Ecos que el tiempo no acalla

Hoy hablamos de Edgar Allan Poe (1809-1849), cuyos Cuentos completos (Páginas de Espuma, 2025) acaban de publicarse en la que, con toda probabilidad, es la edición definitiva del titán de Boston: íntegros, comentados, ilustrados, con una traducción especializada, y en un formato de lo más atractivo. El volumen está coordinado por dos pesos pesados de... Leer más La entrada Ecos que el tiempo no acalla aparece primero en Zenda.

Abr 12, 2025 - 06:23
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Ecos que el tiempo no acalla

¡Qué camino más arduo, el de las leyendas literarias! Qué camino, sí, a menudo sembrado de tragedia, pobreza, e incomprensión. Y es que, en el mundo en general —y en el de las letras, en particular—, trascender tu tiempo es (casi) imposible. Pero si lo logras, ah… si lo logras, tu nombre se inscribe en la memoria colectiva y resuena en las generaciones futuras cual campana de torreón olvidado. Tus obras serán «maestras», se te admirará con fervor y te volverás un icono —que sí, que sí, que se fabricarán infaustos muñecos Funko con tu bigotuda efigie—. La historia de uno de los maestros del cuento gótico y de misterio es prueba de ello: en vida, sufrió el desprecio de críticos, la inestabilidad económica y la pérdida de sus seres queridos. Murió con apenas cuarenta. Para entonces, su pluma afilada y su imaginación desbordante ya habían construido un universo que, poco a poco, dejaría de pertenecerle y se convertiría en patrimonio de la literatura universal.

Hoy hablamos de Edgar Allan Poe (1809-1849), cuyos Cuentos completos (Páginas de Espuma, 2025) acaban de publicarse en la que, con toda probabilidad, es la edición definitiva del titán de Boston: íntegros, comentados, ilustrados, con una traducción especializada, y en un formato de lo más atractivo.

"Pero no menos delicioso es descubrir, ignorante de ti, textos mucho menos conocidos del etílico paseante de Baltimore"

El volumen está coordinado por dos pesos pesados de la narrativa en castellano: Fernando Iwasaki (1961) y Jorge Volpi (1968). Además, cuenta con sendos prólogos a cargo de dos auténticas maestras del terror y lo inquietante —las mismísimas Mariana Enriquez (1973) y Patricia Esteban Erlés (1972)—, una traducción reluciente realizada por Rafael Accorinti y evocadoras ilustraciones en blanco y negro obra de Arturo Garrido (1993). ¿Alguien da más? ¡Sí, esta tremenda biblia! Porque cada uno de los sesenta y siete relatos va acompañado de dos o tres páginas de comentarios de algunas de las voces más destacadas del panorama literario hispanoparlante: Espido Freire, Carlos Castán, Pilar Adón, Manuel Vilas, Care Santos, Antonio Ortuño, Guadalupe Nettel, Miguel Ángel Muñoz, Eloy Tizón… en ocasiones, estos análisis abordan el valor de la pieza en cuestión —sumando detalles biográficos que permiten situarla dentro de la producción de Poe—; otras, se centran en desentrañar sus aspectos más reveladores.

¡Qué oscuro placer acercarse de nuevo a lugares felices de la memoria lectora —como «El corazón delator», «Ligeia», «La caída de la casa Usher» o «La máscara de la muerte roja»— y comprobar, acuarelas y traducción mediante, que siguen tan irresistibles como en aquel encuentro décadas atrás! Pero no menos delicioso es descubrir, ignorante de ti, textos mucho menos conocidos del etílico paseante de Baltimore. Léanse «Cómo escribir un artículo a la manera del Blackwood» y «Por qué el pequeño francés lleva la mano en el cabestrillo» —testigos ambos del ácido humor que destilaba el literato yanqui—, «El bulo del globo» —porque, aunque no se lo suela situar en esos dominios, también con la ciencia ficción primigenia tuvo sus escarceos— o el más classic Poe «Un cuento de las montañas escabrosas», entre otros muchos. El encargado de cerrar el libro no es otro que Iwasaki con «Noche de brujas en Baltimore», un suculento epílogo a partir de una vivencia del escritor peruano.

"Hemos dado con el escarabajo dorado de los recopilatorios de Edgar Allan Poe; tarea a la que, ciento setenta y seis años después de su fallecimiento, seguimos dedicados"

Al principio de la reseña mencionaba el acierto editorial con el formato —marca de la casa en Páginas de Espuma; por algo hablamos del sello español por excelencia en lo que a relato se refiere—, y es algo en lo que quiero detenerme. No todos los días se sostiene un tomo en tapa dura: (1) que luzca bien en la estantería, (2) primorosamente diseñado para no partirte la cabeza cuando cabeceando, casi dormido, pases páginas de madrugada, y (3) lo bastante exhaustivo para que quieras legárselo a tu prole —o a tu gato— el día en que tu cuerpo pida tierra. ¡Bravo!

De modo que no es que hablemos ya del regalo ideal para el cumpleaños de ese amigo letraherido o con gusto por las gabardinas negras, o de los amantes de Jalogüin, la Navidarks, el carnaval o lo que tengamos a bien celebrar, sino que hemos dado con el escarabajo dorado de los recopilatorios de Edgar Allan Poe —tarea a la que, ciento setenta y seis años después de su fallecimiento, seguimos dedicados. Porque, al final, eso es la trascendencia: que tu nombre se convierta en un eco que el tiempo no acalla.

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Autor: Edgar Allan Poe. Título: Cuentos completos. Traducción: Rafael Accorinti Corrillo. Editorial: Páginas de Espuma. Venta: Todos tus libros.

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