El incesante ruido de las obras de la línea 11 en Madrid desespera a los vecinos de Delicias

Los residentes de Delicias piden "acortar el horario de las obras" y Transportes explica que el hormigonado requiere las 24h.

Feb 14, 2025 - 08:05
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El incesante ruido de las obras de la línea 11 en Madrid desespera a los vecinos de Delicias

Dicen que las obras, cuanto más se esperan, más desesperan mientras duran. Y la ampliación de la línea 11 de Metro de Madrid está siendo un buen ejemplo de ello. Las nuevas paradas de metro extenderán el servicio en los tramos norte, central y sur, mejorando las conexiones entre madrileños. Pero los vecinos del paseo de Delicias cercanos a Palos de la Frontera, donde ahora mismo se están realizando trabajos de ampliación cuyo fin está previsto para mayo de este año, sostienen que están "pagando un precio demasiado alto", tal y como clama Marisa, vecina de la calle Murcia. Las máquinas trabajan desde muy temprano hasta altas horas de la madrugada: "Desde las 7.00 hasta las 2.00. Esto no hay cuerpo humano que lo aguante", lamenta la vecina

Ruido constante, vibraciones, aceras estrechadas, suciedad e inseguridad por recovecos y falta de iluminación... Son algunas de las consecuencias que denuncian los vecinos. Las culpables son las enormes máquinas visibles desde todo el paseo. Sin embargo, algunos vecinos cuentan con vistas privilegiadas desde sus balcones. Un privilegio que pagan caro. Pedro consigue seguir con su vida normal porque tiene "unas muy buenas ventanas que anulan el sonido". Lucía, también vecina cercana al paseo, asegura que en algunas fachadas están comenzando a aparecer grietas y que su nevera, esta misma mañana, se ha desplazado varios centímetros por las vibraciones.

"Entendemos que quieran acabar las obras en mayo para cumplir el calendario, pero es desesperante. Casi que prefiero que tarden más y nos dejen dormir", explica. Algunos de estos balcones lucen carteles suplicando silencio: "Tengo derecho al descanso" y "Quiero dormir", son las peticiones que se leen en ellos. Por ello, los vecinos de las zonas piden a la Comunidad de Madrid que limite el horario de las obras a la jornada laboral habitual y que cree unas reuniones, comisiones o oficina de consulta para que puedan informarse sobre los trabajos, fases y plazos. La vicealcaldesa de Madrid, Inma Sanz, ha asegurado que "siempre las grandes obras crean molestias", pero se ha puesto "a disposición de los vecinos" y desea que se pueda "volver a la normalidad cuanto antes".

Máquinas que necesitan estar funcionando 24 horas

En respuesta a estas quejas vecinales, fuentes de la Consejería de Transportes han aclarado que la maquinaria que está activa las 24 horas del día es la necesaria para "los hormigonados que requieren de mucha duración y no se pueden paralizar", pero que para estos trabajos "existe un permiso extraordinario". Por otro lado, respecto a las grietas en las fachadas y edificios, dicha consejería asegura que la obra cuenta "con un sistema de ascultación para detectar los movimientos de las infraestructuras afectadas y que, además, se realizó "una campaña de inventariado de los edificios para evaluar su estado previo" y, pese a que "en alguna de las viviendas no se ha podido acceder todavía al no contar con las autorizaciones pertinentes", en la sí revisadas "no han detectado nuevas fisuras". Asimismo, se muestran abiertos a estudiar las incidencias que puedan detectar los vecinos y les recomiendan acudir a la oficina de información instalada en Comillas para despejar sus dudas.

