Cortes de luz: el servicio eléctrico es demasiado caro cuando no se presta
“No va a haber cortes programados, volver a los cortes rotatorios del 88. Yo lo viví cuando era chico. Nada de eso ni se está pensando ni creemos que va a ocurrir”, decía en septiembre pasado el entonces Secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. No son programados, son sorpresivos, pero los cortes de luz no fallaron este verano. Más de 620 mil usuarios (alrededor de 2 millones de personas) se vieron afectados por dos cortes en menos de 24 horas en el AMBA, todos usuarios de las empresas Edesur y Edenor. Hasta la Casa Rosada, el Ministerio de Economía y los Tribunales de Comodoro Py quedaron en penumbras.No es nuevo: llevamos así más de dos décadas, producto de una política de desinversión en el mantenimiento de los servicios energéticos, situación que se replica en varias ciudades del interior del país, como Córdoba y Santa Fe, donde la tarifa es aún más cara que en el AMBA. Adultos mayores encerrados en sus departamentos, enfermos electrodependientes poniendo su vida en peligro cada vez que la temperatura supera los 30 grados, gente desmayándose en los subtes, tránsito colapsado bajo un sol que arde sobre nuestras cabezas, comerciantes que pierden mercadería y la posibilidad de trabajar, mientras las pymes no pueden producir con normalidad. Cambiaron la política tarifaria, bajaron los subsidios y los consumidores pagamos cada vez más, pero el problema persiste, o paga el estado o paga el usuario, pero el servicio sigue siendo uno de los peores de la región.Las empresas también son responsables, sus accionistas se hacen del manejo de las empresas con poco costo y con aspectos turbios. Es un gran negocio hacerse de estos servicios públicos. Esto pudo verse en el cambio de dueños de la empresa Edenor. Según una denuncia presentada por los diputados Mariana Zuvic, Juan Manuel López y Paula Oliveto de la Coalición Cívica en 2021: “Vila, Manzano y Filiberti compraron Edenor, la mayor empresa distribuidora de energía de la Argentina, a un precio vil contando con información privilegiada a través de tráfico de influencias con funcionarios. Esto consiste en licuar la deuda con Cammesa, así como reconocer la deuda por la energía a barrios populares”. Esto último también lo denunció el colega Diego Cabot en LA NACION ese mismo año, demostrando los favores que aquel gobierno tuvo con empresarios amigos. Hasta el propio Julio de Vido denunció en su cuenta de Twitter en 2022 apuntando al entonces ministro de Economía: “Ya que a Sergio Massa le preocupa tanto la corrupción, sería bueno investigar desde el Congreso la operación de venta de Edenor, tanto a los compradores como al vendedor, pero fundamentalmente a los que desde el Estado intermediaron la operación”, señaló, demostrando conocer más de lo que decía. Muchas sombras dónde no debería haberlas.Toda esta herencia dañina que dejó el kirchnerismo estaba llamada a cambiar con la llegada del gobierno libertario, y así lo hizo. Una de las primeras medidas de Javier Milei fue la desregulación de las tarifas realizando una fuerte reducción de los subsidios estatales y habilitando la liberalización del precio de los servicios públicos como electricidad, gas y agua. El gobierno nacional modificó así los topes de consumo máximos subsidiados. El objetivo final de la gestión libertaria es “trasladar a los usuarios los costos reales de la energía”, es decir, eliminar por completo la asistencia estatal. Se calcula que actualmente los usuarios pagan casi el 80% de la energía que consumen en sus hogares. Un cambio significativo que alivia las arcas del tesoro y que ajusta drásticamente sobre la capacidad de consumo del ciudadano de a pie. “No quedaba otra, había que hacerlo”, dice un economista muy ligado al gobierno. Fue un fuerte ajuste a los bolsillos: entre febrero de 2024 y enero último, las tarifas de Edenor y Edesur aumentaron 431%, cuando la inflación en el mismo período fue 85%. Pero lo que no cambiaron fueron los resultados, que hoy están a la vista.En octubre pasado el gobierno libertario anunciaba el Plan Verano, un programa de emergencia para evitar y actuar sobre los cortes de energía que comprendía el período diciembre 2024 a marzo de 2025; pero ante la gravedad de la situación, es decir, alertados de que la situación era aún más grave de lo pensado, la administración mileísta extendió el escenario crítico de abastecimiento y las medidas paliativas y de emergencia hasta marzo de 2027. En su primera prueba el plan falló.El presidente Milei habló en el Congreso el sábado pasado y no se refirió detalladamente al servicio eléctrico, solo se sabe que días antes Edenor y Edesur solicitaron un aumento del 10% de las tarifas por sobre la inflación para lo que resta del año. En noviembre pasado, el gobierno nacional extendió la emergencia energética hasta el 9 de julio de 2025, a través del Decreto 1023/2024, postergó así la normalización regulatoria de la energía eléctrica y el gas, prevista originalmente para que estuviera lista como máximo este 31 de diciembre d

