Alanis Morissette en Lollapalooza Argentina: Feroz, brillante y más vigente que nunca
Dieciséis años pasaron desde la última visita y presentación de Alanis Morissette en el país. En aquel entonces, la artista canadiense llegó a Buenos Aires para presentar su séptimo álbum de estudio, Flavors of Entanglement, con un show de poco más de una hora en el Estadio Luna Park. Anoche, Morissette volvió a tocar en [...] Ver más noticias en Indie Hoy.


Dieciséis años pasaron desde la última visita y presentación de Alanis Morissette en el país. En aquel entonces, la artista canadiense llegó a Buenos Aires para presentar su séptimo álbum de estudio, Flavors of Entanglement, con un show de poco más de una hora en el Estadio Luna Park. Anoche, Morissette volvió a tocar en suelo argentino en el marco de la décima edición del Lollapalooza Argentina, coronándose como uno de los momentos más destacados de la primera jornada del festival.
Minutos antes de las 21 horas, el escenario Samsung -que una hora antes había vibrado con el despliegue monumental y surrealista de Ca7riel y Paco Amoroso– se preparó para recibir a la gran headliner de la noche. Las luces se atenuaron, y una escenografía minimalista pero efectiva creó la atmósfera perfecta para lo que estaba por acontecer. Antes de que la artista siquiera pisara el escenario, y con el clamor del público en el aire, en la pantalla central comenzó a proyectarse un video recopilatorio con momentos icónicos de su carrera. Más que una simple introducción, aquella secuencia visual terminó convirtiéndose en una carta de presentación para una audiencia dominada por adolescentes y jóvenes.
Cuando el clip llegó a su fin, una voz lejana susurró: “I’m broke but I’m happy”. En ese instante, Alanis emergió en el escenario con un aura resplandeciente y un carisma magnético, lista para abrir su set con “Hand In My Pocket”. La ovación fue ensordecedora, un testimonio irrefutable de que el vínculo entre la canadiense y su público seguía intacto, tan fuerte como hace tres décadas. De la voz a la armónica, y de un extremo del escenario al otro sin detenerse un segundo, los primeros minutos del show estuvieron impregnados de energía y expectativa. Lo que prometía ser una noche inolvidable no solo cumpliría las expectativas, sino que las superaría con creces.
El show continuó con “Right Through You”, otra de las canciones emblemáticas de Jagged Little Pill, su obra cumbre que este año celebra tres décadas desde su lanzamiento y que catapultó a Morissette al estrellato mundial. Mientras la artista interpretaba el tema con intensidad, las pantallas del escenario proyectaban mensajes contundentes de denuncia y conciencia sobre la violencia de género, un mensaje que, viniendo de una mujer nacida en el seno del rock post grunge más virulento, cobra todo el sentido del mundo. “El 81% de las mujeres reportaron haber experimentado alguna forma de acoso sexual a lo largo de su vida,” se leía en un fragmento de las visuales, mientras que otra proyectaba: “Más de 120 millones de niñas en todo el mundo han experimentado violencia sexual”.
El show continuó con un popurrí dinámico que recorrió canciones de otros de sus discos, incluyendo Such Pretty Forks in the Road, Supposed Former Infatuation Junkie, Under Rug Swept y Feast on Scraps. Desde la crudeza y honestidad visceral de “Reasons I Drink”, pasando por la introspección profunda en “Hands Clean”, hasta la melancolía desgarradora de “Lens”, el set navegó por un abanico completo de emociones, con una Alanis siempre risueña y estoica, entregándose por completo a cada instante. La artista no solo deslumbró con un rango vocal inconmensurable, capaz de transmitir cada matiz con una intensidad arrolladora, sino que también se colgó dos guitarras eléctricas cubiertas de glitter dorado, tocó la flauta con delicadeza y, con sus característicos pasos sesgados, recorrió cada rincón del escenario Samsung.
La segunda parte del espectáculo se centró principalmente en el repertorio acústico de la artista, creando una atmósfera íntima y envolvente en partes iguales. Fue en este momento cuando llegaron las primeras y casi únicas palabras de Alanis hacia su público argentino en toda la noche: “Los amo muchísimo”, expresó con ternura, después de algunos cánticos y aplausos. Luego, llegó quizás el momento más emotivo del show: primero “Rest”, donde Morissette se entregó por completo a la interpretación y a la sensibilidad; luego, la intensidad emocional con “Mary Jane”, una canción que, más allá de su letra —que aborda la pérdida del espíritu de una mujer, con Morissette alentándola a “ser egoísta”—, conmovió de forma especial gracias a la performance impactante de la cantautora. Arrolladora, dulce, trágica y conmovedora, Alanis Morissette desplegó una mezcla de contradicciones que resonaron en un público visiblemente conmovido y enternecido.
La recta final del espectáculo estuvo marcada por algunos de los temas más esperados de la artista, elevando la energía a niveles casi palpables. La transición del intimismo acústico a la furia desbordante y la distorsión eléctrica llegó con “Ironic”, el mayor éxito de Morissette y una de las canciones más celebradas de la noche. El estribillo, enérgico y catártico, fue coreado por todo el Hipódromo de San Isidro con una pasión desbordante, mientras cientos de celulares capturaban ese instante inolvidable. Después de sacar el video para la historia de Instagram, algunos espectadores optaron por abandonar el show, pero la mayoría decidió quedarse para el plato fuerte de la noche. La intensidad se elevó con “All I Really Want”, seguida por la desgarradora “You Oughta Know”, y culminó con un broche de oro compuesto por la hipnótica “Uninvited” y la gratitud sincera de “Thank U”.
La canadiense no solo regresó a Argentina con una gira más, sino que volvió para reafirmar que su música, al igual que su espíritu, sigue intacta, feroz y brillante. A lo largo de más de tres décadas, Morissette ha sabido adaptarse a los contratiempos sin perder su esencia, enfrentando con honestidad los temas que marcaron tanto su vida como la de sus seguidores. Su paso por el Lollapalooza Argentina no fue la excepción: entre momentos de vuelo y explosiones de efusividad, la artista demostró con una sensibilidad desbordante que no existe mayor inspiración que el sentir y que su trayectoria, a más de treinta años de haber comenzado, fue clave para cientos de artistas mujeres que llegarían después.
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