Enterrar el populismo llevará años, pero el mercado quiere cobrar ya
Los inversores no están dispuestos a regalarle nada a Milei; en la Argentina, los golpes han sido demasiado grandes y frecuentes como para olvidarlos tan rápido a la hora de volver a apostar

Veintiuno de enero de 2016: directivos de Coca-Cola le anuncian a Mauricio Macri en la cumbre de Davos, Suiza, que invertirán por US$ 1000 millones en los próximos 4 años.
5 de junio de 2018: directivos de Coca-Cola le anuncian a Mauricio Macri una ampliación de su inversión por US$1200 millones para los próximos 3 años.
27 de marzo de 2025: directivos de Coca-Cola le anuncian a Javier Milei que invertirán US$1400 millones en los próximos 4 años.
Tres anuncios casi calcados. Sólo afectados por la inflación en dólares. La realidad es que para empresas como Coca-Cola, inversiones del orden de los US$ 200 millones anuales son prácticamente necesarias sólo para sostener las acciones de marketing; no implican hundir más fierros. Es cierto que durante la presidencia de Alberto Fernández los directivos globales de empresas como Coca-Cola ni siquiera se tomaban el trabajo de viajar y sacarse fotos con el Presidente. Toda una señal.
Pero a la Argentina de Javier Milei los inversores tampoco parecen dispuestos a regalarle nada. Más aun, la experiencia económica fallida de Macri sólo pareciera haberlos vuelto más exigentes. Pese a que en el mundo el presidente libertario goza de gran popularidad, e incluso no deja de asombrar con su logros en materia fiscal, los grandes inversores eligen moverse con cautela. La reacción del mercado a semanas de definirse el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es sólo una muestra de ello. Ante la incertidumbre, se protege porque nunca descarta lo peor. Suele decirse que el mercado tiene poca memoria, pero en el caso de la Argentina los golpes han sido demasiado grandes y frecuentes como para olvidarlos tan rápido.
“Los bonos en dólares están rindiendo 12% anual, por encima de lo que rinden países como Turquía, Nigeria, Egipto o Senegal, siendo el único país con superávit primario”, escribió este jueves en la red X Santiago López Alfaro, de Delphos Investment. La Argentina tiene un problema de reputación, que no se soluciona de un día para el otro. El acuerdo con el FMI es condición necesaria, pero no suficiente.
La realidad es que las negociaciones con el FMI vienen bien encaminadas ya hace semanas. Hay vocación de los Estados Unidos y de algunos países del G7 de acompañar desde el principio. Incluso el acuerdo podría terminar por sorprender. En un intento de aplacar las dudas del mercado, el ministro Luis Caputo salió este jueves a afirmar, sin dar precisiones, que la Argentina estaba planteando un programa de US$20.000 millones. “Es el monto de máxima que se manejeba”, reconoce una fuente con acceso al board del organismo, no sin una cuota de sorpresa. Aunque en Economía en privado creen que, de contar con el visto bueno del board, el monto total podría incluso superar esos US$20.000 millones. Hay una vela encendida al “factor sorpresa”.
Por ahora, la novedad, más allá del monto total del acuerdo, es que lo que se negocia es que una parte importante de estos fondos sean desembolsados al comienzo del préstamo. De ahí que el ministro Luis Caputo haya dicho que, con el préstamo, las reservas brutas del Banco Central (BCRA) podrían llegar a los US$ 50.000 millones. La otra clave pasa por que los fondos que se usen para capitalizar al Banco Central (BCRA) podrán ser eventualmente usados para intervenir en el mercado cambiario. “No sé qué quiere decir que sean de libre disponibilidad –ironizó la fuente–. Pero no creo que busquemos un monto para vidriera, como fue en 2018″, subrayó. La experiencia macrista resta por un lado, pero suma por el otro.
