Eugenia de Borbón y Vargas cumple 18 años: una 'royal' apasionada de la moda y los caballos
La joven es hija de Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas y nieta de Carmen Martínez-Bordiú.

La nueva generación de royals comienza a ganar terreno en el mundo adulto. Si a finales de febrero era Lalla Khadija, la princesa de Marruecos, quien llegaba a la mayoría de edad, este 5 de marzo es el turno de la primogénita de Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, Eugenia, una joven que sabe lo que es la discreción y estar lejos del foco mediático desde incluso cuando no era consciente de que lo estaba haciendo.
Nacida mediante cesárea en un hospital de Miami, fue su padre, el duque de Anjou, quien tras conversar con Federico Trenor, barón de Alacuás, casi una figura paterna para él, se decantó porque fuera la familia quien llevara las riendas de las noticias e informaciones que llegaban a los medios de la pequeña, de forma que nadie se pudiese aprovechar crematísticamente de su felicidad e intimidad. Por ello fue él mismo quien trató de manera directa con la dirección de la Agencia EFE y les explicó cómo funcionaría el operativo que llegaría a Florida.
Así se explica el reportaje que le hicieron a la entonces bebé en la mansión del matrimonio en Palm Beach junto a toda su familia, donde dieron a conocer datos como que llegó al mundo pesando 3,7 kilos y midiendo 52 centímetros y eligieron personalmente las fotografías del artículo o que fuese tres meses después bautizada en la capilla privada de la Embajada de la Santa Sede en París, llevando, explican desde ¡Hola!, el mismo traje de cristianar en encaje de Chantilly que en su día llevaron su padre y sus tíos.
A fin de cuentas, era días señaladísimos en la familia: no por nada se trataba de la primera hija de quien está considerado pretendiente legitimista al trono de Francia, al que sus acólitos llaman Luis XX, rey de Francia y Navarra, y, al mismo tiempo, también Eugenia es tataranieta del dictador Francisco Franco y del rey Alfonso XIII de España. Por ello no sorprende que haya adoptado esa idea paternal tanto de alejarse de los medios como de llevar las riendas de su vida. En ocasiones, incluso literalmente.
Ya que desde muy joven una de sus mayores pasiones han sido los animales —siempre han tenido mascotas en casa—y la hípica, acompañando a su madre o incluso participando ella misma en competiciones ecuestres a nivel nacional. De hecho, en sus redes sociales, aunque privadas, tiene de foto de perfil una instantánea mostrando sus dotes de amazona. Una afición que ha sido un pilar fundamental allí donde ha vivido o viajado con sus padres, si bien cuando se marcharon de Florida, en 2010, de vuelta a España, ella era todavía muy joven.
Y es que el hijo del duque de Cádiz y Carmen Martínez-Bordiú se encontraba trabajando en el Banco Occidental de Caracas, cuyo dueño era su suegro Víctor Vargas. De ahí que por aquel entonces vivieran entre Estados Unidos, Venezuela y los veranos en Galicia (el Pazo de Meirás) y Andalucía (Sotogrande). Sin embargo, instalarse primero en Nueva York y más tarde en nuestro país hizo que llegaran sus hermanos pequeños: los gemelos Luis y Alfonso, que nacieron poco antes de que llegasen, y el benjamín, Enrique, que vino al mundo el primero de febrero de 2019.
De sus padres también ha heredado otros núcleos vertebrales de su personalidad: su amor por la familia, ya que le encanta pasar tiempo con sus padres, hermanos y, sobre todo, su abuela —"Nos los pasamos muy bien juntas. Tiene mucho sentido del humor y creo que en ese carácter abierto nos parecemos mucho", ha dicho Martínez-Bordiú en Vanitatis de su nieta—; o su devoción religiosa, dado que fue damita de honor en una de las bodas de mayor pedigrí de Venezuela, que unió a dos importantes familias y que tuvo lugar la basílica de San Marcos, en Venecia, y más tarde, su primera comunión, que tuvo lugar en el monasterio de las Descalzas Reales, en Madrid.
Asimismo, se sabe que tiene otras grandes aficiones, como la música y el baile, algo que se intuía desde que en la celebración del citado sacramento, en 2016, no cesó de bailar sevillanas, o la moda, que puede estar entre sus opciones de futuro. "A Eugenia siempre le ha gustado la moda. Siempre, desde chiquita. Ella cosía y hacía sus pinitos, estaba como en su mundo. Me decía: 'Mamá, es que yo tengo que estudiar algo que tenga que ver con la moda", reconoció su madre a la mencionada revista, lo que significaría no seguir los pasos ni de su padre ni de su madre, que estudiaron Económicas y Pedagogía, respectivamente.
De hecho, el pasado 30 de noviembre fue para ella un día más que especial, ya que por fin pudo formar parte de todo un desfile y un reportaje fotográfico que ella misma hubiese elegido y deseado durante su participación en Le Bal, el conocido baile de debutantes que se lleva a cabo en París, una ciudad a la que además se siente muy unida, y que ella fue la encargada de abrir, bailando El Danubio Azul con su padre, que ya ejerció como cavalier en el mismo evento tres décadas atrás.
De la joven, que vestiría para la ocasión un vestido palabra de honor de tul de color azul claro y diseñado por Carolina Herrera —y que vistió su madre en la cena de gala de la boda de Alberto y Charlene de Mónaco, en julio de 2011— junto con una diadema art déco creada por Boucheron en 1935, habían hablado sus padres unos meses antes, en agosto del año pasado, con motivo de la gala Starlite, a la que acudieron para ver el concierto de Luis Miguel.
"Eugenia es muy madura y tiene muy claro cuáles son sus prioridades, que ahora son los estudios. Le gustan temas relacionados con la moda, pero también la informática. Termina el colegio el año que viene y aún no lo tiene muy claro", dijeron de ella sus padres, haciendo hincapié en que su desarrollo personal no interferirá en el progreso académico de una recién adulta a quien han definido quienes la conocen como una joven despierta y muy protectora y cariñosa.