Este hábito está arruinando silenciosamente tus relaciones
Muchos lo aplican la ley del hielo, pero pocos entienden las consecuencias que tiene en una relación
Una noche de la semana pasada, mi esposo Tom y yo discutimos. A la mañana siguiente, yo seguía echando humo. Así que le hice la ley del hielo.
Para los que nunca lo han hecho, la ley del hielo es cuando una persona se niega intencionadamente a comunicarse con vos o, en algunos casos, hasta a reconocer tu presencia.
“Es una maniobra habitual que se utiliza en todo tipo de relaciones”, dijo Kipling Williams, profesor emérito de ciencias psicológicas de la Universidad de Purdue, quien ha estudiado los efectos de la ley del hielo durante más de 30 años.
La táctica que utilizaba con Tom es una que los investigadores de la Universidad de Sidney denominan “silencio ruidoso”. Es cuando una persona intenta, de forma evidente, mostrarle al otro que lo está ignorando, como abandonar teatralmente la habitación cuando entra la otra persona.
Me avergüenza decir que esa fui yo. Cuando me fui al trabajo sin mediar palabra, miré a Tom fijamente y luego di un portazo espectacular.
“Utilizar la ley del hielo es tentador porque puede sentirse bien, temporalmente, hacer que la otra persona se retuerza”, dijo Erin Engle, psicóloga del Centro Médico Irving de la Universidad Columbia/Presbiteriano de Nueva York. Pero, añadió, puede tener consecuencias a largo plazo en la relación.
En este contexto, el medio consultó a los expertos qué hacer si cuando se es víctma de la ley del hielo, o cuando se siente el impulso de hacérsela a otra persona.
Si te tienta dejar de hablarle a alguien
“Algunas personas creen que la ley del hielo es una forma más suave de afrontar los conflictos”, dijo Gail Saltz, profesora clínica asociada de psiquiatría del Hospital Presbiteriano de Nueva York.
Pero no lo es, explicó. “Responder con silencio es un castigo”, dijo, “así lo reconozcas o no”.
Para quien está siendo excluido, genera “ansiedad y miedo, y sentimientos de abandono”, dijo Saltz, y a menudo provoca una “cascada de dudas sobre sí mismo, culpa y autocrítica”.
Y duele, añadió Williams. Su investigación sugiere que ser excluido e ignorado activa en el cerebro las mismas regiones dolorosas que el dolor físico. “Así que no es solo metafóricamente doloroso, sino que el cerebro lo detecta como dolor”, dijo.
“Si te sentís abrumado, pedí un poco de tiempo”, aconseja Williams. “Podés decir algo como: no puedo hablar con vos ahora, estoy muy alterada. Voy a dar un paseo y vuelvo dentro de una hora".
“Decí una hora clara en la que vas a estar de vuelta y dispuesto a hablar, para no dejar las cosas abiertas”, dijo James Wirth, profesor asociado de psicología de la Universidad Estatal de Ohio en Newark, quien estudia el ostracismo. “La ambigüedad, dijo, es parte de lo que hace que la ley del hielo sea letal”.
“Acordate: aunque utilizar la ley del hielo puede darte una sensación de poder y control, también es agotador", agregó Williams. “Requiere trabajo imponer este comportamiento que es inusual y contrario a las normas, así que requiere mucho esfuerzo cognitivo y mucho esfuerzo emocional”.
Si te dejan de hablar
No hay mucha literatura sobre la forma más eficaz de romper el silencio, dijo Wirth. La única sugerencia verdadera basada en la investigación, dijo, es que hay que dejar de hacerlo.
“Si te animás, escribí una nota o apelá a la persona directamente en lugar de prolongar el silencio”, dijo. “Para restablecer la conexión, apelá a la empatía", dijo Saltz. Aunque reconoció que puede ser difícil sugirió pensar en “¿por qué no pueden hablar conmigo?“.
“La persona puede haber llegado a un estado de angustia. En realidad, no es fácil para ellos”, dijo. “Es duro para ellos”.
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Saltz sugirió acercarse a la persona con franqueza y curiosidad utilizando el siguiente guión: “me hace sentir que no podemos avanzar cuando me respondés con silencio. Quiero entender lo que te pasa. No quiero que te sientas disgustada. Quiero que las cosas mejoren entre nosotros. Y para eso necesito más información sobre lo que te pasa”.
Y aunque muchos de nosotros somos culpables de utilizar la ley del hielo de vez en cuando, añadió Saltz, si, por ejemplo, una pareja maneja crónica y frecuentemente todos los conflictos de esta manera, entonces “es justo calificarlo de abuso emocional”.
En este sentido, Saltz sugiere, en un momento de calma, pedirle a la pareja en cuestión que piense en otras formas de resolver los conflictos. “Si eso no funciona, dijo Engle, podés plantear empezar terapia de parejas para aprender formas más eficaces de manejar los desacuerdos o de estar emocionalmente agobiados”.
“Y, si tu pareja no está dispuesta a probar la terapia, andá vos, para desentrañar el papel que desempeñás en la interacción y obtener orientación sobre cómo gestionar la ley del hielo cuando la aplican sobre vos”, recomendó Saltz.
Mi “silencio ruidoso” con Tom duró solo unas horas, pero la próxima vez voy a hablarlo en lugar de dejarlo fuera. Cuando llegué a casa del trabajo, me ofreció una bolsa de galletitas de una pastelería que me gusta, aunque no debería haber tenido que recurrir a un soborno. Aun así, mi lema es “aceptá todas las galletitas”, así que eso rompió el hielo.
Jancee Dunn