El gran desconocimiento y la falta de empatía

Salir a la calle con un perro de asistencia para personas sordas, con autismo, epilepsia... un día a día lleno de trabas, así se titulaba un artículo que...

Feb 23, 2025 - 10:09
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El gran desconocimiento y la falta de empatía

Salir a la calle con un perro de asistencia para personas sordas, con autismo, epilepsia... un día a día lleno de trabas, así se titulaba un artículo que escribí hace seis años en el que hablaba con usuarios y profesionales vinculados a la preparación de perros de asistencia dedicados a recoger objetos o abrir puertas para personas con discapacidad motora, a advertir de ruidos varios a personas sordas o de alertas médicas a personas con epilepsia o diabetes o a transmitir calma y evitar fugas en niños con autismo. Maravillosos animales que hacen la vida de sus compañeros humanos mejor y más segura.

Todos ellos, sin excepción, se encontraban con trabas en su día a día. "Lo raro cuando vas a un sitio nuevo es que no te digan nada. Así que acabas optando por ir a los establecimientos en los que ya te conocen porque hay días que no tienes tiempo o ganas o te parece injusto tener que pelearte", me comentaba el padre de una niña con TEA. "Las personas sordas tienen problemas reales y serios de acceso público con sus perros. Primero porque tienen una discapacidad invisible; segundo porque en muchos casos tienen un problema de comunicación; y el tercer problema es que no trabajamos con labradores, sino con mestizos pequeños de refugio", me contaba una formadora. Y además enfrentaban una legislación nacional que había contemplado a los perros guías de ciegos (que aún así tienen que clamar por la vulneración de sus derechos con frecuencia), pero no a otras personas con discapacidad necesitadas del sostén de un can y a una variedad inconexa de legislaciones autonómicas que les hacía tener que estudiar leyes cada vez que viajaban por España.

El gobierno ha venido a dar respuesta esta semana anunciando un Real Decreto que blindará el acceso de las personas con todo tipo de perros de asistencia a todos los espacios públicos. También establece cuestiones relativas a su bienestar, como su jubilación a los diez años. Ahora toca esperar a que vea la luz y confiar en que la sociedad entienda la importancia de franquear el paso a estos animales, que forman un binomio inseparable de la persona con discapacidad a la que asisten.

Arduo trabajo. Aún a día de hoy, exactamente cuarenta años después de que se aprobara lo que entonces se llamó "Orden sobre uso de perros-guía para deficientes visuales", es habitual que haya establecimientos que protesten o taxis que pasen de largo ante la visión de un ciego y lo que coloquialmente se conoce como su perro lazarillo.

Hay un gran desconocimiento que se une a la enorme falta de empatía y los prejuicios de demasiados. Habrá que trabajar el triple para que cale como una lluvia intensa de verano en todas partes que un perro de asistencia solo tiene prohibido el acceso en quirófanos, montañas rusas, piscinas deportivas y poco más. Para que se entienda que un perro de asistencia puede ser grande o pequeño, de diferentes razas o de ninguna, y estar acompañando a una persona con una discapacidad invisible. Y llamar a la policía cuando toque para meter en vereda a los más renuentes.