El restaurante catalán donde Picasso y otros modernistas pasaban los días
El local se convirtió en un espacio fundamental en la formación y consolidación de los artistas de BarcelonaLos mejores restaurantes de Barcelona para los amantes de la carne Barcelona ha sido cuna de grandes movimientos artísticos, y a finales del siglo XIX, en plena efervescencia del modernismo, un lugar se convirtió en el epicentro de la creatividad y la vanguardia: el 4Gats. Inspirado en el cabaret parisino “Le Chat Noir”, este emblemático restaurante abrió sus puertas en 1897 en los bajos de la Casa Martí de la calle Montsío. Su nombre, claramente nacido de la expresión coloquial que significaba “ser cuatro gatos” (en referencia a la escasa asistencia que se auguraba al local), terminó convirtiéndose en sinónimo de un punto de encuentro para los artistas más bohemios de la época. Un refugio para la bohemia modernista El 4Gats fue fundado por Pere Romeu, junto a los pintores Santiago Rusiñol, Ramon Casas y Miquel Utrillo. No solo era un restaurante, sino también un espacio de tertulias artísticas y un centro de pensamiento vanguardista. Pere Romeu no solo se encargaba de la cocina, sino que también participaba activamente en las charlas con los clientes, creando un ambiente que iba más allá de lo gastronómico. En sus mesas se reunían figuras de la talla de Antoni Gaudí, Joaquim Mir, Isidre Nonell, Enric Granados y Lluís Millet, entre otros. Entre los habituales del 4Gats también estaba un joven de 17 años que recién llegaba a Barcelona y que dejaría su huella en la historia del arte: Pablo Picasso. En 1899, el artista malagueño realizó aquí su primera exposición individual y, además, diseñó la icónica carta del restaurante. De este modo, el 4Gats se convirtió en un espacio fundamental en la formación y consolidación del modernismo en la ciudad. Un legado que trasciende el tiempo Pero el impacto del 4Gats no se limitó a la pintura. También se editaban revistas como Pelo y Pluma y la propia Quatre Gats, y se organizaban representaciones de teatro chino, una tendencia importada de París que fascinaba a los intelectuales de la época. A lo largo de los años, el local ha conservado su aura artística y sigue atrayendo a creadores y personalidades del mundo del arte y el cine. En 2008, el restaurante sirvió de escenario para la película Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen, con actores como Scarlett Johansson, Rebecca Hall y Javier Bardem. Tradición y vanguardia en la cocina Hoy en día, el 4Gats mantiene viva su esencia, fusionando historia, arte y gastronomía. Su cocina se basa en recetas tradicionales catalanas elaboradas con productos de proximidad y técnicas modernas que aportan nuevas texturas y combinaciones sorprendentes. La carta ofrece tres tipos de menús: el de picoteo, el de tostas y el de cocina a la carta, con 36 platos que reflejan la riqueza de la cultura gastronómica catalana. Visitar el 4Gats no es solo una experiencia culinaria, sino un viaje en el tiempo a la Barcelona modernista, un lugar donde aún se respiran los ecos de las tertulias que cambiaron el rumbo del arte y la literatura. Para los amantes de la historia y la buena cocina, este restaurante sigue siendo un punto de referencia imprescindible en la ciudad.

El local se convirtió en un espacio fundamental en la formación y consolidación de los artistas de Barcelona
Los mejores restaurantes de Barcelona para los amantes de la carne
Barcelona ha sido cuna de grandes movimientos artísticos, y a finales del siglo XIX, en plena efervescencia del modernismo, un lugar se convirtió en el epicentro de la creatividad y la vanguardia: el 4Gats.
Inspirado en el cabaret parisino “Le Chat Noir”, este emblemático restaurante abrió sus puertas en 1897 en los bajos de la Casa Martí de la calle Montsío.
Su nombre, claramente nacido de la expresión coloquial que significaba “ser cuatro gatos” (en referencia a la escasa asistencia que se auguraba al local), terminó convirtiéndose en sinónimo de un punto de encuentro para los artistas más bohemios de la época.
Un refugio para la bohemia modernista
El 4Gats fue fundado por Pere Romeu, junto a los pintores Santiago Rusiñol, Ramon Casas y Miquel Utrillo. No solo era un restaurante, sino también un espacio de tertulias artísticas y un centro de pensamiento vanguardista.
Pere Romeu no solo se encargaba de la cocina, sino que también participaba activamente en las charlas con los clientes, creando un ambiente que iba más allá de lo gastronómico.
En sus mesas se reunían figuras de la talla de Antoni Gaudí, Joaquim Mir, Isidre Nonell, Enric Granados y Lluís Millet, entre otros.
Entre los habituales del 4Gats también estaba un joven de 17 años que recién llegaba a Barcelona y que dejaría su huella en la historia del arte: Pablo Picasso. En 1899, el artista malagueño realizó aquí su primera exposición individual y, además, diseñó la icónica carta del restaurante.
De este modo, el 4Gats se convirtió en un espacio fundamental en la formación y consolidación del modernismo en la ciudad.
Un legado que trasciende el tiempo
Pero el impacto del 4Gats no se limitó a la pintura. También se editaban revistas como Pelo y Pluma y la propia Quatre Gats, y se organizaban representaciones de teatro chino, una tendencia importada de París que fascinaba a los intelectuales de la época.
A lo largo de los años, el local ha conservado su aura artística y sigue atrayendo a creadores y personalidades del mundo del arte y el cine.
En 2008, el restaurante sirvió de escenario para la película Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen, con actores como Scarlett Johansson, Rebecca Hall y Javier Bardem.
Tradición y vanguardia en la cocina
Hoy en día, el 4Gats mantiene viva su esencia, fusionando historia, arte y gastronomía. Su cocina se basa en recetas tradicionales catalanas elaboradas con productos de proximidad y técnicas modernas que aportan nuevas texturas y combinaciones sorprendentes.
La carta ofrece tres tipos de menús: el de picoteo, el de tostas y el de cocina a la carta, con 36 platos que reflejan la riqueza de la cultura gastronómica catalana.
Visitar el 4Gats no es solo una experiencia culinaria, sino un viaje en el tiempo a la Barcelona modernista, un lugar donde aún se respiran los ecos de las tertulias que cambiaron el rumbo del arte y la literatura.
Para los amantes de la historia y la buena cocina, este restaurante sigue siendo un punto de referencia imprescindible en la ciudad.