“No va a haber cortes programados, volver a los cortes rotatorios del 88. Yo lo viví cuando era chico. Nada de eso ni se está pensando ni creemos que va a ocurrir”, decía en septiembre pasado el entonces Secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. No son programados, son sorpresivos, pero los cortes de luz no fallaron este verano. Más de 620 mil usuarios (alrededor de 2 millones de personas) se vieron afectados por dos cortes en menos de 24 horas en el AMBA, todos usuarios de las empresas Edesur y Edenor. Hasta la Casa Rosada, el Ministerio de Economía y los Tribunales de Comodoro Py quedaron en penumbras.
No es nuevo: llevamos así más de dos décadas, producto de una política de desinversión en el mantenimiento de los servicios energéticos, situación que se replica en varias ciudades del interior del país, como Córdoba y Santa Fe, donde la tarifa es aún más cara que en el AMBA. Adultos mayores encerrados en sus departamentos, enfermos electrodependientes poniendo su vida en peligro cada vez que la temperatura supera los 30 grados, gente desmayándose en los subtes, tránsito colapsado bajo un sol que arde sobre nuestras cabezas, comerciantes que pierden mercadería y la posibilidad de trabajar, mientras las pymes no pueden producir con normalidad. Cambiaron la política tarifaria, bajaron los subsidios y los consumidores pagamos cada vez más, pero el problema persiste, o paga el estado o paga el usuario, pero el servicio sigue siendo uno de los peores de la región.
Las empresas también son responsables, sus accionistas se hacen del manejo de las empresas con poco costo y con aspectos turbios. Es un gran negocio hacerse de estos servicios públicos. Esto pudo verse en el cambio de dueños de la empresa Edenor. Según una denuncia presentada por los diputados Mariana Zuvic, Juan Manuel López y Paula Oliveto de la Coalición Cívica en 2021: “Vila, Manzano y Filiberti compraron Edenor, la mayor empresa distribuidora de energía de la Argentina, a un precio vil contando con información privilegiada a través de tráfico de influencias con funcionarios. Esto consiste en licuar la deuda con Cammesa, así como reconocer la deuda por la energía a barrios populares”. Esto último también lo denunció el colega Diego Cabot en LA NACION ese mismo año, demostrando los favores que aquel gobierno tuvo con empresarios amigos. Hasta el propio Julio de Vido denunció en su cuenta de Twitter en 2022 apuntando al entonces ministro de Economía: “Ya que a Sergio Massa le preocupa tanto la corrupción, sería bueno investigar desde el Congreso la operación de venta de Edenor, tanto a los compradores como al vendedor, pero fundamentalmente a los que desde el Estado intermediaron la operación”, señaló, demostrando conocer más de lo que decía. Muchas sombras dónde no debería haberlas.
Toda esta herencia dañina que dejó el kirchnerismo estaba llamada a cambiar con la llegada del gobierno libertario, y así lo hizo. Una de las primeras medidas de Javier Milei fue la desregulación de las tarifas realizando una fuerte reducción de los subsidios estatales y habilitando la liberalización del precio de los servicios públicos como electricidad, gas y agua. El gobierno nacional modificó así los topes de consumo máximos subsidiados. El objetivo final de la gestión libertaria es “trasladar a los usuarios los costos reales de la energía”, es decir, eliminar por completo la asistencia estatal. Se calcula que actualmente los usuarios pagan casi el 80% de la energía que consumen en sus hogares. Un cambio significativo que alivia las arcas del tesoro y que ajusta drásticamente sobre la capacidad de consumo del ciudadano de a pie. “No quedaba otra, había que hacerlo”, dice un economista muy ligado al gobierno. Fue un fuerte ajuste a los bolsillos: entre febrero de 2024 y enero último, las tarifas de Edenor y Edesur aumentaron 431%, cuando la inflación en el mismo período fue 85%. Pero lo que no cambiaron fueron los resultados, que hoy están a la vista.
