Empatía: Una poderosa técnica de persuasión para líderes

Desde que empecé a hablar abiertamente sobre cocreación y co-liderazgo con IA, no he parado de recibir preguntas sobre mi técnica de persuasión para líderes más efectiva.

Eso me entusiasma mucho, porque es un indicio real de que estos temas, tan humanos y poco efímeros, siguen en el radar de prioridades de muchos líderes. 

Pero antes de compartir una técnica de persuasión para líderes, que, a mi juicio, es infalible, es imperativo que hable sobre nuestros mayores activos: Nuestra fuerza laboral. 

Y he decidido hacerlo, tomando como referencia, datos reales y respaldos científicos. 

Aquí te comparto el primero:

“Los empleados de hoy en día se sienten más desconectados de su trabajo de lo que lo han hecho en una década”. 

Confieso que ese dato publicado en un reporte de Gallup, una de las firmas de consultoría de gestión más reconocidas del mundo, me sorprendió. 

Ese informe esboza, a detalle, una realidad imposible de ignorar para quienes lideramos equipos: 

Y es que ahora, y más que nunca, los trabajadores desean sentirse realmente valorados y apreciados, no solo vistos. 

Ya no basta con hacerles sentir que importan. Hoy, quieren sentir que pertenecen, y la data lo confirma. 

Te diré algo: La razón por la cual quise empezar este artículo desde esa perspectiva es clara: 

Técnica de persuasión para líderes capaz de cambiar el juego

Como líder, siento un profundo compromiso con la exploración del rol que juega la empatía en la práctica de un liderazgo más humano, solidario, generoso, consciente, feliz y efectivo.

Es irónico, pero a pesar de liderar equipos de alto rendimiento, todavía muchos sucumben a esta tentación letal: 

Olvidar que todas las organizaciones están conformadas por un recurso valiosísimo: Sus personas. 

Y aquí subyace la ironía: 

“Lo que esas personas sienten, acerca de sus líderes, los miembros de su equipo, ellos mismos y sus vidas, proporciona el combustible para un alto rendimiento”. 

Ese dato de Gallup está concatenado a otro, incluso más sorprendente: 

“El reconocimiento puede mejorar la vida de los empleados, pero también puede mejorar el éxito financiero de una organización”. 

Desde que fundé el Grupo Corporativo Convierte Más, en el año 2016, no he parado de liderar equipos de alto rendimiento y tras años de experiencia, puedo decirte que cuando tus empleados no están felices, los resultados de tus empresas no son óptimos. 

Pero, ¿qué implica que sean felices?

Podría listar un sinfín de acciones que nos permiten conseguir ese objetivo. Pero, para efectos de este artículo, me concentraré en uno extremadamente marginado: La práctica de la empatía. 

Un artículo de investigación publicado en Frontiers in Psychology, en 2024, esboza lo siguiente: 

“El personal necesita apoyo, comprensión y empatía en el lugar de trabajo… Se ha demostrado que el apoyo emocional puede mejorar los resultados laborales de los empleados… Las conductas de liderazgo positivas son impulsores fundamentales de los resultados de los empleados y de la organización”. 

Existe una correlación brutal entre la práctica de un liderazgo empático, y los resultados empresariales que superan, hasta las más utópicas expectativas. 

Liderar con humanidad y empatía, y no con soberbia o abuso de autoridad, fortalece el compromiso de los empleados con sus líderes y organizaciones, y esto, a su vez, reduce la tasa de rotación de empleados dramáticamente.

Volviendo al reporte de Gallup, quiero compartir un hallazgo que me voló la cabeza: 

“Una organización de diez mil personas, con una plantilla ya comprometida, puede ahorrar hasta 16,1 millones de dólares anuales debido a la reducción de la rotación de empleados”. 

¿La empatía ahorra costos a nivel organizacional?

Sí. Esa no es solo una suposición: A nivel organizacional y empresarial, ser personas que lideran con empatía ahorra costos. 

Pero sobre todo, hace felices a esas personas que, han decidido sumarse a tu misión y que, cada día, ayudan a tus empresas a seguir rompiendo récords o a hacer cumbre en nuevas cimas de éxito y servicio.

Qué bonito es eso y lo digo con propiedad, porque como líder he tenido el privilegio de vivirlo. 

Hoy, no solo me emociona, sino que me enorgullece decir que mis equipos de trabajo son mis mejores cómplices en mi misión como educadora, autora, consultora y conferencista: Servir, educar, ayudar y cambiar vidas. 

La tasa de rotación de empleados en mis empresas es realmente baja. 

Hoy tengo colaboradores totalmente comprometidos con los objetivos misioneros, y no mercenarios, de mis empresas, y tal como lo avala la evidencia de fuentes reconocidas, nuestros números —facturación, ganancias, dividendos y beneficios— son muy buenos. 

¿Cómo he logrado masterizar esta técnica de persuasión para líderes? 

Aquí está el “secreto”: Mi transformación como líder no ha tenido, ni tendrá fin. 

Para mí, es como adentrarme en un camino sin línea de llegada. Así que concuerdo totalmente con mi mentor de liderazgo, John Maxwell, cuando dice que debemos ejercer el liderazgo hasta el fin de nuestras vidas. 

