Qué felices éramos mientras papá y mamá bebían

Ahora Mónica García, necesitada de salir en el periódico, ha propuesto destruir la felicidad que les describo. Su nueva prohibición apunta al alcohol y a los niños: hay que alejar el etanol de la infancia, mayormente por el bien del etanol. Su delirio analcóholico dice así: “Se prohíbe el consumo de alcohol en cualquier espacio... Leer más La entrada Qué felices éramos mientras papá y mamá bebían aparece primero en Zenda.

Mar 22, 2025 - 03:06
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Qué felices éramos mientras papá y mamá bebían

Una forma bastante común de felicidad consiste en consumir alcohol mientras tus hijos juegan. Sucede los viernes. El último día lectivo de la semana reúne dos fatigas, la de los niños por exceso de cole y la de los padres por exceso de niños. Los padres, además de cuidar de sus hijos, trabajan. Entonces, llegado el viernes, se produce una milagrosa conjunción de ocios y alegrías, normalmente en un parque amplio de la ciudad. En el parque hay zonas infantiles, pero también terrazas de restaurantes o bares. Cada uno ocupa su sitio, los niños son niños y los padres, adultos. La tarde se alarga entre gintonics y pilla-pillas. El mundo está bien hecho.

Ahora Mónica García, necesitada de salir en el periódico, ha propuesto destruir la felicidad que les describo. Su nueva prohibición apunta al alcohol y a los niños: hay que alejar el etanol de la infancia, mayormente por el bien del etanol. Su delirio analcóholico dice así: “Se prohíbe el consumo de alcohol en cualquier espacio donde la presencia de menores sea mayoritaria”. En el parque que tengo en mente, hay una cantidad impresionante de niños. Mayoría fatal. Desde luego, no van a encontrar ustedes alcohol a raudales en las aulas o en las proyecciones de Vaiana 2. Sólo hay alcohol punible cuando estamos en familia.

"Los padres abstemios son mejores padres, porque son más falsos. Eso creen en el ministerio de Sanidad, donde creen todo tipo de cosas, habitualmente malsanas"

La ministra y su legión de rasputines de colores creen que los niños no deben consumir alcohol, pero en eso ya estábamos. Ahora creen también que los padres no deben consumir alcohol delante de sus hijos. La visión prospectiva de la vida de esta gente viene a decir que si un niño ve consumir alcohol a su madre junto a otras madres, entre risas y conversaciones, cada viernes, y pasar de dos cervezas a un copazo (cosa que sucede literalmente así), acabará en la inclusa o robando cobre, como El Torete. Las madres tienen que estar bebiendo agua con gas y haciendo meriendas, con pan integral y aguacate, mientras se muestran muy atentas al deseo puntual de sus hijos por cambiar de sexo, pues los viernes hay mucha inclinación por liarla parda.

Los padres abstemios son mejores padres, porque son más falsos. Eso creen en el ministerio de Sanidad, donde creen todo tipo de cosas, habitualmente malsanas. Un padre o una madre que tiene amigos, alegría, esparcimiento no es un buen padre, pues parece feliz incluso habiendo tenido hijos. Hay que someter a los padres y madres a una tensión interminable, también los viernes, también en los parques, de los que hemos de erradicar los tercios y el champán. Que se jodan.

Que se jodan si creían que ser padre era ser feliz, libre, un poco incorrecto. Ese ambiente de puro Madrid, de pura dispersión, de primitivo gozo (los niños hacen el bruto sin apenas vigilancia y los padres permiten parque hasta las doce de la noche, mientras el bar siga abierto) hay que destruirlo. Regular hoy es únicamente destruir; la naturalidad, el buen rollo, los remansos.

"Si nunca ven a sus padres tomar cerveza, nunca tomarán cerveza. Por eso se consume tan poca cocaína en España, porque no es algo que hayas visto hacer en casa"

En los cumpleaños infantiles también se bebe alcohol. Por eso suelen salir bien. Los niños son mayoría y para defenderse de los niños se inventó la Mahou. Según el ministerio y la literalidad de su ley, esos cumpleaños de parque sin terrazas donde se llevan mesas, sillas, gallardetes y neveras tienen que volverse un simposio de notarios, siete horas seguidas partiendo tarta y bebiendo coca colas. Se acabaron las latas de cerveza del chino. Se acabaron porque los niños saldrán mejores si ven a sus padres preguntarse por qué tuvieron hijos.

Si los niños ven a los adultos tomar cerveza, pensarán que cuando sean adultos pueden tomar cerveza, algo inmensamente peligroso: saber qué es ser adulto. Si nunca ven a sus padres tomar cerveza, nunca tomarán cerveza. Por eso se consume tan poca cocaína en España, porque no es algo que hayas visto hacer en casa.

Pronto habrá algún padre o madre en estos guateques que llamará a la policía, pues la superioridad moral también sube muy rápido, sin burbujas ni nada. Se llamará a la policía porque un papá bebe cerveza, ojo.

"La nueva ley de mayorías infantiles destruirá el último rincón del mundo libre de corrección política: el parque de los viernes"

Lo cierto es que numerosos estudios señalan que los jóvenes de hoy se han echado a perder por sí solos, sin ayuda de sus padres. No beben, no salen, no ligan. No fuman a escondidas. Estos jóvenes ya no tienen como modelo la vida, sino el meme. No ser un meme, o sea, algo ridículo y sancionable para los demás, ha acabado con las pequeñas aventuras. La nueva ley de mayorías infantiles destruirá el último rincón del mundo libre de corrección política: el parque de los viernes.

Los niños no ven a sus padres beber, sino vivir; no los ven borrachos, sino felices, como que no les ha destrozado tanto el grupo de wasap de 3º A. Encima pueden meter la cabeza en el chorro de la fuente y tirar piedras a las palomas. A veces tronchan la rama de un árbol todos juntos con su peso, mientras mamá pide mojitos. Se les regaña, pero el mojito pone paz.

Toda esta traumatización infantil se va a terminar pronto, si hacemos caso a Mónica, a su ley, a su persistencia en destruir la comunidad. Qué felices éramos, dirán estos niños dentro de veinte años; qué felices éramos mientras papá y mamá bebían. Hasta que alguien nos prohibió ser tan felices.

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