Si Rafael Escuredo, el primer presidente de la Junta de Andalucía más allá de la etapa preautonómica, se ha prestado voluntariamente al juego de su partido promoviéndolo como padre de la autonomía andaluza mediante una declaración institucional, en ese caso bien podrá decirse que se merece el fiasco. Y lo digo desde la convicción de que su figura no lo merece. Pero desde hace algunos años se presta a ciertos tejemanejes, como con el lavado de las sentencias de los ERE en el TC, que sólo rebajan esa figura. Él no podía ignorar que esto ni siquiera era una torpeza sino una artimaña absurdamente abocada a la nada. El texto diseñado por el PSOE, a sabiendas de que Vox nunca...
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