

La actriz, sin embargo, continuó trabajando en la industria con los papeles que le ofrecían. “Llevo 11 años luchando por abrir oportunidades para nuestro grupo en la industria y he intentado dar prestigio a mi raza teniendo siempre una conducta ejemplar tanto dentro como fuera de la pantalla”

Los deseos incumplidos de una pionera a la que se le negó un lugar

Murió en 1952 a los 57 años, víctima de un cáncer de mama. En su testamento dejó dos deseos: que sus restos fueran enterrados en el cementerio Hollywood Forever, y que su estatuilla del Oscar se entregara a la Universidad Howard. La primera petición fue rechazada por el cementerio, que no admitía personas negras. La segunda sí se cumplió, aunque por poco tiempo. En los años setenta, la placa desapareció de las vitrinas del departamento de arte dramático de la universidad. Su paradero sigue sin conocerse.

En 2023, la Academia decidió enviar una réplica a la Universidad Howard, concretamente al College of Fine Arts que lleva el nombre de Chadwick A. Boseman. Fue un gesto tardío, pero con peso institucional.

Ni el premio de la Academia ni las críticas que llegaron después despejaron las contradicciones que acompañaron su carrera. Fue una figura pionera, pero también polémica. Más de 85 años después de aquel Oscar, su legado sigue generando debate y reconocimiento.

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