Helen de Wyndhorn, de Tom King, Bilquis Evely y Matheus Lopes
El equipo de Supergirl: La mujer del mañana nos trae un nuevo bombazo en el terreno del indie. Misterio, fantasía, personajes fascinantes y, sobre todo, historias.



Edición original: Helen of Wyndhorn 1-6 (Dark Horse, 2024)
Edición nacional/España: Helen de Wyndhorn (Norma Editorial, 2025)
Guion: Tom King
Dibujo: Bilquis Evely
Color: Matheus Lopes
Traducción: Uriel López
Formato: cartoné, 176 páginas, 29,50 €
¿Qué le pasó a C.K. Cole?
Helen de Wyndhorn gira en torno al misterio. El misterio de C.K. Cole, un escritor de culto que vivió una vida de ruina, con una popularidad que solo explotó después de su suicidio. El misterio de Lilith, la institutriz a la que envían para hacerse cargo de su hija después de la tragedia. El misterio del abuelo de la hija, quien dispone de una fortuna de origen desconocido con la que contrata los servicios de Lilith. Y el misterio de la propia hija, Helen, un alma torturada por el abandono y la falta de propósito, despojada de cualquier raíz, refugiada en actitudes autodestructivas.
Todas las anteriores y otras muchas son las preguntas que se plantean a lo largo de los seis números de una miniserie que se publicó en 2024 para el mercado norteamericano de la mano de Dark Horse Comics. Ahora Norma Editorial es la encargada de traérnosla al mercado español.
En cuanto a los artistas implicados, aquí tenemos al mismo equipo creativo encargado de la laureada (en general) Supergirl: La mujer del mañana. Por tanto, al guion encontramos a Tom King, al dibujo a Bilquis Evely y al color a Matheus Lopes. Vamos por partes, como diría Othan el guerrero.
YO SOY BAT… HELEN DE WYNDHORN
Tom King lleva años estando muy presente para las personas aficionadas al medio. Con sus defensores y sus detractores, lo cierto es que su estilo de escritura logra destacar entre las decenas de novedades mensuales que nos llegan. Como seguidor entusiasta de su carrera, debo admitir que puedo llegar a entender algunas de las críticas que se le hacen, en tanto que yo mismo me sumo a algunas de ellas con moderación.
Por ejemplo, si nos centramos en algunos de sus primeros trabajos en DC, es fácil notar que el autor tenía cierta tendencia al uso constante de algunos recursos como la reiteración. Para el recuerdo queda ese tuit suyo en el que él mismo bromeaba con que, para escribir como él, solo hay que repetir la misma frase hasta que parezca algo profundo. Por otro lado, también señalaría que la estructura de sus historias siempre parecía ser una excusa para llegar a esas escenas lapidarias que tanto le gustan, esos grandes “Yo soy Batman” y derivados palomiteros que están genial las primeras veces pero empiezan a empachar si no vienen bien acompañados.
En Helen de Wyndhorn, vemos lo que seguramente sea la culminación de la maduración de Tom King como escritor de élite en el cómic independiente. Si bien conserva su característica personalidad, también deja de apoyarse en las muletillas de siempre para desarrollar una historia más rica y sólida. La trama de este cómic no se limita a conectar puntos clave de los que depende, sino que se desenvuelve poco a poco y nos regala un festín en el que saborear cada escena con la importancia que merece, en el que el postre importa tanto como los entrantes. La densidad misma de las páginas se amplía ante tanta sustancia que contener. Cada uno de sus seis números constituye un plato, si no una comida entera por sí mismo.
UNA LECCIÓN DE HISTORIA(S)
No es fácil catalogar este cómic dentro de un temática determinada. Tenemos un misterio que da pie a toda la trama, tenemos un drama familiar de principios del siglo XX que transcurre en una mansión casi viviente… podríamos decir también que tenemos, como la propia publicidad del tomo sugiere, “espada y brujería”, elementos de fantasía que florecen de la mundanidad.
Sin embargo, todo lo que se nos cuenta en esta historia sirve a un propósito que no es ni el de la fantasía ni el de la acción, sino el de responder a una pregunta de respuesta cambiante: ¿quién era C.K. Cole? ¿Quiénes son estos personajes? ¿Quién es Helen de Wyndhorn? La solución que subyace a tales preguntas no se halla al final de un castillo mágico ni tras un giro final que lo explique todo. Más bien, se trata de una solución que depende de la interpretación de cada persona, fundamentada sobre la verdadera temática de la obra: las historias.
Una historia sobre historias. No es que no se haya hecho nunca, pero aquí se expone con una presentación encantadora; sobre todo porque tenemos un catálogo de personajes con un carisma explosivo y una personalidad marcadísima. Cada uno de ellos basta para llenar cualquier escena, mientras que sus interacciones hacen saltar chispas de ternura, comedia o furia, según cómo se les dé la tarde.
Helen vive perdida entre sus traumas y sus fantasías, el abuelo se presenta con una quietud tan salvaje que parece una bestia disfrazada de burgués y la institutriz, Lilith, es la versión inquisidora de la Niñera Mágica después de tragarse un diccionario.
Todos ellos se definen por las historias que se cuentan a sí mismos y que los demás cuentan sobre ellos, como una danza de cánones, mutada al son del tiempo, las perspectivas y la pérdida. No se les concede tanta importancia a los hechos como a lo que se extraiga de ellos. Durante las escenas más fantásticas, la propia narración parece someterse a una rimbombancia con la que quitarles peso: al final resulta un tanto irrelevante si el personaje ha conquistado los picos mangnetomagmáticos, derrocado a la reina Rana o atravesado el Río de los Recuerdos Redundantes. La obra pone el foco en las consecuencias y conclusiones que salen de ahí, en cómo afectan a los personajes, sus relaciones y la visión que se tiene de ellos. En ese sentido, estamos ante un enfoque interesante y refrescante.
Grotesca y afilada belleza visual
Sobre el apartado visual que nos ofrecen Bilquis Evely y Matheus Lopes, la verdad es que las imágenes ya hablan por sí mismas. Aun así, se puede añadir que a la evidente destreza y personalidad del dibujo se les suma una expresividad facial muy comunicadora, definida por el estilo tan especial con el que Evely moldea los rostros de los personajes.
Destacan también todos los diseños presentados, con un estilo entre lo grotesco, lo bello y lo afilado que me recuerda mucho al que podemos encontrar en los videojuegos de From Software (saga Dark Souls y derivados). Este comentario lo dirijo como el mejor de los elogios, ya que, si por algo destacan las obras del estudio japonés, es por unos diseños únicos que se te quedan impresos en la retina. Aunque desde luego tienen sus diferencias, diría que tanto el estilo como sobre todo la calidad general de Helen de Wyndhorn está a la par; por encima incluso de lo que nos ofrecen las propias adaptaciones de la obra de From Software en formato cómic.
Me gustaría hacer también un comentario sobre la rotulación; más concretamente, sobre la tipografía utilizada para los textos en los que Lilith actúa de narradora: creo que es barroca y retorcida en exceso, hasta el punto de que pierde demasiada claridad visual. Este problema lo comparten tanto la edición española como la original. Si bien no supone un impedimento enorme para la lectura, a mi vista (que no es la mejor, cabe señalar) sí le ha requerido un esfuerzo mayor del que me gustaría.