A mí me gusta pensar que es un hermoso trabajo en construcción. 

Hoy ejerzo un liderazgo firme, pero sobre todo, empático. Creo en la generosidad como líder, pero además, la practico.

También lidero con el ejemplo, por eso no concibo ser una líder desvinculada de la empatía. 

Y justo aquí convergen tres aristas infalibles: El liderazgo, la persuasión ética y el crecimiento sin límites.

¿La empatía y persuasión han transformado el liderazgo moderno?

¡Absolutamente!

Al principio te dije que suelen preguntarme mucho sobre mi técnica de persuasión para líderes “preferida”. 

Si sabes leer entre líneas, entonces en este punto, ya sabes cuál es: La empatía. 

Robert Cialdini, un reconocido psicólogo estadounidense y autor del bestseller: “Influencia: La psicología de la persuasión”, descubrió, tras años de estudio e investigación, que la empatía es uno de los principios de persuasión más poderosos que existen.

Pero, ¿cómo se manifiesta en el ámbito del liderazgo organizacional?

Entre otras formas, se manifiesta en la capacidad del líder de motivar, influir e inspirar a sus equipos, con el fin de que, juntos, conquisten objetivos en común. 

Liderar no es sinónimo de mandar sin límites. No se trata de dar órdenes sin parar, sino de inspirar. 

Piénsalo, ¿cómo quieres ser recordado como líder? 

¿Te gustaría que te recuerden como ese líder que no valoraba a sus empleados?, o, por el contrario, ¿como un líder que a diario practicaba la empatía, y que con sus acciones y ejemplos, inspiraba, influía y motivaba a sus equipos a perseguir la excelencia, sin sacrificar su felicidad laboral?

Entiende esto: Los colaboradores de las empresas están en una relación directa y continua con sus líderes.  

Por ende, factores como la confianza o la cultura organizacional son dos grandes precursores del éxito compartido. 

Por eso, persuadir, desde la ética y empatía, siempre será una estrategia ganadora para todas las partes; una en la que no hipotecas tus valores como líder, ni pones en riesgo el compromiso de tus empleados en ningún sentido. 

¿Qué dice la ciencia sobre la empatía, el liderazgo y la persuasión?

Quienes me conocen saben que me apasiona respaldar todo con hallazgos científicos. Y esta vez no podía ser una excepción. 

Por eso quiero compartir contigo un estudio publicado en 2023, en PubMed Central, sobre “Los efectos de las tácticas de influencia de los líderes sobre el estrés laboral”. 

El mismo fue realizado durante la era del teletrabajo que desató la pandemia, y en esencia, analizó el impacto de diferentes estilos de influencia de líderes sobre sus empleados. 

Los resultados no solo fueron claros, sino también contundentes. 

Se demostró que las estrategias coercitivas, como las órdenes directas, las amenazas implícitas o el uso de autoridad formal —que generan obediencia a través de la presión—, elevaban el estrés de los trabajadores. 

En contraparte, las estrategias blandas o de persuasión positiva, como las apelaciones inspiradoras, las consultas con el equipo, el reconocimiento y la persuasión racional —que buscan la colaboración voluntaria del empleado—, lograban reducir significativamente el estrés.

Pero eso no es todo. 

El estudio concluyó que quienes lideraban con tácticas blandas y en consecuencia, practicaban la empatía, experimentaron resultados organizacionales más óptimos. 

El descenso en el estrés redujo la intención de los empleados a renunciar y generó un mayor desempeño en sus tareas. 

Implicaciones prácticas para los líderes

Quienes lideramos equipos necesitamos hacerle seguimiento a este tipo de hallazgos, porque no solo impactan en nuestro propio crecimiento y rendimiento directivo, sino que también son capaces de favorecer comportamientos favorables en el talento humano que lideramos. 

Esto implica:

• Aprender a persuadir con respeto y colaboración, en lugar de “liderar” con autoritarismo, infundiendo miedo o rechazo.
• Explicar claramente las razones que sustentan nuestras decisiones. A esto se le conoce como “persuasión racional” y confieso que me encanta.
• Involucrar a tu equipo, con consultas, petición de feedback, o escucha activa de tu parte.
• Ofrecerles feedback constructivo a tus trabajadores con frecuencia, y no en situaciones esporádicas.
• Inspirar con el ejemplo. 

¿El resultado? No tienes que forzar a tus empleados a involucrarse más en sus roles, o en tu empresa. 

Al contrario, a través del liderazgo empático se genera en ellos un efecto de “aceptación voluntaria”, que hace que aporten y sumen por compromiso y convicción, y no por obligación.

Antes de despedir este artículo sobre la técnica de persuasión para líderes que lo está cambiando todo, me encantaría preguntarte esto:

• ¿Realmente conoces el impacto que ejerce tu liderazgo en tus equipos de trabajo? 
• ¿Hasta qué punto tienes claro el poder que ejerce el liderazgo empático en el compromiso y felicidad de tus empleados, y a su vez, en tus resultados empresariales?

Deseo que si ambas respuestas no fueron del todo positivas, empieces a transformar tu liderazgo, para que no solo inspire, sino que también perdure y jamás se olvide.

Un abrazo.

Vilma Núñez, Ph. D.

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