La carrera del LNG y México
Forbes México. La carrera del LNG y México La transición energética y la coyuntura global han puesto al LNG en el centro de la escena geopolítica mundial. La carrera del LNG y México Forbes Staff

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La carrera del LNG y México

Como el piloto mexicano Sergio “Checo” Pérez en la Fórmula 1, México tiene una gran oportunidad en una pista global llena de retos y oportunidades: el mercado del gas natural licuado (LNG).
Así como “Checo” ha sabido maniobrar para posicionarse entre los mejores y a la fecha dejar una profunda huella en el deporte motor mundial, el país tiene el potencial de convertirse en un contendiente de peso en la exportación de LNG, especialmente en el Golfo de México (o América, tomando en consideración la actualidad política y sentir de nuestros vecinos y aliados). Sin embargo, al igual que en un Gran Premio, los retos técnicos son tan cruciales como la velocidad.
La transición energética y la coyuntura global han puesto al LNG en el centro de la escena geopolítica mundial. La guerra en Ucrania disparó la demanda europea en un 66% entre 2021 y 2023, mientras la crisis energética de 2020 (que ha regresado con una máscara distinta, pero no deja de ser el principal riesgo), evidenció la fragilidad de las cadenas y mercados fósiles tradicionales. En 2023, el comercio global de LNG alcanzó 404 millones de toneladas, con Estados Unidos liderando con 114.4 mil millones de metros cúbicos exportados. México, con su posición estratégica y acceso al shale gas texano, podría sumarse a esta carrera con una capacidad proyectada de 50 millones de toneladas por año para 2030, según propuestas como Energía Costa Azul, Altamira o URSUS-Aqualita LNG.
El potencial mexicano es claro: su costa del Pacífico acorta rutas a Asia en 10 días frente al Golfo, y el Golfo de México/América podría consolidarse como un hub exportador clave, rivalizando con Qatar o Australia. Proyectos como Altamira (4.2 mtpa) y el emergente URSUS-Aqualita en Coatzacoalcos refuerzan esta visión. Sin embargo, los retos son formidables. México importa 70% de su gas desde Estados Unidos, y la infraestructura pende de gasoductos aún en planeación. A la sazón, la inversión requerida supera los 20,000 millones de dólares, sólo en los proyectos más avanzados, mientras la oposición ambiental y la incertidumbre regulatoria frenan el ritmo, como sucede con el caso de Sahuaro LNG.
En este contexto, el LNG podría ser una herramienta geopolítica poderosa para el gobierno mexicano frente a la revisión del TMEC en 2026 y la volatilidad comercial generada por la administración Trump en su legítimo afán de consolidar a Estados Unidos como un líder global. Con las políticas de Estados Unidos priorizando su propio LNG y mercado del shale gas, México tiene una posición de fortaleza para negociar tanto en el marco de la imposición de aranceles, la revisión del TMEC mencionada o, en una visión de largo aliento, consolidar una alianza estratégica y diplomática con la Administración Trump, despresurizando temas coyunturales como la crisis de seguridad en México y frontera, permitiendo a la presidenta Sheinbaum ampliar su rango de maniobra, si su gobierno facilita concretar los proyectos de LNG que se abren camino en el Golfo.
Además, la posible entrada de inversiones de Medio Oriente, como Arabia Saudita —aliado clave de Estados U nidos y con creciente presencia en el continente, especialmente en Sudamérica con la compra de la peruana PRIMAX—, podría acelerar esta transición. Una alianza con capital saudí en proyectos como Coatzacoalcos II, respaldado por el Corredor Interoceánico, no solo detonaría empleos (hasta 10,000 por proyecto), sino que posicionaría al Golfo como un nodo energético global. Materializando muchos de los objetivos de los involucrados.
Como “Checo” Pérez, México no lidera aún, pero la posibilidad de entrar en esta carrera del LNG es prometedora. Si en 2025, Altamira, Energía Costa Azul y URSUS-Aqualita detonan sus objetivos y potenciales, pudiendo ser considerado un éxito en las “qualis” para lograr un posicionamiento en los primeros lugares del emparrillado mundial del LNG. Si superan los principales retos —infraestructura, regulación y financiamiento—, el país no solo entrará al podio del LNG, sino que convertirá al Golfo de América-México en un hub que redefina el poder energético de América y uno de los principales circuitos de la categoría. La carrera está en marcha; ahora toca acelerar y ganar.
Sobre el autor:
*Santiago Fabián Arroyo Seguedo es director general de URSUS Energy, especialista en regulación y desarrollo de negocios energéticos.
X: @SarroyoSi
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