Fallece una niña de dos años en una piscina de Gran Canaria por un grave error
Impactante suceso. Las muertes de personas muy jóvenes estremecen con fuerza. No solo por la tragedia evidente de una vida apenas comenzada, sino porque afectan a todos los que rodeaban a esa persona: familiares, amigos, vecinos e incluso a desconocidos. Hay algo profundamente injusto en perder a alguien que aún no ha tenido tiempo de ... Leer más

Impactante suceso.
Las muertes de personas muy jóvenes estremecen con fuerza. No solo por la tragedia evidente de una vida apenas comenzada, sino porque afectan a todos los que rodeaban a esa persona: familiares, amigos, vecinos e incluso a desconocidos. Hay algo profundamente injusto en perder a alguien que aún no ha tenido tiempo de vivir.
Esa sensación de pérdida colectiva se ha hecho presente este sábado 19 de abril en el municipio grancanario de Mogán, donde una niña de apenas dos años falleció en circunstancias aún por esclarecer del todo. El suceso ocurrió en una piscina situada en Taurito, y desde el primer momento movilizó a todos los recursos disponibles.
El Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (CECOES) 1-1-2 del Gobierno de Canarias recibió el aviso a las 16:03 horas. “La menor había sido sacada del agua con síntomas de ahogamiento”, informaron las autoridades. En ese instante, cada segundo se volvió crucial.
Una respuesta inmediata. Cuando la emergencia moviliza a todos.
El CECOES activó un despliegue urgente de medios para atender a la menor. El Servicio de Urgencias Canario (SUC) envió un helicóptero medicalizado, una ambulancia de soporte vital avanzado y otra básica. También acudieron efectivos del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria, Guardia Civil, Policía Local y Protección Civil.
Los equipos sanitarios del SUC encontraron a la niña en parada cardiorrespiratoria. “Se iniciaron maniobras de reanimación cardiopulmonar, tanto básicas como avanzadas”, pero no fue posible revertir la situación. Finalmente, el personal solo pudo certificar su fallecimiento en el lugar de los hechos.
La escena fue desoladora. Bomberos aseguraron el aterrizaje del helicóptero mientras la Policía Local y Protección Civil coordinaban las tareas sobre el terreno. La Guardia Civil se hizo cargo de las diligencias. El recinto fue cerrado tras el suceso, dejando un silencio que hablaba por sí solo.
Una versión distinta.
Sin embargo, con el paso de las horas, una nueva versión comenzó a circular entre los profesionales presentes. Un experto en emergencias que presenció el suceso afirmó que la causa del fallecimiento no fue el ahogamiento. “El motivo de la muerte no fue por ahogamiento sino por atragantamiento con un trozo de pan”, aseguró en un chat profesional.
El relato, compartido por esta persona, apunta a que la menor estaba comiendo cerca de una de las atracciones acuáticas del recinto. Al acercarse a la piscina, resbaló y quedó sentada en una rampa de colchonetas, donde se produjo el atragantamiento.
Además, confesó algo que resuena con culpa: “Ninguno reparamos en ella”. Según explicó, la niña pasó desapercibida durante varios minutos. Un tiempo que, en emergencias pediátricas, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Reflexión obligada.
Este tipo de tragedias suele generar más preguntas que respuestas. ¿Pudo haberse evitado? ¿Qué falló en la supervisión? ¿Qué protocolos deberían revisarse en estos espacios? Mientras las autoridades avanzan en la investigación, la comunidad intenta entender cómo algo así pudo pasar.
El caso de esta niña en Taurito pone sobre la mesa no solo la fragilidad de la vida infantil, sino también la necesidad de una vigilancia más activa en entornos recreativos. Y aunque nada devolverá la vida perdida, tal vez este dolor sirva para prevenir otras muertes igual de injustas. Porque no hay pérdida más difícil de asumir que la de alguien que apenas comenzaba a existir. Una pérdida que, como un eco, seguirá resonando mucho después de que las sirenas se apaguen.