Cierres de negocios, reducción de plantilla y pérdidas

Los vecinos también reclaman que se que pongan fin a la inseguridad creciente desde que se colocaron las vallas de separación. Margarita, que tiene movilidad reducida y, mientras señala al suelo alrededor de las obras, y se queja de las aceras estrechas y las baldosas levantadas que provocan "atascos de gente y tropezón tras tropezón". Además, apunta a que los alrededores de las vallas se han convertido en una "trampa sin salida para atracos": "No funcionan las farolas y han atacado a más de dos personas", narra. Justo en plena calle Áncora, Marisa nos señala los negocios que han decidido cerrar, algunos temporal y otros definitivamente, por las obras y la disminución del flujo de peatones. Una pescadería, una panadería, una tintorería y un bar.

Este último, café Santamaria, cerró en septiembre y ha forrado su persiana con carteles de protestas por las vibraciones, vallas y daños a árboles y negocios. En todos los carteles se lee un: 'Arganzuela defiende sus barrios'. Karel, dueño del bar Coppelia, también en Áncora, expresa que han tenido que reducir su plantilla un 60% desde que comenzaron las obras. "El ruido es insoportable. No hay quien se beba un café, no hay quien se beba una cerveza aquí afuera. Esta acera se ha vuelto una autopista, pasa la gente en bici, en moto, en patinete… Es un sinvivir", lamenta.

Sobre su futuro hasta que terminen las obras, Karel explica que los fines de semana consiguen ingresos porque son conocidos, pero entre semana la situación es preocupante. El empresario asegura que gran parte del atractivo del negocio es su terraza y que, ahora, aunque haga buen tiempo, no pueden tenerla montada, pero que no han conseguido que el Ayuntamiento les bonifique el pago de la cuota. "Hemos propuesto que nos descuenten parte de la cuota, que nos hagan un poco de publicidad en los carteles de las obras y nada, han puesto un nombre super pequeño. Tampoco contemplan ayudarnos o subvencionarnos. Al final queda resignarse y contar los días para que acaben las obras", concluye.

Humo, olor a gasolina y escapes de barro

En una situación parecida está Jose Manuel, dueño de la panadería Levadura Madre, también en la calle Áncora. El empresario narra que en 2024, tras varios años duros, empezaba a tener beneficios. Sin embargo, en agosto pusieron las vallas de las obras y fue "un cambio radical de la noche a la mañana". "De tener 250 o 300 clientes al día, a tener 150. Hemos perdido un 40% de facturación. Para nosotros los productos también son más caros por la inflación y tememos que llegue el verano porque, aquí en Madrid durante el invierno hay que ahorrar dinero... Verano es un 100% de pérdidas: También tengo que seguir pagando el alquiler, los trabajadores, sus vacaciones… Esta obra nos está matando y arruinando".

José Manuel entiende que la gente no quiera andar hasta su tienda para comprar el desayuno, el pan o bollos en esa situación. Principalmente porque hay que "dar mucho paseo" por los cortes y también porque la maquinaria "expulsa humo negro, olor a gasoil y escapes de barro". Con esto, el panadero expone un problema también tratado por Marisa y Margarita: el lodo. Persianas, fachadas y cristaleras de gimnasios y bares cuentan con pequeñas manchas de barro, rastros de las fugas de las máquinas. Estas fugas, cuando ocurren, también inundan las aceras complicando aún más los trayectos de los peatones, sobre todo de los más mayores. Al respecto de esto, la consejería de Transporte asegura que "la maquinaria móvil cumple la normativa de emisión de gases" y que las máquinas elegidas para llevarla a cabo "son las de menores emisiones".

A punto de reemprender el camino hacia su casa, Margarita decide "aprovechar y desahogarse" y expone otros tres problemas más derivados de las obras: las frecuentes incidencias de luz, agua y gas por la afectación de los trabajos a las tuberías; el difícil acceso de los servicios de emergencia a las casas por la estrechez de las aceras y la cercanía de los árboles que enmarcan el paseo con las salidas de humos de las máquinas. "Entendemos que las obras son buenas y el metro es necesario, pero estamos seguros que el proceso podría haber sido más llevadero. Están a tiempo de ayudarnos", concluye.