De todos los pregones de Semana Santa se podría decir –y de hecho, se dice muy enfáticamente- lo mismo sin equivocarse: «Muy sentido y muy sevillano». Pero sólo ha habido uno que también se puede elogiar como «muy episcopal». Fue el caso único del pregón pronunciado por el obispo auxiliar José María Cirarda Lachiondo en el teatro San Fernando el 4 de abril de 1965. La experiencia de un obispo pregonero no ha vuelto a repetirse. Era un año crucial para la Iglesia, recorrida por el vendaval del Concilio Vaticano II que el Papa Pablo VI iba a clausurar en diciembre tras la última sesión de trabajos deliberatorios. En Sevilla, las hermandades habían acudido solícitas a la llamada del cardenal...
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