De la globalización al abismo: el posible fin de la magia en los beneficios empresariales

“Imagina un cartón de cereales tan fino que ya no pueda mantenerse en pie en la estantería.” Así, con una imagen digna de una parodia absurda, Charles Hugh Smith resume el callejón sin salida al que podrían estar llegando las estrategias empresariales en la era postglobalización.

Abr 24, 2025 - 16:24
 0
De la globalización al abismo: el posible fin de la magia en los beneficios empresariales

Pero esto no es una broma. Es una advertencia seria disfrazada de sátira. Y si el analista tiene razón, nos encontramos en el momento exacto en que el Coyote, el famoso personaje de los dibujos animados, ha pasado el borde del precipicio… solo que aún no lo sabe.

EL GRAN SALTO DE GLOBALIZACIÓN A GULA CORPORATIVA

Durante casi dos décadas, las ganancias empresariales fueron el regalo dorado de la globalización. Desde que China se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001, las empresas occidentales emprendieron una carrera hacia el abaratamiento: producción deslocalizada, costes mínimos, márgenes máximos.

Los beneficios corporativos se dispararon, pasando de los 700.000 millones de dólares en los años 90 a más de 2,4 billones en la siguiente década.

“La globalización fue como viento de cola durante veinte años”, explica Smith. “Pero ese viento ha girado, y ahora sopla en contra.”

Este cambio de dirección no es trivial. La desglobalización -impulsada por tensiones geopolíticas, problemas en las cadenas de suministro y una mayor atención a la producción local- ha comenzado a deshacer lentamente el tejido que sostuvo el auge corporativo de las últimas décadas.

EL FESTÍN DE LOS CINCO JINETES DEL LUCRO

Tras la pandemia, cuando los engranajes del comercio global se oxidaban, las empresas encontraron un nuevo manantial de beneficios. Pero esta vez no fue a través de la eficiencia ni la innovación. Fue una tormenta perfecta de gula corporativa disfrazada de supervivencia empresarial.

“Ya no se trataba de producir más o mejor, sino de cobrar más por menos”, denuncia Smith. “Hemos llegado al extremo: precios inflados, productos empeorados, envases menguantes, servicios degradados”.

Los cinco jinetes que cabalgaron este nuevo ciclo fueron:

El sobreprecio disfrazado de inflación.

La 'shrinkflation': menos cantidad por el mismo precio.

La 'crapificación': productos de vida útil deliberadamente corta.

La 'inmiseración': degradar servicios básicos para forzar pagos premium.

La extorsión suscriptiva: pagar o perder acceso esencial.

No es casualidad que muchos consumidores hoy sientan que están pagando más, por menos, con peor calidad y menos opciones.

LA ECONOMÍA DEL CÓYOTE

Smith describe la economía actual con una metáfora inesperadamente eficaz: el famoso personaje de los Looney Tunes, Wile E. Coyote, corriendo más allá del borde de un acantilado. “No hemos caído aún”, escribe, “pero el suelo ya no está bajo nuestros pies. La gravedad ya actúa, solo falta que lo notemos.”

En términos económicos, esa gravedad es la lógica del mercado. Los consumidores están agotando sus ahorros. El crédito se encarece. Y los trucos contables y 'marketineros' que sostuvieron los beneficios ya no tienen margen para seguir.

“Cuando se han agotado todas las formas de ordeñar al cliente”, concluye el analista, “solo queda mirar hacia abajo y esperar el impacto.”

EL FUTURO: ENTRE EL AJUSTE Y LA REALINEACIÓN

Si los beneficios corporativos hubieran crecido al mismo ritmo que la inflación desde 2002, hoy estarían alrededor de 1,26 billones de dólares. Pero la realidad actual los sitúa en más de 4,3 billones. Es una disparidad que clama por una corrección. Y si la historia sirve de guía, la economía tiende a los reequilibrios, aunque estos sean abruptos.

Smith sugiere que podríamos estar ante una reversión histórica, en la que los beneficios vuelvan a alinearse con las condiciones reales del mercado y el poder adquisitivo de los consumidores. Eso implicaría una caída de beneficios, ajustes bursátiles y una reconfiguración del modelo empresarial dominante.

“No se puede inflar eternamente un globo sin que reviente”, sentencia.

¿HACIA DÓNDE SALTARÁ EL COYOTE?

¿Existe una salida creativa a esta situación? ¿Podrán las empresas encontrar una nueva fuente de beneficios que no se base en exprimir al cliente? Algunas voces optimistas apuntan a la reindustrialización sostenible, la tecnología eficiente y una economía más equilibrada y ética. Pero nada de eso está garantizado. Requiere inversión, visión a largo plazo y, sobre todo, una ruptura con la lógica del beneficio a cualquier precio.

Lo que sí parece claro, según Smith, es que las estrategias basadas en la explotación del consumidor han llegado a su límite. “No queda más jugo en esta fruta. Y seguir exprimiendo solo sacará semillas.”

EPÍLOGO: CUANDO LA GRAVEDAD HACE SU TRABAJO

Estamos viviendo el suspense de ese segundo de dibujos animados, justo antes de la caída. Ese momento en el que el Coyote mira a cámara, con una mezcla de incredulidad y resignación. Y aunque en los 'cartoons' ese instante termina con una nube de polvo y una nueva persecución, en la economía real el impacto puede tener consecuencias profundas y duraderas.

La pregunta ya no es si caeremos. Es cuánto dolerá el aterrizaje, y si seremos capaces de construir algo mejor tras la sacudida.