Julio López Revuelta se envuelve en música, oración y gratitud para evocar su Semana Santa en Salamanca
El director de Comunicación de la Junta de Castilla y León, Julio López Revuelta, se envolvió ayer en música, oración y gratitud para evocar sus vivencias relacionadas con la Semana Santa de Salamanca, como preludio de los días de pasión que se avecinan en la capital del Tormes, y como su pregonero, honor al que respondió ante una abarrotada platea del Teatro Liceo, con la presencia, entre otros, del obispo de Salamanca, Juan Luis Retana, el presidente de la Junta de Cofradías, Francisco Hernández, y el presidente del Ejecutivo autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, quien se encargo de su presentación. Con una cuidad puesta en escena, López Revuelta salió a las tablas del Liceo tras la sobrecogedora interpretación de la Esperanza de María, a cargo de la banda La Expiración . Entre aplausos, desveló que su compañía encima del escenario sería, por elección personal, la de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, a quien comenzó orando con la disculpa de ejercer en público una conversación reservada para la intimidad. «Te ruego me guíes en este pregón por la senda que tantas veces hemos transitado juntos», clamó. Julio López Revuelta, quien se definió a su mismo como «un apasionado de su ciudad y de sus tradiciones», ligó las notas musicales de La Expiración con su imagen escogida, pues no en vano salen juntos cada Domingo de Ramos, precisamente, en la procesión de la Hermandad Mercedaria de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y de María Santísima de la Caridad y del Consuelo. Y justificó así su elección de abrir con una marcha de advocación mariana: «Ella es la que nos dio la vida. No podía empezar de otra manera», zanjó. El pregonero se refirió a la oración como esencia de la Semana Santa. «La forma en que nos enseñó el Señor para comunicarnos con él. El lenguaje de la fe», refirió tras comenzar con una sensible plegaria su alocución ante el teatro. Fue momento entonces para expresar gratitud, a la Semana Santa, al presidente de la Junta de Hermandad y Cofradías y a su presentador por, en sus palabras, «marcar con tinta indeleble esta fecha en el calendario de mi vida». López Revuelta, quien reconoció haber accedido al pregón sin haber pertenecido nunca a una hermandad o cofradía , se refirió a sí mismo como «un cofrade de acera sin medalla al cuello». A partir de ahí, desgranó un discurso cargado de emotividad en el que destacó, entre otras cuestiones, la importancia de transmitir el mensaje de la fe a las nuevas generaciones e hizo un repaso por imágenes, imagineros, cofradías y hermandades, en el que no faltaron los recuerdos y tampoco los nombres propios que le marcaron, informa Ical. En un momento dado, se detuvo para rendir un emotivo homenaje a los seres queridos que ya no están, Tras elogiar su huella, López Revuelta sacó una rosa roja bajo el atril, caminó hasta el Cristo y, frente a él, la besó para dejarla, a continuación a sus pies. Más tarde, regreso al púlpito, visiblemente emocionado, y con lágrimas en los ojos. El pregonero encauzó el final de su oratoria con el 'Ave María' al son de violín de fondo y con un alegato de unidad enmarcado en el Domingo de Resurrección.
El director de Comunicación de la Junta de Castilla y León, Julio López Revuelta, se envolvió ayer en música, oración y gratitud para evocar sus vivencias relacionadas con la Semana Santa de Salamanca, como preludio de los días de pasión que se avecinan en la capital del Tormes, y como su pregonero, honor al que respondió ante una abarrotada platea del Teatro Liceo, con la presencia, entre otros, del obispo de Salamanca, Juan Luis Retana, el presidente de la Junta de Cofradías, Francisco Hernández, y el presidente del Ejecutivo autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, quien se encargo de su presentación. Con una cuidad puesta en escena, López Revuelta salió a las tablas del Liceo tras la sobrecogedora interpretación de la Esperanza de María, a cargo de la banda La Expiración . Entre aplausos, desveló que su compañía encima del escenario sería, por elección personal, la de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, a quien comenzó orando con la disculpa de ejercer en público una conversación reservada para la intimidad. «Te ruego me guíes en este pregón por la senda que tantas veces hemos transitado juntos», clamó. Julio López Revuelta, quien se definió a su mismo como «un apasionado de su ciudad y de sus tradiciones», ligó las notas musicales de La Expiración con su imagen escogida, pues no en vano salen juntos cada Domingo de Ramos, precisamente, en la procesión de la Hermandad Mercedaria de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y de María Santísima de la Caridad y del Consuelo. Y justificó así su elección de abrir con una marcha de advocación mariana: «Ella es la que nos dio la vida. No podía empezar de otra manera», zanjó. El pregonero se refirió a la oración como esencia de la Semana Santa. «La forma en que nos enseñó el Señor para comunicarnos con él. El lenguaje de la fe», refirió tras comenzar con una sensible plegaria su alocución ante el teatro. Fue momento entonces para expresar gratitud, a la Semana Santa, al presidente de la Junta de Hermandad y Cofradías y a su presentador por, en sus palabras, «marcar con tinta indeleble esta fecha en el calendario de mi vida». López Revuelta, quien reconoció haber accedido al pregón sin haber pertenecido nunca a una hermandad o cofradía , se refirió a sí mismo como «un cofrade de acera sin medalla al cuello». A partir de ahí, desgranó un discurso cargado de emotividad en el que destacó, entre otras cuestiones, la importancia de transmitir el mensaje de la fe a las nuevas generaciones e hizo un repaso por imágenes, imagineros, cofradías y hermandades, en el que no faltaron los recuerdos y tampoco los nombres propios que le marcaron, informa Ical. En un momento dado, se detuvo para rendir un emotivo homenaje a los seres queridos que ya no están, Tras elogiar su huella, López Revuelta sacó una rosa roja bajo el atril, caminó hasta el Cristo y, frente a él, la besó para dejarla, a continuación a sus pies. Más tarde, regreso al púlpito, visiblemente emocionado, y con lágrimas en los ojos. El pregonero encauzó el final de su oratoria con el 'Ave María' al son de violín de fondo y con un alegato de unidad enmarcado en el Domingo de Resurrección.
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