Es interiorista y eligió dejar su casa en un barrio cerrado para volver a vivir en Recoleta
Hace una década, la interiorista Inés Muzzio apostó por volver con su familia a la ciudad, más precisamente a un departamento en planta baja en Recoleta. La reforma de la casa, donde siguen viviendo, significó el inicio de una nueva etapa.

Hace 11 años, la interiorista Inés Muzzio y su familia dejaban su casa en un barrio privado en provincia para volver a Capital. Al revés que la mayoría de las familias jóvenes, Inés, su marido y sus entonces dos hijas (hoy tres) se mudaron a una planta baja de casi 100 años y 200 metros en Callao y Las Heras, pleno corazón de Recoleta.
“Yo siempre tuve mi trabajo y, en ese momento, la logística de las chicas chiquitas y la vida en el barrio cerrado se hizo difícil, porque implicaba estar disponible para hacer todo en auto”, se acuerda. En esa época, Inés no se dedicaba al diseño de interiores sino que armaba vidrieras y tiendas de distintas marcas de indumentaria.
Para recuperar la tan necesaria red de familia y amigos y la autonomía que significa tener todo cerca, junto a su marido empezó la búsqueda de un departamento con una terraza o patio para compensar algo de lo que dejaban atrás.
Nuevos comienzos
“Cuando vinimos a verlo, el departamento estaba muy distinto: muchos de sus patios (que son varios porque son los aire y luz del edificio), se habían techado para hacer otros ambientes”, cuenta Inés. La primera decisión fue volver a la planta original sumando la renovación total de la cocina y los baños.
“Demoler fue clave, porque le devolvió a la casa mucha de la luz y ventilación natural que tenía”, cuenta Muzzio. Con la arquitecta Milagros Correa a cargo de la obra y planos y su propio aporte en arquitectura interior, la obra fue un hito que no solo marcó su regreso al barrio sino también el inicio de su actual etapa laboral.
Sobre la mesa de comedor, obra de Gaspar Libedinsky que fue parte de ‘Casa tomada’, en el Museo de Arte Decorativo. “En esa muestra, él proponía objetos cotidianos que querían ser otra cosa: en este caso, plumeros que quieren ser nube”, cuenta la dueña de casa.

Respetar el planteo original

“Lo que buscábamos era volver el departamento a su planta original, una decisión que le devolvió la luz natural y una buena circulación de aire”.

Qué se hizo
- Reformaron a nuevo la cocina y los baños.
- Demolieron un estar y un lavadero que se habían construido en dos de los patios originales de la casa.
- Se restauraron pisos y aberturas y se hizo la pintura a nuevo.

El corazón de la casa
“Cuando mis hijas eran chiquitas, el patio se usaba todo el día: tenía una pelopincho y se la pasaban ahí. Hoy, se sigue usando, pero más que nada en lo social”, confiesa Inés. Equipado para recibir, Inés eligió una mesa y bancos de Laura Orcoyen y un living exterior.
“El departamento no tiene una distribución actual, pero al estar diagramado alrededor del patio, fluye muy bien”

Contraste deseado
“Cuando hicimos la cocina, el vidrio repartido era algo muy original que todo el mundo nos comentaba. Hoy ya está más visto, pero me sigue encantando cómo entra la luz y ese contraste entre la arquitectura original francesa y el cerramiento de hierro”.

Como reemplazo de las clásicas alacenas, la arquitecta Milagros Correa diseñó un mueble de usos y formatos combinados.
Espacios que den placer
“La casa debe generarte alegría y placer: tiene que ser un lugar que te abrace, que te resulte cómodo y que cumpla bien”, resume Inés.

Amante del diseño y un poco coleccionista también, en su casa reúne piezas de diseño y obras de arte que se combinan con el común denominador de su gusto. En el dormitorio principal, por ejemplo la lámpara antigua de caireles dialoga con una lámpara “Hanoi” de Federico Churba y una mesa de luz modelo “Tulip”.
Aunque solo el comedor y el playroom tienen salida al patio, todos los dormitorios se nutren de su luz y vistas con grandes ventanas.