En octubre pasado el gobierno libertario anunciaba el Plan Verano, un programa de emergencia para evitar y actuar sobre los cortes de energía que comprendía el período diciembre 2024 a marzo de 2025; pero ante la gravedad de la situación, es decir, alertados de que la situación era aún más grave de lo pensado, la administración mileísta extendió el escenario crítico de abastecimiento y las medidas paliativas y de emergencia hasta marzo de 2027. En su primera prueba el plan falló.
El presidente Milei habló en el Congreso el sábado pasado y no se refirió detalladamente al servicio eléctrico, solo se sabe que días antes Edenor y Edesur solicitaron un aumento del 10% de las tarifas por sobre la inflación para lo que resta del año. En noviembre pasado, el gobierno nacional extendió la emergencia energética hasta el 9 de julio de 2025, a través del Decreto 1023/2024, postergó así la normalización regulatoria de la energía eléctrica y el gas, prevista originalmente para que estuviera lista como máximo este 31 de diciembre de 2024. Es decir: se postergó en los papeles la revisión tarifaria integral y quinquenal, mediante la cual el Gobierno ofreció certezas económicas y financieras de mediano plazo -esquema de tarifas a 5 años- a las empresas a cambio de inversiones millonarias y la obligación de cumplir estándares de calidad. ¿Cuándo veremos resultados? La gran pregunta del momento.
Si bien gran parte de los argentinos comprenden la situación -que indica que un servicio subsidiado y extremadamente barato resulta inviable- también es cierto que las tarifas se volvieron inalcanzables para numerosas familias que, para colmo, reciben un pésimo servicio. El gobierno debería revisar esta lógica, donde el estado nacional se desentiende de la inversión pública con el solo objetivo de que cierren los números y bajar el déficit, porque empezando por cobrar caro un servicio que se brinda de mala manera termina siendo injusto con cada hogar argentino.
Para tomar verdadera conciencia de la grave situación, cada vez que tenemos estos apagones que afectan a tanta población y duran horas y hasta días, vale buscar en los archivos una película llamada ¿Qué hacías cuando se fue la luz? estrenada en 1966, protagonizada por Doris Day, inspirada en el gran apagón que afectó a la costa este de Estados Unidos. Fue tan significativo ese apagón que no solo dio lugar a este film clásico, sino también a una serie de acontecimientos que se vivieron, sobre todo en Nueva York, producto de un hecho inédito que se consideró una catástrofe. La historia señala que el 9 de noviembre de 1965 el sistema interconectado de electricidad que une Canadá con la costa este de Estados Unidos sufrió un desperfecto que ocasionó un apagón de 14 horas. Millones de personas quedaron a oscuras, las ciudades afectadas se paralizaron, se suspendieron los subterráneos, los ascensores dejaron de funcionar y, al no tener luz, en una era sin comunicación digital, los medios dejaron de informar. Hubo caos en las calles, se apagaron lo semáforos y los aeropuertos solo pudieron funcionar con sistemas energéticos de emergencia. Hasta se construyó una leyenda sobre un inesperado “baby boom”, por la cantidad de bebés que nacieron en los hospitales de la zona afectada, justamente nueve meses después del apagón. ¡Todo esto por un apagón de solo 14 horas! Un corte de energía así fue un hecho inusual para Nueva York y los Estados Unidos sucedido 60 años atrás, pero algo tan común para nosotros que las padecemos habitualmente seis décadas después, aún, con todos los adelantos tecnológicos que atravesó la humanidad en ese tiempo.
No nos queda otra que esperar que una película represente nuestra realidad, alguna que se titule “¿Qué hacías cuando volvió la luz?”, porque en cada verano que pasa la interrupción del servicio de luz termina siendo parte de la normalidad a la que estamos habituados y no lo vivimos como una excepción, como deberían recordarse este tipo de situaciones tan traumáticas.