Días sin escuela, de Elena Uriel y Sento

En Días sin escuela Elena Uriel y Sento nos cuentan como vivieron la guerra de los Balcanes dos niños. Un drama que se repite en cada conflicto bélico que llena sus vidas de muerte, miseria y terror.

Abr 11, 2025 - 10:11
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Días sin escuela, de Elena Uriel y Sento
Portada Días sin escuela de Elena Uriel y Sento Llobell

Edición original: Dias sin escuela (Astiberri, 2025)
Autores: Elena Uriel y Sento
Maquetación: Alba Diethelm
Corrección: Soraya Pollo
Edición: Laureano Domínguez
Formato: Cartoné. 176 páginas. 21€

Infancias en la guerra.

«Todas las guerras son iguales, el mismo horror, el mismo sufrimiento.»

Hace más de treinta años la relativa paz que había reinado en Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial salto por los aires cuando comenzó la Guerra de los Balcanes. Yugoslavia era un país artificial que se había creado tras la finalización del conflicto bajo el firme liderazgo de Tito que había conseguido apaciguar a las repúblicas que formaban el país, pero era un polvorín cebado por años de conflictos religiosos y tribales. Tras la muerte del dirigente los problemas volvieron a salir a la luz provocando un conflicto que lleno de horror al mundo en los años noventa con barbaridades que recordaban a las que protagonizaron los nazis cuarenta años antes. Un conflicto con raíces nacionalistas, sociales y religiosas que enfrento en diferentes grados a eslovenos, croatas, bosnios, serbios, montenegrinos, kosovares y macedonios durante toda la década. Una guerra que, como todas, no distinguía entre inocentes y culpables, combatientes o civiles, jóvenes o viejos esparciendo su horror, miseria y muerte por todos los lados. Entre quienes sufrieron ese infierno estaba Denis, un niño bosnio de seis años que fue acogido por Elena Uriel (A Coruña, 1954) y Sento (Valencia, 1953). Él es uno de los narradores de Días sin escuela, el cómic en el que la pareja ha contado sus recuerdos de esos días y los de Selma, que tenía tres años cuando estalló el conflicto. Una historia universal cuyos ecos resuenan hoy en día en Palestina, Ucrania y el resto de los países en conflicto y es que, por desgracia, todas las guerras son iguales y quienes siempre sufren sus consecuencias son los más vulnerables sin que los dirigentes que deberían centrarse en hacer sus vidas mejores aprender de los errores y sufrimientos del pasado.

No es la primera vez que la guerra de los Balcanes se trata en el cómic ya que hemos podido leer a autores como Joe Sacco (Gorazde: zona protegida, El mediador, El final de la guerra) Hermann (Sarajevo – Tango), Joe Kubert (Fax from Sarajevo), Enki Bilal (Tetralogia del monstruo), Max (¡Como perros!), o la pareja formada por Darko Macan y Edvin Biukovic (Grendel Tales. Guerra de clanes) entre otros. Algunos lo hacían de forma directa recogiendo testimonios de la época y otros de en forma de historia de ficción que trataba de reflejar el conflicto, pero, aunque en muchas de ellas se puede ver el sufrimiento de los niños, en ninguna como en Días sin escuela vemos de forma directa como vivieron el conflicto.

Sento y Elena Uriel ya habían abordada la memoria histórica en Dr. Uriel (Astiberri) nos contaron las vivencias del padre de Elena durante la Guerra Civil Española. Un trabajo que tiene en común con Días sin escuela, también editada con primor por Astiberri, su afán por dar voz a los que rara vez la tiene, dejando de lado las grandes batallas, los datos y las cifras para centrarse en las personas. Además de ser historia contadas con una sensibilidad exquisita que no se recrea en los momentos más truculentos, pero sin obviar el horror de la guerra. En sus páginas podemos ver como la lucha por sobrevivir se ven amenazada por el miedo, el hambre, las condiciones climáticas adversas, la capacidad del ser humano para hacer daño a sus semejantes y la muerte. Una realidad que vemos sin edulcorar, pero sin caer en la dramatización exagerada, así que incluido en tiempos terrible hay días llenos de sol, momentos de esperanza y juegos. De esta forma el cómic adquiere un cariz costumbrista al que le va muy bien el dibujo de línea clara que lleva años cultivando Sento y en el que brillan especialmente sus niños que son capaces de transmitir toda la inocencia que se tiene a esas edades.

La historia está contada desde el presente por Denis y Selma mientras comparten una paella con unos amigos entre los que se encuentran los dos autores del cómic en unas páginas llenas de color que reflejan la luz del Mediterráneo. Las noticias de la guerra de Ucrania provocan que ambos cuenten sus vivencias la guerra que se van alternado con el presente diferenciándose por cambio a un bitono en verde más propio para contar algo más sombrío. Un recurso muy efectivo que como todas las decisiones narrativas que vemos como la transformación de los militares en monstruos a los ojos de los niños potencian la claridad del mensaje que la obra quiere transmitir. En estas páginas no nos encontramos con ningún aporte visual sorprendente, pero saben aprovechar muy bien el formato apaisado.

En Días sin escuela Elena Uriel y Sento nos recuerdan que en el fondo todas las guerras son iguales, lo que cambia son las personas que sufren sus consecuencias. Un mensaje muy actual en esto tiempos de guerra brutales y noticias que nos bombardean con la imperiosa necesidad de un rearme mundial que augura una carrera armamentística que acrecente las posibilidades de nuevos conflictos. Un cómic que nos recuerda que, pese a todo lo terrible que sucede a su alrededor, hay que conseguir que los niños sigan siendo niños y vivan en la normalidad preservando su inocencia. Es decir, jugando y yendo a la escuela cuando les toque.

Lo mejor

• La delicadeza con la que está contada la historia.
• El reflejo de la inocencia de los niños.
• Dar voz a los que más sufren las guerras.

Lo peor

• Que siga siendo una historia tan actual.