Estas 10 leyendas de Hollywood nunca fueron nominadas a un premio Oscar

La historia de los Oscar no les ha reservado, en la mayor parte de los casos, ni una nota a pie de página. Sus nombres: Marilyn Monroe, Errol Flynn, Rita Hayworth o Edward G. Robinson.

Mar 2, 2025 - 10:44
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Estas 10 leyendas de Hollywood nunca fueron nominadas a un premio Oscar

En 2027, los Oscar cumplirán 100 años. A lo largo de estas décadas, las estatuillas han circulado, en puntuales oleadas, por las manos más distinguidas del cine internacional. Aunque algunas se quedaron sin saber, no ya cuánto pesaba un Oscar, sino sin siquiera verse entre los candidatos a ganarlo. En España, solo cuatro intérpretes han sido nominados: Javier Bardem, Penélope Cruz, Antonio Banderas y Karla Sofía Gascón.

La lista de las leyendas privadas de una nominación podría extenderse hasta el infinito. Por eso, la hemos limitado a intérpretes cuya carrera transcurrió, en su mayoría, en Hollywood, lo que deja fuera a dolorosos no-nominados como Toshirō Mifune, Jean-Pierre Léaud o, en nuestro país, José Luis López Vázquez o Paco Rabal.

Tampoco hemos computado aquellos actores que vivieron su momento de gloria antes de la concesión de los Oscar, como Buster Keaton. Ni siquiera a aquellos que, como James Gandolfini, resplandecieron verdaderamente en la pequeña pantalla. E, incluso, hemos dejado fuera a intérpretes que se ciñen a los criterios anteriores, pero que, al seguir en activo, están a tiempo de lograr la nominación. Hablamos nada menos que de Richard Gere, Ewan McGregor, Robin Wright, Hugh Grant, Jim Carrey, John Turturro o Steve Buscemi.

Errol Flynn

Pastor de ovejas en Tasmania, estrella rutilante del cielo de Hollywood. Errol Flynn fue el gran héroe de aventuras de los 30 y 40. Inolvidable como Robin de los bosques; imponente en Dodge, ciudad sin ley; profético en Gentleman Jim (se estrenó el mismo año en que nació Muhammad Ali); y honorable y transfigurado Capitán Caster en Murieron con las botas puestas… Nada de esto le sirvió para conseguir una mísera nominación al Oscar. El director con el que más trabajó, Raoul Wash, uno de los parcheados milagrosos del séptimo arte, tampoco fue nominado nunca.

Joseph Cotten

Joseph Cotten se jactaba de haber aparecido en las tres películas favoritas de tres de los más grandes directores de la historia: a saber, El tercer hombre (Carol Reed), Ciudadano Kane (Orson Welles) y La sombra de una duda (Alfred Hitchcock). A esto, cabe sumar que los dos directores con los que colaboró en mayor número de ocasiones fueron Welles y Hitchcock. También protagonizó Jennie (de Dieterle, y una de las películas preferidas de Buñuel), Duelo al sol o Luz que agoniza. Un currículo que los Oscar no consideraron de demasiado interés.

Myrna Loy

En 1991, alguien en la Academia recordó su nombre y le entregaron el Oscar honorífico. Esta será la tónica habitual en la lista: al borde de la muerte, actores y actrices ninguneados por la Academia reciben una estatuilla testimonial para serenar la conciencia de los miles de votantes que pasaron por alto su existencia durante décadas. Myrna Loy sobrepasó las 100 películas y estuvo en obras maestras como Los mejores años de nuestra vida. En ella, tenía con quien compartir su desdicha.

Dana Andrews

Cuando Dana Andrews y Myrna Loy se viesen en el set de rodaje de Los mejores años de nuestra vida (en plano, no coinciden tanto), podrían haberse compadecido mutuamente. Dana Andrews estuvo en (atención) Laura, Incidente en Ox-Box, Al borde del peligro, Mientras Nueva York duerme, La ruta del tabaco o La noche del demonio. Cualquier actor nominado o multipremiado vendería su alma por una fracción del currículo de Dana Andrews, que nunca fue nominado, no ya al Oscar, sino a un solo premio en su vida.