Para que el acuerdo sea efectivo, no obstante, habrá que esperar algunas semanas más. Dado que el caso argentino todavía no figura en la agenda oficial del directorio del FMI, que ya hizo público su calendario de encuentros hasta el próximo 4 de abril. Resta saber la hoja de ruta cambiaria que finalmente avalará el directorio para terminar de aprobar el desembolso. El camino hacia el esquema de flotación será con cepo hasta las elecciones, no caben dudas. Se evalúa, en paralelo, seguir regularizando parte del stock de pesos atrapados con algún bono, como el Bopreal. El Gobierno apuntaría a mantener la meta de cantidad de dinero como ancla, lo mismo que la meta de superávit financiero, que a esta altura parece incuestionable. Sería una suerte de flotación sucia, pero sin bandas identificables, como en algún momento se especuló.
Con todo, no sería raro que el mercado siga pidiendo precisiones en las semanas que faltan para terminar de conocer el acuerdo. Este jueves, el Gobierno intentó apaciguar la ansiedad del mercado exponiendo todo su arsenal: hubo entrevistas periodísticas de las segundas líneas del equipo económico, habló el ministro Caputo y hasta el propio presidente Milei. En la City, algunos leyeron esto como una señal más de debilidad que de fortaleza.
“La incertidumbre que reina hoy es la combinación de lo electoral y lo que pueda agregarle, errado o no, el riesgo de una modificación al régimen en forma anticipada”, interpretan cerca de Caputo. “Si el cambio de régimen no trae cambios en las variables financieras, entonces les va a haber costado caro comprar un seguro contra ese riesgo”, aventuran. En semanas se sabrá quiénes son ganadores y quiénes perdedores.
Por las dudas, muchos bancos bajaron la orden de ralentizar los créditos en pesos a tasa fija. El desarme de posiciones en pesos para irse al dólar provocó en estas semanas un aumento de las tasas de plazo fijo en pesos. Nadie quiere atarse a un crédito que después terminará siendo a pérdida. Algunas empresas que tenían previsto emitir deuda en pesos, debieron frenar hasta nuevo aviso.
Milei deberá acostumbrarse a que en una Argentina de pésimo historial cada logro es apenas una batalla ganada. No hay “revelaciones” que lo blinden eternamente. El margen para los errores no forzados tanto en economía como en política es escaso. No sólo en el mercado financiero, también en la economía real, muchos quieren asegurarse de avanzar sobre terreno firme. “Hay mucho interés por la Argentina en todos los foros, pero el consenso es que la plata fuerte de afuera no va a venir no sólo hasta que se dé el acuerdo con el Fondo y se levante el cepo cambiario, sino hasta que Milei no gane las elecciones y además se vislumbre una continuidad en el modelo, más allá de cuatro años”, confió el socio de un estudio de abogados líder. “La realidad es que las cosas están más tranquilas de lo que esperábamos”.
En la industria de petróleo y gas, de las más promisorias en el escenario actual, se espera un fuerte reacomodamiento en los próximos meses. A la salida de Exxon se suman ahora procesos abiertos de la francesa Total –se desprendería de La Escalonada Block y Rincón La Ceniza– y de la noruega Equinor, que está vendiendo también sus activos en Vaca Muerta. Pluspetrol, que se quedó con el negocio de Exxon en Vaca Muerta, también estaría ahora vendiendo sus activos de Loma Jarillosa Este y Puesto Silva Oeste. A estas compañías se suma la salida de la brasileña Raizen, que opera las estaciones de servicio Shell. Trafigura, operadora de las estaciones Puma, estaría entre los interesados en un proceso que ya está bastante avanzado.
El gran termómetro luego del interés que suscita la Argentina llegará cuando arranquen los procesos de privatización. Por ahora, pareciera que los grupos nacionales están más activos que los extranjeros, sobre todo en lo que hace a negocios fuertemente regulados. Tras adquirir las distribuidoras eléctricas de Tucumán y Jujuy, hay versiones de que el Grupo Neuss intentó acercarse a la italiana Enel para comprar Edesur. La italiana, sin embargo, por ahora dice no vender. Su decisión iría de la mano de la posibilidad de mantener su participación en la hidroeléctrica El Chocón. El Gobierno había dicho que enviaría los pliegos para la licitación de las concesiones hidroeléctricas en los próximos meses.