En contra del odio de Bretón

Hay una regla no escrita en ficción que casi todo el mundo cumple: nunca matar niños. En las películas, series y novelas están permitidas todo tipo de burradas,...

Mar 24, 2025 - 18:16
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En contra del odio de Bretón

Hay una regla no escrita en ficción que casi todo el mundo cumple: nunca matar niños. En las películas, series y novelas están permitidas todo tipo de burradas, pero si el que pierde la vida es menor de edad, mejor fuera de campo. Poner en escena el sufrimiento de un niño activa esa extrema sensibilidad para la que los adultos estamos programados y que se multiplica por mil en el instante en el que te conviertes en padre. Tengo niños pequeños, así que supongo que eso anula mi objetividad en el debate en torno a la publicación de El odio, el libro de Luisgé Martín. Si tengo que elegir entre la libertad creativa y el dolor que puede infringir, en un caso como este me pongo del lado de las víctimas.

Así lo vio también la Fiscalía de Menores que empujó a la editorial a plantearse congelar la obra, aunque el juzgado ya ha rechazado paralizar la publicación. La escritura gana la batalla, la ley parece que ampara más la vocación literaria que el dolor de la madre. Tampoco pinta que haya intromisión ilegítima hacia los menores; pese a la novedad de la confesión, todo estaba ya contado en una sentencia que es pública. Como escritor debería alegrarme porque lo contrario sería atentar contra el derecho a la libertad de expresión que muchos intelectuales están defendiendo a raíz de la polémica. Me pregunto qué pensarían si el libro hubiera caído en Planeta y no en una editorial destacada en sus estanterías como Anagrama. Me pregunto también lo que le he leído a Soto Ivars, qué pasaría si el autor, que da voz al padre que ejerció violencia vicaria y no a la madre que la sufrió hasta su peor consecuencia, no hubiera sido escritor de discursos de Sánchez. Y me pregunto si con otro envoltorio las leyes de la moral que ahora está de moda que invaliden al poder judicial aceptarían que un asesino revictimice a su exmujer mientras otros hacen negocio con el libro.

Lo cierto es que dudo que el dinero haya sido el motor del escritor, tiene carrera como para saber que con los libros no te haces rico. Lo ha escrito porque tiene vocación literaria como deja ver en un vídeo en su cuenta de Instagram, emocionado por haber recibido los primeros ejemplares del libro. Dice que espera que su obra disguste y deje tocado, lo contrario de lo que busca cualquier autor con ganas de sumar ediciones. Si de algo se puede acusar al escritor y a Anagrama es de torpeza por no haber contactado nunca con Ruth Ortiz, que se enteró de todo por la prensa. Y también de no ver que a Bretón su confesión perversa puede conllevarle beneficios penitenciarios si llegase a sumar arrepentimiento y una disculpa. Que sí, que la literatura es importante, y la libertad de expresión, pero no puede serlo más que el derecho al olvido de una madre al que un monstruo le mató a sus dos hijos. Y si lo es por ley, igual debería haber una no escrita que casi todo el mundo cumpliera.