Marilyn Monroe

En la gran pantalla, Marilyn fue la responsable de que muchos hombres se frotasen los ojos. Ahora, el gesto es compartido por la humanidad al completo o, al menos, por aquel porcentaje que ignoraba que Monroe nunca optó a un Oscar. Durante años, se puso en duda su talento como actriz, pero esa fase parece haber pasado, afortunadamente, a mejor vida.

Exasperante (como se quejaba Billy Wilder), pero impagable, Monroe ganó el Globo de Oro por Con faldas y a lo loco y fue nominada a otro por Bus Stop. Vidas rebeldes, película maldita con la que se despidieron Clark Gable (con un Oscar por Sucedió una noche, y dos nominaciones más) y Montgomery Clift (cuatro nominaciones, ninguna estatuilla), habría sido una gran oportunidad de salvar, para la Academia, la honra sobre la línea. Pero no ocurrió.

Robert Taylor

El perfil perfecto pasó de perfil por los Oscar. Robert Taylor, que murió antes de cumplir los 60, brilló a las órdenes de Nicholas Ray, George Cukor, Mervyn LeRoy, William A. Wellman, Frank Borzage o Anthony Mann. Quien sí recibió una lluvia de nominaciones fue su esposa, la magnífica Barbara Stanwyck, aunque el Oscar, como tal, lo saboreó solo honorífico.

Rita Hayworth

Put the blame on Mame, porque alguien debe ser responsable de que Rita Hayworth, estrella de estrellas, nunca fuese nominada a un Oscar. Su aturdidora belleza no era su única credencial para el premio: en Gilda o en La dama de Shanghai demuestra que su capacidad para interpretar no pertenecía a este mundo. Pero es que Gilda y La dama de Shanghai, en concreto, no recibieron una sola nominación.

Alan Ladd

Era tan pequeño que, para no desentonar al lado de Sophia Loren en La sirena y el delfín, hubo que colocar a la diva italiana en una zanja. Sin embargo, el talento, como dijo una vez James Dean, no se mide en centímetros. Alan Ladd protagonizó la fantástica, Raíces profundas, y dejó a varias generaciones gritándole ¡Shane! a una figura que se alejaba en el horizonte. Alan Ladd murió con solo 50 años y dejó para la posteridad un puñado de títulos ejemplares y una frase que probaba su modestia: “Si puedes desentrañar mi éxito en la pantalla, serás mejor hombre que yo”.

Tyrone Power

Más joven aún falleció Tyrone Power. Justo un año después de que se estrenase, de hecho, su mejor película, y también aquella en la que componía su mejor papel: Testigo de cargo.

Punta de lanza de Century Fox, con la que los estudios se defendían de otro ilustre no-nominado, el hombre de confianza de la Warner, Errol Flynn, Power caminó por El filo de la navaja y se adentró en El callejón de las almas perdidas. Además, hizo que millones de espectadores saliesen del cine con ganas de debatir sobre moralidad tras ver El mar no perdona. Una nominación más o menos no le añadía nada.

Edward G. Robinson

Cuando los Oscar se acordaron de él, ya era demasiado tarde. Edward G. Robinson murió dos meses antes de que la Academia le entregase un lacerante Oscar honorífico. Edward G. Robinson es uno de los mejores intérpretes que han desfilado ante una pantalla, y cualquiera que lo vea actuar durante diez minutos estará de acuerdo.

Trabajó con casi todos los grandes: John Ford, Billy Wilder, Orson Welles, John Huston, Fritz Lang, Joseph L. Mankiewicz, Cecil B. DeMille, Michael Curtiz, Vincente Minnelli, Howard Hawks, William Dieterle o Raoul Walsh. Solo se le escapó Alfred Hitchcock, aunque sí trabajó en la hitchcockiana El premio. Pero premios, lo que se dice premios, pocos.

Bonus: Kim Novak, Bruce Willis, Donald Sutherland o Ray Liotta tampoco fueron nunca nominados a un Oscar. ¿A que, ahora, ganarlo hace menos ilusión?

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